Usted está aquí: domingo 1 de julio de 2007 Opinión Avenida con historia

Angeles González Gamio

Avenida con historia

Paradójicamente, no obstante que la prodigiosa México-Tenochtitlán estaba rodeada de lagos, unos eran de agua dulce, no potable, y otros de salada, por lo que se necesitaba acarrear desde los manantiales la necesaria para abastecer a una población que se calcula llegó a ser de 200 mil habitantes; esto llevó a la construcción de acueductos.

Aquí hemos hablado de los dos principales: el primero fue el que construyó Moctezuma I, en la segunda mitad del siglo XV, para traer agua desde Chapultepec, que iba por la calzada de Tlacopan -hoy Tacuba-, que comunicaba Tenochtitlán con tierra firme, lo que permitía aprovechar sus terraplenes. Años más tarde, éste resultó insuficiente y se edificó el ahora llamado de Chapultepec, cuya desembocadura era en la fuente Salto del Agua, que en realidad se llamaba de Belén, ya que pasaba enfrente del convento de dicho nombre, lo que bautizaba este tramo de la calzada que hoy lleva el nombre de Arcos de Belén, y pasando Bucareli recibe el nombre de avenida Chapultepec.

Ya hemos comentado que este acueducto tenía casi cuatro kilómetros de largo y 904 hermosos arcos, y que de ello sólo nos queda un pequeño tramo en dicha avenida, que llegó a ser de gran importancia durante el virreinato y el siglo XIX, en el que se construyeron a su vera lindas mansiones, la mayoría de las cuales fueron destruidas para edificar construcciones "modernas", en general de mal gusto y baja calidad.

No obstante la añeja vía conserva encantos, comenzando por el delicioso templo de Belén, alhaja barroca de la que ya hemos escrito; unos pasos adelante se encuentra la escuela Revolución, paradigma de la educación socialista, que mandó construir en 1933 el gobierno cardenista, con las mejores instalaciones: alberca, gimnasio, pista atlética, canchas deportivas, biblioteca y talleres, y la decoración por parte de varios de los mejores artistas mexicanos, miembros de la Liga de Artistas Revolucionarios que plasmaron los ideales revolucionarios en muros y vitrales.

Poco antes, en el número 45, está situada la reposteria Chapultepec, en donde la familia Alfaro prepara cotidianamente delicioso pan; es un pequeño local, con un mostrador a la calle, en donde se expenden las suculencias que van saliendo del horno acompañadas de irresistible aroma. Excelentes las empanadas de tinga, mole, rajas con queso y de atún, y para acompañar el chocolate unos churros gordos y crujientes, conchas, polvorones, donas, cuernos, orejas, pay de elote y de queso; los bolillos no desmerecen.

Al cruzar la avenida Bucareli, antiguo paseo de postín, se alcanza a ver la bella arquitectura del Conjunto Mascota, proyecto habitacional de avanzada que realizó a fines del siglo XIX don Ernesto Pugibet para sus empleados de la fábrica de cigarros El Buen Tono, y casi de inmediato aparecen dos reminiscencias de los albores del siglo XX: la digna construcción de ladrillo rojo que aloja la escuela Horacio Mann y el mercado Juárez, de los mejores de la ciudad.

Continuando por la vía hacia el poniente, en el número 86 va a dar un brinco a la época virreinal, al advertir un pequeño taller con ventanal a la calle, en donde el escultor-restaurador don Mario Antonio Hernández y Escamilla recupera extraordinariamente imágenes religiosas, en un pequeño espacio pletórico de figuras a las que devuelve el antiguo esplendor, mientras fuma incansablemente. Si pasa por la avenida a altas horas de la noche lo verá ahí, trabajando, y no podrá dejar de evocar a los "maestros" que dirigían los talleres de talladores, plateros, doradores, carpinteros y demás artistas y artesanos que crearon el arte del virreinato.

Durante todo el trayecto hay que irse fijando en las mansiones sobrevivientes, aunque muchas estén deterioradas, imagínelas restauradas; cuando pase junto a los arcos baje la velocidad y échese un taco de ojo. Y como acabamos de pasar por el hotel Royal, que se encuentra en la calle de Amberes, casí esquina con avenida Chapultepec, sede del restaurante Tezka, no resistimos ir a degustar las inspiraciones de esta temporada de José María Arzak, afamado chef español que ha revolucionado la cocina contemporánea, que aquí realiza y recrea Pedro Martín, creativo chef originario de las Islas Canarias, que ahora ofrece toda una gama de recetas de setas.

Como especial hay cocochas de merluza, que le sugiero apartar con anticipación pues son contadísimas; otra delicia es el venado con aceitunas y no deje de probar las nuevas tendencias en postres, como la sopa de chocolate entre viñedos o los huevos dulces. Como se imaginarán, la cosa no es económica, pero definitivamente vale la pena; para compensar, otro día puede ir al mercado Juárez a saborear nuestra comida de diario, muy bien preparada.

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