Usted está aquí: sábado 7 de julio de 2007 Cultura Mucha música, poesía y teatro en el centenario de Frida Kahlo

El homenaje en la Casa Azul fue ajeno al relumbrón mercadotécnico y oportunista

Mucha música, poesía y teatro en el centenario de Frida Kahlo

La impronta de la artista sobrevive a la frivolización, el esnobismo y la burda comercialización

Ahora la friditización es un desastre, critica la creadora escénica Jesusa Rodríguez

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Ampliar la imagen La actriz Ofelia Medina, ayer, durante los festejos por el centenario de Frida Kahlo La actriz Ofelia Medina, ayer, durante los festejos por el centenario de Frida Kahlo Foto: Francisco Olvera

Ampliar la imagen La cantante Susana Harp, ayer, durante los festejos por el centenario de Frida Kahlo La cantante Susana Harp, ayer, durante los festejos por el centenario de Frida Kahlo Foto: Francisco Olvera

Si Frida Kahlo no hubiera muerto ayer habría cumplido cien años. Un siglo. Por eso el jolgorio en el patio de la Casa Azul de Coyoacán, escenario estrechamente ligado a la vida admirable y trágica de la pintora.

Ajeno al relumbrón mercadotécnico y oportunista, fue un homenaje sencillo y emotivo. Neto, pues. Con mañanitas a coro, mucha música, poesía, teatro, dulces mexicanos, papel picado, agua de chía y pulque.

Lo asombroso, lo gratificante, fue constatar cómo la impronta de Frida sobrevive a la frivolización, al esnobismo, a la burda comercialización.

De ello dejaron constancia las mujeres que asistieron al acto -como artistas, como público- absolutamente conscientes de la herencia artística y social heredada por Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón.

Además de su inobjetable importancia en la historia del arte mexicano, por todo lo que fue su vida pública, Frida es desde hace rato un referencia cultural en el sentido más amplio de la palabra, dentro y fuera de México.

Artífice de un cauce propio

No fue nada más porque sí la presencia en el festejo de mujeres como Julieta Egurrola, Ofelia Medina, Jesusa Rodríguez, Susana Harp, Francesca Guillén, María Inés Ochoa o Rina Lazo. Tampoco fue gratuito que muchas otras llegaran ataviadas con trajes de tehuana, como los que usaba Frida. Y no por imitación sino porque comparten con ella las implicaciones de portar ese atuendo.

La celebración no fue la expresión de un culto anclado en el folclor y la nostalgia, sino el refrendo de un reconocimiento del que participan mujeres de nuevas generaciones. Como Ana Carem, de 11 años, que interpretó una balada que condensa la relación amorosa e intelectual entre Frida y Diego. ¿Qué representa Frida para alguien tan joven? ''Admiro mucho su pintura y cómo era, su historia se me hace muy interesante. Una vez me trajeron aquí a la Casa Azul y me gustaron mucho sus cuadros, sobre todo el de Las dos Fridas".

La primera referencia que, por su parte, tuvo Jesusa Rodríguez fue por su mamá: ''Yo nací aquí a dos cuadras, soy la última de ocho hermanos. Frida, que no tenía hijos, siempre llamaba a mi mamá para decirle: tráeme a tus hijos porque yo no puedo tener. Por eso estoy aquí con mi mamá que es la más entusiasmada en venir a celebrar, porque fue amiga de Frida.

''Ahora, me parece que la fridatización es un desastre, por más que sea una ventana al arte mexicano: su utilización comercial me resulta muy molesta, su transformación en objeto comercial. Pero sí creo que su fuerza como artista y como mujer es extraordinaria. Ella, que siempre fue considerada como 'la mujer de Diego', como 'la pintora menor', pues de pronto, con el tiempo, ha abierto su propio camino, un cauce a su propia expresión personal y artística. Otra parte que me parece importante, magnífica, es su rescate de la cultura mesoamericana."

Estandarte de una lucha común

-¿Cómo mujer, como artista, como ser político, es tu alter ego?

-No lo siento tanto así, más que mi alter ego la considero una extraordinaria vecina. En 1983, cuando todavía no existía la fridatización, hicimos un homenaje en teatro que se llamó 13 señoritas; el texto es de Carmen Boullosa, la escenografía de Magali Lara y la música de Liliana Felipe.

''Desde aquella época teníamos una gran admiración y seguíamos la obra de Frida con gran interés.

''Fue una mujer muy profunda en su condición; el sólo hecho de que haya decidido ser juchiteca de apariencia a mí me gusta mucho; me gusta mucho la gente que decide su identidad. Ella fue una mujer que supo quién quería ser y cómo quería ser, y eso se expresa mucho en su trabajo."

Además, ''trabajó mucho, ese es un aspecto relevante de su vida, su capacidad de trabajo venciendo el dolor físico. Debe ser cabrón vivir lo que vivió ella a nivel de dolor físico y sin embargo tenía esa capacidad de trabajo que ya quisiéramos quienes no tenemos operaciones encima".

La cantante oaxaqueña Susana Harp resumió así su opinión sobre Frida Kahlo:

''Una forma lúdica e inteligente de sobrellevar la vida, de vivir lo mejor posible una realidad."

En tanto que para la joven cantante María Inés Ochoa (hija de la fallecida Amparo Ochoa), Kahlo ''es un estandarte de la lucha de las mujeres mexicanas, sean feministas o zapatistas o lo que sean. Ella representa esa lucha común".

 
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