Usted está aquí: viernes 6 de julio de 2007 Política Proyectarios o proletarios

Víctor M. Quintana S.

Proyectarios o proletarios

La nueva forma de excluir es poner a competir. El más reciente ardid del gobierno federal para no cumplir los derechos de todos es hacerlos efectivos sólo a los que, según su criterio, tienen más méritos o son más capaces. Esta nueva versión de la meritocracia o darwinismo social ha sentado sus reales en la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).

Lo dijo hace poco un alto funcionario de esta secretaría en Chihuahua: "Hay recursos para fomentar el cultivo del maíz y del frijol, pero no los vamos a aventar a ver quién los toma: los vamos a entregar a los que presenten los mejores proyectos". Recursos hay. Gracias a las movilizaciones y al trabajo de análisis y de propuesta de las organizaciones campesinas, conjuntamente con diputados de varios partidos se logró que en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2007 se incluyera una bolsa de 5 mil millones de pesos para diversos programas de fomento al cultivo del maíz y del frijol, cultivos básicos de las familias campesinas, en un contexto de altos precios internacionales de los granos y de alza a los precios de los alimentos.

Y no es cierto que el Congreso disponga. Aprueba los recursos, pero luego las tecnocracias de Sagarpa y Hacienda elaboran las famosas reglas de operación y lo que era un presupuesto para todos lo orientan a quienes más les interesa a ellos: los grandes productores comerciales de los granos. Aunque en la letra no se excluye a los pequeños productores, en los hechos quienes tienen la capacitación, la asesoría técnica y la experiencia para plantear proyectos son los productores comerciales, los empresarios agrícolas más prósperos.

No es posible no hacerse cargo de un hecho: desde 1982, al aplicarse el programa de ajuste estructural de la economía por los gobiernos neoliberales fueron borrados del agro mexicano todos los programas de extensionismo y de asesoría técnica a los productores pobres y la capacitación fue reducida a la mínima expresión. Y los proyectos que quieren los tecnócratas de la Sagarpa no surgen por generación espontánea, menos con todos los requisitos que demandan: corridas financieras, tasas internas de retorno, etcétera.

Pero es precisamente la manera como se concibe lo que es un "proyecto" lo que ha de cuestionarse. La Sagarpa, que no entiende la lógica campesina, ni mucho menos el manejo del riesgo que pueden tener las familias del agro, quiere imponer a toda costa su concepción capitalista de proyecto. El que una unidad familiar se proponga producir alimentos para su subsistencia, surtir hasta cierto punto al mercado local y contribuir a la soberanía alimentaria del país no tiene valor para el gobierno federal, así sean las pequeñas explotaciones las que provean el mayor volumen de maíz y frijol para consumo humano.

Si esto se entendiera, en lugar de entrar a la moda bancomundialista de los apoyos focalizados, se podría pensar en programas de cobertura masiva para los campesinos pobres y medios, con el fin de desarrollar sus capacidades productivas en todos los aspectos. Programas de capacitación y de extensión para introducir innovaciones tecnológicas o mejorar las técnicas tradicionales. Provisión, también masiva, de semillas criollas mejoradas y fomento de bancos de semillas nativas. Restablecer el crédito para los campesinos temporaleros mediante esquemas adecuados de microcréditos y apoyos a sus propias organizaciones de finanzas sociales. Establecimiento de centrales regionales de maquinaria agrícola que destapen cuellos de botella ofreciendo maquilas a precios accesibles.

Pero no, darles la oportunidad a los campesinos pobres, apoyarlos para que produzcan más y vivan mejor, a la vez que para que este país sea soberano en lo que se come, puede abortar el proceso de descampesinización. Hacer que los hombres y las mujeres del campo desarrollen sus capacidades no sólo de subsistencia, sino de resistencia a la lógica capitalista y se sigan manteniendo núcleos con otra relación con el territorio, con otros propósitos que no sean el lucro en la actividad agropecuaria, con otra visión de la naturaleza más allá de considerarla simplemente como "los recursos naturales".

Por eso el gobierno Federal decide apoyar sólo a los focos que se sometan a su lógica. Al resto se le niegan los recursos por atrasados, por negarse a progresar, por improductivos. La propuesta del régimen para todos ellos es que dejen el campo, que emigren, sobre todo a Estados Unidos. Es decir, si no quieren hacerse proyectarios, que no les quede más que devenir proletarios.

 
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