Usted está aquí: domingo 1 de julio de 2007 Opinión Navegaciones

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Pedro Miguel

Estas ruinas que ves...

Viejas y nuevas maravillas

No le des dinero a Weber

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Qué difícil es localizar la tumba del gran Ibargüengoitia para dejar sobre ella un ramo de alcatraces en compensación por el robo del título de esta entrega. El bloguero regiomontano Hamletstr afirma que se la halló en su natal Guanajuato pero no he podido confirmarlo en otras fuentes. En las panuchísimas páginas web de los gobiernos municipal y estatal no hay resultados si uno busca ese sonoro y vasco apellido. En todo caso, la novela a la que hago referencia no sólo viene al caso por el nombre sino también porque en ella el autor guanajuatense hacía mención de unos pintorescos personajes de provincia a quienes llamaban "los Siete Sabios de Grecia" porque no eran sabios ni eran siete ni eran griegos. Es decir: algo muy parecido al operativo publicitario ideado por Bernard Weber, el dandy suizo y millonario dueño del concurso "Las siete nuevas maravillas del mundo", que ni son siete ni son todas nuevas ni son necesariamente maravillas.

El tipo no es modesto: "Por primera vez en la historia del hombre estamos creando una memoria global; se van a elegir siete lugares que todo el mundo recordará", se ufana, sin saber que no todos en este mundo son capaces de recitar de corrido la lista canónica de las siete maravillas de la antigüedad. Este catálogo apareció por primera vez en un poema de Antípatro de Sidón: "He posado mis ojos sobre la muralla de la dulce Babilonia, que es una calzada para carruajes, y la estatua de Zeus de los alfeos, y los jardines colgantes, y el Coloso del Sol, y la enorme obra de las altas Pirámides, y la vasta tumba de Mausolo; pero cuando vi la casa de Artemisa, allí encaramada en las nubes, esos otros mármoles perdieron su brillo, y dije: aparte de desde el Olimpo, el Sol nunca pareció jamás tan grande". En la enumeración sobran, con respecto al listado actual, las murallas de Babilonia, y falta el Faro de Alejandría.

La nómina es equívoca en diversos sentidos, empezando por el cronológico, porque las obras referidas no necesariamente coexistieron en el tiempo o no existieron en la forma en que nos las imaginamos. Por ejemplo, el Templo de Artemisa en Efeso fue destruido por un incendio 365 años antes de la era cristiana y el Faro de Alejandría se empezó a construir 86 años más tarde; el Coloso de Rodas que se mantuvo en pie sólo durante 56 años (del 282 al 226 adC) no pudo ser, de acuerdo con cálculos modernos, la estatua gigantesca imaginada por los renacentistas, con un pie en cada extremo de la rada de Mandraki, y tan alta que no le rozaban el culo los mástiles de los barcos que pasaban por entre sus piernas en su entrada a la bahía. De los Jardines Colgantes es muy sospechoso que ninguna fuente babilonia los mencione y que sean únicamente los cronistas griegos quienes, escribiendo de oídas, hagan referencia a ellos. La arqueología indica que, si existieron, no estaban en la orilla del Eufrates, sino a cientos de metros de allí.

La enumeración de maravillas antiguas, tal y como la conocemos hoy en día, se consolidó en la Edad Media, y buena parte de la responsabilidad por las imágenes falsas corre a cargo del imaginativo maestro flamenco Maerten van Heemskerck (1498-1574). La única que nos queda actualmente es la Gran Pirámide de Giza ("los humanos le temen al tiempo y éste le teme a las pirámides", dice un proverbio árabe). El septeto de cosas reales o parcialmente imaginarias, existentes o ya desaparecidas, sigue siendo una memorable construcción de la cultura occidental y una hermosa lista de sueños y de recuerdos que dice mucho sobre los hábitos mentales del Medievo y del Renacimiento.

