Usted está aquí: lunes 2 de julio de 2007 Opinión Desde el otro lado

Desde el otro lado

Arturo Balderas Rodríguez

Decepcionante

Decepcionante fue el calificativo que el presidente Bush empleó para describir el fracaso de la reforma migratoria. De igual forma se expresó el líder de la mayoría en el Senado, rodeado de legisladores demócratas y republicanos que apoyaron el proyecto. El presidente y los legisladores se veían abrumados por el esfuerzo para concretar un acuerdo que a fin de cuentas no se concretó. Pocas veces se ha visto una actividad tan febril en el Senado, fue el comentario de algunos comentaristas de opinión.

Las razones del fracaso se conocerán paulatinamente, conforme se revisen los cientos de documentos que sirvieron de base para las discusiones y se calmen las aguas en un cuerpo legislativo en el que, según expresó Norman Orstein, del American Enterprise Institute, durante un programa de la cadena PBS, esto es algo que no va a ser fácil olvidar; por algún tiempo habrá resentimientos en ambos partidos.

Todavía no está del todo claro si efectivamente la sociedad estadunidense está tan dividida sobre el tema como se afirma en algunos medios. De acuerdo con una encuesta de la asociación PEW, 63 por ciento estaba en favor de que se otorgaran documentos migratorios a quienes no los tuvieran y 30 por ciento se oponía.

Antes de emitir un juicio definitivo al respecto será necesario conocer las razones de quienes se opusieron y cómo formaron su opinión. Entender, por ejemplo, por qué quienes seis meses antes habían aprobado un proyecto de reforma mucho más amplio esta vez se opusieron. Qué ocurrió en ese breve lapso. Tal vez una de las claves esté en la referencia que algunos senadores hicieron sobre la necesidad de poner mayor atención a la forma en que los medios influyen en la sociedad.

Si algo se evidenció a lo largo de ese proceso fue la campaña brutal y descarada de algunos medios para desacreditar y divulgar falsedades sobre el contenido y propósitos del proyecto.

En general, los medios masivos de comunicación, pero particularmente la radio, se usaron por una minoría que los controla y tiene acceso privilegiado a ellos para difamar a los trabajadores migrantes y negar el importante papel que tienen en el desarrollo económico y social del país. Fueron esos medios los que incitaron al público a saturar los teléfonos del Congreso con llamadas en las que se advertía a los legisladores sobre el peligro que corrían si votaban en favor de la reforma. Abundaron las amenazas e inclusive los insultos por quienes seguían la pauta trazada desde los micrófonos, entre otros, por el inefable Rush Limbauh. Difícilmente se podrá encontrar una actitud con una carga xenofóbica y visceral en la radio como durante este periodo. No en balde el senador republicano Jeff Sessions dijo que programas de este tipo habían sido un factor importante para "descarrilar la propuesta".

La sociedad en su conjunto fue derrotada por la intolerancia de un reducido grupo que se adueñó de un proceso social que merecía un fin diferente.

 
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