Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 1 de julio de 2007 Num: 643

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Los alzados
(farsa edificante)

JUAN TOVAR

La casa de Watanabe (1946-2007)
MIGUEL ÁNGEL ZAPATA

Huysmans y la cuadratura del círculo
ANDREAS KURZ

Heráldica de Conquista
RICARDO BADA

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Cabezalcubo
JORGE MOCH

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
Núm. anteriores
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Verónica Murguía

Zapatero, a tus zapatos

Hace unas semanas, leí una entrevista con una ex modelo espectacular quien, como dicen en las revistas de moda, "reinó en las pasarelas de los años ochenta". Se llama Paulina Porizkova. Cuando Porizkova se retiró del mundo de la ropa para casarse con Rick Ocasek, el cantante del grupo The Cars, intentó convertirse en actriz, como tantas modelos, y le sucedió lo que a Cindy Crawford: fracasó en el cine. Luego escribió un libro para niños titulado Frankie el gusano. Tampoco le fue muy bien, porque Frankie era un pesado.

Ahora está de nuevo en el candelero. Su novela, Un verano modelo, acaba de ser publicada. No sé qué tal esté el libro, pero Porizkova declara lo siguiente cuando le preguntan qué se siente ser novelista: "Para modelar ya estoy muy gorda y vieja [¡cuarenta y dos años y cincuenta y cuatro kilos!], pero para ser escritora, estoy joven y buena." ¡Toma!

Yo no sé por qué, pero la declaración me cayó como una patada y me inspiró este artículo. Ha de ser porque ella sí se las puede dar de escritora, y a mí, si me las quisiera dar de modelo, ni mi madre me contrataría.

Luego, por azares del destino, en esas semanas me cayó en las manos una reseña de la novela Star, escrita –aunque no sé si es el verbo correcto– por Pamela Anderson, la güera pechugona que protagonizaba el baboso programa Guardianes de la bahía. Pamela Anderson me parece muy simpática, y me dio risa que en su libro hubiera frases como la siguiente: "Sus senos, erguidos gracias a las prótesis, entraron triunfalmente en escena."


Pamela Anderson

Me figuraba que semejantes enunciados indicaban que Anderson no se tomaba en serio lo de ser novelista, y bueno, en Estados Unidos todo el mundo tiene un libro en su haber. Pero, ay, no era así. El otro día la entrevistaron en la tele para que hablara de su reconciliación con Tommy Lee, y dijo, muy circunspecta, que había trabajado ¡seis meses! en la novela. Una eternidad, qué espanto, sentada frente a la computadora, colaborando con su ghost writer o "negro", como se dice en español. Nomás decía lo primero que le brotaba de la mollera: el "negro" convertía sus balbuceos en oraciones con sujeto, verbo y complemento, y las ordenaba para que tuvieran sentido. Pero según Anderson, el trabajo de emitir necedades le otorga pleno derecho a considerarse una escritora. Qué disgusto. No es la primera vez que me enojo con escritores neófitos y famosos: hace diez años escribí una diatriba furibunda contra Ricardo Bofill, el ex de Paulina Rubio, por publicar un bodrio que trataba del tráfico de órganos en Tijuana. Yo argumentaba, y todavía lo sostengo, que escribir es un trabajo duro, solitario, mal pagado, y en el que nadie tiene afores. Uno escribe, me temo, porque es escritor y ya. Pero a Porizkova, Anderson y Ricardo Bofill les sobran alternativas. ¿Por qué no les bastan fama y fortuna? Los lectores tenemos suficiente problema con Carlos Cuauhtémoc Sánchez, Dan Brown, et al.

Escribió Miguel de Cervantes en el prólogo a la segunda parte de su Quijote: "¿Pensará vuestra merced ahora que es poco trabajo hacer un libro?" Yo le hago eco: ¿por qué será que tanta gente cree que escribir un libro es pan comido? No falta quien quiera ayudar. Para salvarnos de malgastar nuestro tiempo con patrañas aburridas, hay quien se acerca, te cuenta su vida y te dice: "Te regalo mi historia para que escribas una novela." O la pregunta que subraya el sopor de la sobremesa dominguera: "¿Por qué no escribes la vida de la tía Tere?" ¿Cómo confesarle a estas almas generosas que a uno lo que le gusta es contar mentiras?

Quizás el colmo de la tontería se lo disputen el ex presidente Fox y Naomi Campbell: Fox con el libro que desea escribir, aunque admite que nunca ha leído nada, y Campbell con el libro que ya escribió titulado Cisne, y que trata de las aventuras de una supermodelo llamada, huy, Cisne, quien resuelve el misterio del asesinato de su hermana, mientras decenas de admiradores fervorosos luchan por su amor. Que gane Fox, ¿no? Naomi Campbell, al menos, jura que ella mecanografió su original, y aunque es poco probable que sea cierto, no se benefició de cochupos en ¡Vamos México! No tiene hijastros corruptos, ha leído como diez libros y su fortuna la ha ganado con su linda cara, sin meter la mano en el erario.

Sí, que gane Fox. Pero que alguien más reseñe su libro, porque si voy a leer a un no-escritor, prefiero a Pamela Anderson.