Usted está aquí: domingo 1 de julio de 2007 Política Kirchner y la derecha

Guillermo Almeyra

Kirchner y la derecha

Mauricio Macri, tan parecido a Silvio Berlusconi y tan ignorante y derechista como éste, ha sido elegido gobernador de la ciudad de Buenos Aires por una mayoría del 61 por ciento del electorado, que en los barrios ricos (Recoleta, Pilar) llegó a 80 por ciento, pero que no bajó de 52 por ciento incluso en los barrios pobres.

Una explicación fácil es decir que los porteños son particularmente reaccionarios, en un país conservador donde las distintas derechas (peronistas, no peronistas y antiperonistas) suman aún cerca de 40 por ciento de los votos. Otra "explicación" -ésta propia del marketing- es la que dice que el candidato oficial, Daniel Filmus (hijo de un judío vendedor de telas inmigrado desde Rumania) no tenía físico atrayente, sex appeal, el necesario physique du rol o carisma, y cuantas más tonterías (preferiblemente en otros idiomas) se quieran proferir, y por eso ganó "Mauricio", que además tenía como vice una inteligente inválida (que es del Opus Dei) en silla de ruedas, y que es presidente de Boca Juniors (equipo que ganó una copa en plena campaña electoral).

Dado que la inmensa mayoría de los medios de información escritos o televisivos y radiales se opone al gobierno de Néstor Kirchner (conocido como el pingüino), y el canal televisivo oficial, así como el casi íntimo diario Página 12, son en cambio incondicionales del mismo, nadie recuerda que la culpa de los destrozos no es del cerdo sino de quien lo deja entrar en el maizal. O sea, de que Kirchner no tiene gran apoyo en la capital porque su política educativa ha sido desastrosa (al igual que la gremial frente a los maestros, que son muy numerosos y a los que se pedía votar por el ministro de Educación Filus) y porque sus aliados políticos, que gobernaban la ciudad, demostraron ser particularmente ineficaces y charlatanes e, incluso, en el caso del atroz incendio del salón de baile República de Cromañón, que causó tantas muertes de jóvenes y tanto horror, por lo menos cómplices por omisión de los inspectores corruptos de los locales públicos.

Además, no hay que olvidar que el doble discurso (amenazas a las empresas aunque cediendo ante ellas, parrafadas de león antimperialista y comportamiento de cordero, concesiones a los petroleros y soyeros y tantas otras cosas) despolitiza, pues quita credibilidad al intento tardío del gobierno de sostener que se enfrentan dos proyectos diferentes de país, el de la derecha oligárquica y proimperialista y el de la utopía peronista de crear un frente entre el "pueblo" y una inexistente "burguesía nacional" para lograr un desarrollo capitalista independiente.

Por último, aunque en la ciudad de Buenos Aires el número de obreros ha disminuido drásticamente, Kirchner no es popular porque no ha habido un plan de creación de puestos de trabajo para reducir los sectores marginados, ni un plan de viviendas eficaz para reabsorber las "villas miserias" (donde Macri recluta), y tampoco lo es porque todas las luchas en los servicios públicos (como el Metro), por mejores condiciones salariales y de trabajo y por la democratización sindical han encontrado la oposición gubernamental, ya que Kirchner está aliado con los charros más corruptos, y ni siquiera reconoce la personería gremial a la CTA, que es kirchnerista. En una palabra: el que siembra verticalismo conservador y despolitizador, recoge Macris...

Ahora la derecha cree que llegó la hora de la revancha. Pero de aquí al 28 de octubre no podrá presentar un candidato único que enfrente a Kirchner (el cual tiene una expectativa de voto de 57 por ciento) ni a su mujer (que cuenta con 47 por ciento). Macri se reserva, pues, para las elecciones presidenciales, pero de 2011, y el hombre de Washington, Roberto Lavagna, no quiere saber nada de aliarse con los menemistas (y Macri lo es) y se opuso en su momento a la dolarización, mientras otra parte de la derecha añora a Menem y su política económica brutal, mientras que tanto Elisa Carrió (que compara a Kirchner con Hitler y con Ceausescu) como el Bulldog López Murphy son gorilas antiperonistas y muy poco populares.

Ninguno tiene, por consiguiente, posibilidades de vencer ni al pingüino ni a la pingüina. Macri piensa, por lo tanto, que a la derecha le convendría tener bastantes candidatos, para recoger sectores diferentes de la oposición e impedir así que Kirchner supere el 40 por ciento de los votos, obligándolo a una segunda vuelta, en la que podría concentrarse el voto opositor. Mientras tanto, cautelosamente, permite que el diario La Nación vocifere en nombre de la derecha y él se dice de "centro". Porque Buenos Aires es una ciudad que desde principios del siglo pasado fue yrigoyenista, socialista, peronista, y que la derecha extrema sólo gobernó con dictaduras.

Así que su victoria electoral es una novedad probablemente irrepetible en octubre próximo, y por eso tiene que subir al caballo del poder por el lado izquierdo. De modo que Macri se presenta como un simple administrador "apolítico", y probablemente buscará, hasta las elecciones presidenciales de 2011, reorganizar la ciudad según los intereses de las empresas constructoras e inmobiliarias, extender su red de negocios y afirmar su apoyo social, en vez de arriesgarlo ahora detrás de un candidato presidencial perdedor.

Dado el primitivismo antiperonista del ala gorila de su electorado, que cree que falta un empujoncito para derribar a Kirchner, y no aceptará un perfil bajo de Macri en el apoyo a los más reaccionarios, el nuevo gobernador podría tener problemas si no es lo suficientemente flexible como para quedar bien con los oligarcas pero también con los pobres, peronistas, que lo votaron, y con las clases medias no convencidas, que ahora se abstuvieron.

 
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