El refrito contemporáneo organizado por Weber es, en cambio, una vulgaridad comparable a esas figuraciones de plástico inyectado del cuadro davinciano de La última cena. Si algo nos ha dejado el remojón en la modernidad es la certeza de que no hay forma ni criterio válidos para reducir las numerosas maravillas de la creatividad humana a un listado de siete ni de cien y que forzar una competencia de simpatías populares entre la pirámide de Kukulcán (llamada también El Castillo) con la Torre Eiffel es como sacarles a las peras una raíz cuadrada expresada en manzanas y luego convertida a papayas.

Por lo demás, para ejemplificar una ínfima parte de las omisiones en la lista de 21 sitios de que consta la "fase final" del negocio del magnate suizo, recordemos la catedral de Nuestra Señora de París, Stonehenge, Teotihuacán, el casco antiguo de Jerusalén, el Palacio de Versalles, el templo de la Sagrada Familia de Barcelona, las Torres Petronas, Palenque, Tikal, el Golden Gate, la cueva de Altamira, la Capilla Sixtina, Tiahuanaco...

En buena hora la UNESCO no mordió el anzuelo y se deslindó de la "aventura mediática privada" de Weber, la cual, dijo, "no contribuirá de forma significativa y duradera a la preservación de los sitios elegidos por el público". Pero al día siguiente, cómo no, la oficina de Felipe Calderón exhortó por correo electrónico a votar por Chichén Itzá: "Con tu apoyo este orgullo de México será una de las nuevas 7 maravillas del mundo". Un detalle: el sufragio vía Internet es gratis, pero el voto por mensaje de celular Telcel cuesta 15 pesos. La Presidencia de la República considera, pues, que debe echarle una mano al pobre milloneta suizo para que se gane unos dólares especulando con el "orgullo de México". Ah, y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), qué deprimente, autorizó a la Coca-Cola para que, en el marco del operativo comercial, plasme la imagen del Castillo en millones de latas, pese a las simplificaciones y falsedades consignadas en la página de Weber sobre el sitio arqueológico yucateco. Literal, ortografía y sintaxis incluidas, se lee:

"La Pirámide de Chichen Itza (antes de 800 d.C.), en la península del Yucatán, México (Chichen Itza), es la más famosa de la cultura maya y constituyó el centro político y económico de la civilización maya. Sus distintas estructuras, la pirámide de Kukulkán, el templo de Chac Mol, el Grupo de las Mil Columnas y el Gran Juego de Pelota aún se pueden visitar en la actualidad y demuestran un gran compromiso por la composición y el espacio arquitectónicos. La propia pirámide fue el último, y probablemente el mejor, de todos los templos mayas. Resumiendo: ¡vote por Chichen Itza porque es símbolo de Culto y Conocimiento!" ¿Cuántos errores e imprecisiones encuentras en estas 106 palabras? Entre históricos y gramaticales, yo hallé 18; pueden ser más.

El sitio arqueológico de Yucatán y la gente que lo construyó y habitó (mayas y maya-toltecas) no necesitan de estas subastas de popularidad para certificar su grandeza; el orgullo por nuestro pasado no se demuestra regalándole 15 pesos a un vival del marketing. Hay mucho patrimonio cultural nuestro que lo es también del resto de los humanos: por ejemplo, el propio Chichén y, desde esta semana, nuestra Máxima Casa de Estudios (¡felicidades, querida UNAM!). Esas distinciones son infinitamente más importantes y trascendentes que las cuentas de colores y los espejitos del tal Weber.

http://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Ibarg%C3%BCengoitia

http://hamletstr.blogspot.com/2004/02/comentario-del-da-sobre-caminatas-en.html

http://es.shvoong.com/books/420697-estas-ruinas-que-ves/

www.elpais.com/articulo/cultura/soy/loco/millonario/elpepucul/20070608elpepicul_5/Tes

www.new7wonders.com/index.php?id=315&L=1

www.arq.com.mx/noticias/Detalles/9049.html

http://ce.eng.usf.edu/pharos/wonders/index.html

www.lavanguardia.es/lv24h/20070620/51365410474.html

www.jornada.unam.mx/2007/06/22/index.php?section=cultura&article=a07n1cul

[email protected] * http://navegaciones.blogspot.com

 
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