Usted está aquí: jueves 28 de junio de 2007 Sociedad y Justicia Navegaciones

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Pedro Miguel

Los jóvenes difuntos

¿Para qué sirve la FINUL?

Réplica de Stephanie Black León

Ampliar la imagen Tras el ataque Tras el ataque

Ampliar la imagen Patrulla de la FINUL Patrulla de la FINUL

El domingo seis soldados del contingente español de la Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano (FINUL) murieron en el sur de Líbano. Una mano anónima (¿Hezbollah? ¿Israel? ¿Siria? ¿Al Fatah al islam?) hizo detonar 50 kilos de explosivos al paso del vehículo blindado en el que viajaban los efectivos internacionales. Cuando uno lee "soldados" se imagina a hombres curtidos en el arte del combate y la aniquilación. Los fallecidos en Líbano tenían entre 18 y 21 años, y no hay forma de evitar que el ataúd le quede grande a un muchacho en esas edades. Los funerales de Estado debieran reservarse para protagonistas un poco más curtidos en la vida. Pero así son las guerras: los comandantes en jefe son hombres maduros o algo más, operan desde aposentos con aire acondicionado a miles de kilómetros del campo de batalla y las unidades de combate son apenas puñados de pixeles en las pantallas en las que se recrea el mapa del conflicto.

Líbano es "un escenario de guerra", ladró Mariano Rajoy horas después del atentado, como si se necesitaran años de estudio para concluir que el País de los Cedros está sumido hasta las copas de esos árboles en una conflagración bélica o, más bien, en varias. Las más visibles y recientes son los duelos entre Hezbollah (chiíta) e Israel, los que sostienen el embrionario ejército nacional y Al Fatah al Islam (sunita) y la que Tel Aviv sostiene más o menos contra todos los seres vivientes que se encuentran al norte de su frontera, pero no son las únicas: en territorio libanés se libran, además, complejos y confusos enfrentamientos de largo aliento que involucran a Siria, a Irán y a las potencias occidentales.

La tarea oficial de la FINUL consiste desde marzo de 1978 (copio de la página oficial) en "confirmar la retirada de las fuerzas israelíes del sur de Líbano, restaurar la paz internacional y la seguridad y asistir al gobierno del país árabe en asegurar el restablecimiento de su autoridad en esa área. Adicionalmente, en agosto de 2006 el Consejo de Seguridad le ordenó monitorear el cese de las hostilidades (entre Israel y Hezbollah, supongo), acompañar y apoyar al ejército libanés en su despliegue al sur, coordinar sus actividades con los gobiernos de Beirut y Tel Aviv, garantizar la entrega de ayuda humanitaria y el regreso de los desplazados, ayudar en el desarme de la zona y asistir al gobierno libanés para asegurar las fronteras e impedir el ingreso de armas y material relacionado".

Suena muy bonito, pero de 1978 a la fecha Israel ha invadido el sur de Líbano cuantas veces ha querido, sus aliados han cometido masacres de civiles en las narices de los cascos azules, las facciones rivales no han encontrado en ellos un obstáculo serio para matarse mutuamente y la región supuestamente bajo control de la FINUL sigue siendo tierra de nadie. Los comandantes de esta fuerza tienen prohibido responder a las invasiones israelíes que han sido, por mucho, los principales factores de violencia, destrucción y muerte en la zona. Botón de muestra: en julio del año pasado las fuerzas de Tel Aviv lanzaron un bombardeo sobre una posición de las fuerzas de la ONU. Se les exigió en 10 ocasiones que detuvieran el fuego, pero continuaron el ataque y mataron a cuatro observadores militares, en lo que Kofi Annan y el canciller libanés, Fwazi Sallhuk, llamaron una agresión "deliberada".

