Usted está aquí: lunes 2 de julio de 2007 Opinión Pamplona

José Cueli

Pamplona

Esta semana empezará la tradicional feria de Pamplona. Terminaron a tambor batiente la de Sevilla, Madrid y el regreso a los toros de José Tomás en Barcelona. Los toreros a morir y sólo los privilegiados destacan. Frente a los pamplonicas proseguirán los duelos a partir del famoso "chupinazo" y las espectaculares corridas por la calle de la Estafeta rematados en el redondel del coso. Continuidad de la tradición que actualmente representa además de la fiesta de la vida-muerte un gran negocio en la industria turística española con asistentes de todo el mundo. Feria que va más allá del espectáculo taurino, al adquirir renombre mundial. Mientras, en nuestro país con la fiesta en terapia intensiva, se intentará revivirla con el inicio de la temporada de novilladas y la presentación del novillero hidrocálido Mario Aguilar, que puede caminar en el cada vez más difícil mundillo del toro.

Nuevamente en Pamplona estará al descubierto el desamparo original del ser humano, desvelado a jirones en la muerte entre los pitones de los toros bravos. Pasión que surge sólo donde un abismo mezcla su aliento mortal al de la belleza gravada en el fuego de la sangre torera, sobre las losetas de la calle o el redondel navarro. Lo innombrable y lo nombrable. El espacio del misterio, el sufrimiento y el terror que pide muchas palabras y el lenguaje es pobre para decirlas. Los pamplónicas y su 7 de julio, San Fermín... Crearon lo típico de sus costumbres que, este año se sentirá con más fuerza en razón del duelo a muerte en la disputa por el trono del toreo.

 
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