El despliegue de un cuerpo castrense que tiene prohibido defenderse -al menos, de su enemigo más peligroso y mortífero- es un crimen de la simulación diplomática: la FINUL obedece al designio de encubrir la falta de voluntad de los gobiernos occidentales ante la agresividad de Tel Aviv contra los países vecinos. Sus efectivos podrán ser heroicos, pero son como patos sentados para los ejercicios de puntería de Israel y de las milicias que pululan en el sur libanés. Si no se modifican las reglas, más valdría que los muchachos que integran la misión fueran devueltos a sus hogares; de preferencia, vivos.

Ahora cedo el teclado a una lectora, a propósito de la navegación del jueves pasado:

"Mencionas que la razón por la que el ex presidente Fox destinó 31 mdd al financiamiento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz (OMP) fue 'quedar bien con Occidente y presentarse como el gobernante moderno, democrático y humanista que nunca fue'. Estoy de acuerdo en que Fox no era un gobernante moderno, democrático y humanista, pero creo que deben hacerse varias precisiones. Primero, si durante su administración se destinó una cantidad importante de dólares al presupuesto de las OMP, no fue por una decisión personal suya o de alguno de sus colaboradores, sino porque es una obligación del Estado mexicano como miembro de las Naciones Unidas. Lo anterior, en virtud del artículo 17 de la Carta de San Francisco y de la Opinión Consultiva de la CIJ del 20 de julio de 1962. Segundo, aun cuando es totalmente reprobable la actitud de algunos cascos azules -y por supuesto que son culpables de los delitos que se les imputan en varias misiones-, han sido casos aislados y de ninguna manera representan la conducta de la mayoría de los cascos azules en el mundo. Lo que más me molestó de tu columna es que de su lectura podría inferirse que es un grave error que México contribuya a OMP, con lo cual estoy totalmente en contra. Para quienes creemos en la existencia de una comunidad internacional que, aun con instituciones débiles como Naciones Unidas, ha podido dar algunos pasos adelante en la protección de la persona humana con acciones como el apoyo en situaciones posconflicto, es absolutamente reprochable el que hagas inferir a tus lectores que lo que hizo el Estado mexicano (y no Fox) es incorrecto porque puede terminar financiando la explotación de personas. Hay otros dos puntos que quisiera señalar:

"1) Desafortunadamente, en México la opinión pública en general, parte de la clase política e incluso dentro de la comunidad académica, no hay una vocación internacionalista. No sólo no conocemos los conflictos internacionales más graves que vive nuestro planeta, sino que cuando sabemos un poco de ellos, preferimos ignorarlos porque 'están del otro lado del mundo'. Por este motivo, creo que el último párrafo de tu escrito puede fomentar que algunas personas se opongan al financiamiento para OMP que no sólo es necesario, sino obligatorio porque es una disposición contractual. ¿Por qué habrías de fomentar este tipo de actitudes?

"2) Si alguna vez has platicado con cascos azules te habrás dado cuenta que son personas que merecen todo nuestro respeto porque la labor que realizan va más allá del dinero que obtienen. Ponen su vida en peligro por resguardar la paz y seguridad internacionales, por colaborar a la reconstrucción de países que los académicos denominarían 'Estados colapsados', por proteger los derechos humanos, por asegurar que los víveres lleguen a la población civil, entre muchas otras acciones. Para finalizar, quisiera reiterar que no niego que se hayan presentado casos aislados de delitos por parte de cascos azules, pero esto no representa el comportamiento de la gran mayoría de estos efectivos y por ello deberíamos cuidar nuestras palabras para no caer en generalizaciones".

Stephanie Black León.

www.elmundo.es/elmundo/2007/06/25/espana/1182775681.html

http://www.un.org/Depts/dpko/missions/unifil/mandate.html

www.jornada.unam.mx/2006/07/27/038n1mun.php

www.un.int/mexico/2003/interv_030303.htm

www.ladocumentationfrancaise.fr/dossiers/maintien-paix/carte-omp.shtml

[email protected] http://navegaciones.blogspot.com

 
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