Usted está aquí: jueves 28 de junio de 2007 Opinión Divertimentos

Olga Harmony

Divertimentos

Aunque ya mediado el año no se tengan noticias de la Compañía Nacional de Teatro tras la renuncia de José Caballero, la Coordinación Nacional de Teatro del INBA ha continuado con sus funciones. La buena idea de ofrecer estancias en el Teatro Galeón a diferentes grupos estables para que lleven a cabo sus ofertas teatrales por cuatro meses, ahora le ha correspondido a Boris Schoemann y su grupo Los endebles con su repertorio ya establecido y algunos estrenos. Esta vez ha montado -en codirección con Carmen Mastache- Telenovela, segunda obra que Schoemann escenifica del autor quebequense Larry Tremblay.

Por las tres obras de Tremblay que conocemos en México, la identidad parece ser su tema, ya sea al intentar conocer ''al otro" como en La lección de anatomía (escenificada bajo la dirección de David Olguín en 1998 y editada posteriormente por El Milagro) o en los súbitos cambios que sufren los personajes, aun la misma Gabriela, la protagonista de El ventílocuo. El hecho de que el teatrista quebequense sea el creador del Laboratoire Gestuel, en el que se pone el énfasis en el cuerpo del actor, hace que estos cambios de personalidad de sus personajes, que se dan mediante la interpretación gestual, se correspondan con la problemática de la identidad presente en sus obras y entre las que no se puede excluir Telenovela. El texto ironiza la enajenación que este género produce entre sus adeptos, al grado de que la vida real se desdibuje y se llegue a asumir la identidad de los personajes televisivos.

El autor sitúa su acción en los ensayos de un ballet concebido por un coreógrafo un tanto demencial y prepotente que se propone hacer la obra maestra de todos los tiempos con bailarines no profesionales elegidos por su belleza. Los componentes del grupo no se interesan por los ensayos, enajenados por la telenovela que van narrando en partes y cuyos fragmentos actúan en algunas ocasiones. Pero en el montaje, la presencia mediante videos del director, incorporado con mucha gracia por el propio Schoemann es tan dominante, que se pierde en gran parte del contenido de la obra y se convierte en un divertimento más que en un texto de tesis. Participan Miguel Conde, Paulo Sergio Galindo, Bernardo Gamboa, Patricia Madrid, Alejandro Morales, Georgina Ságar y Abigail Soqui, en escenografía de Jorge Kuri Neumann, coreografía de Marcela Aguilar y vestuario de Pilar Boliver y Jorge Contreras.

Otro posible divertimento es el que ofrece Por Piedad Teatro Producciones, AC, con Los baños (Ladies and gents), original del dramaturgo irlandés Paul Walter bajo la dirección de Enrique Singer, que es una especie de thriller de venganza situado en la Inglaterra a mediados del siglo pasado. Singer desarrolla su escenificación en los dos baños del Teatro del Granero-Xavier Rojas, en los que el público de únicamente 24 personas por función es dividido en dos secciones por las amables acomodadoras (Tania Ruiz y MariCarmen Núñez), doce personas en Damas y doce en Caballeros. Tras un breve intermedio, las secciones cambiarán al otro baño, lo que permite que la obra sea presenciada en cualquiera de sus dos posibilidades temporales.

La estrechez del espacio, muy delimitado por una línea negra para los espectadores, permite la cercanía casi íntima con los actores, en lo que Alberto Lomnitz ha llado ''el sueño del vouyerista". Esto hace que la representación de la historia, un tanto breve y esquemática, rebase los límites del mero divertimento y se convierta en un reto para los actores, lo que probablemente sea el fondo del experimento. En el baño de damas, Ana Graham como la prostituta Emily Watson, desarrolla su personaje de manera excelente en la compañía del un tanto menor actoralmente Antonio Vega como Billy y la irrupción de Roberto Soto, cada vez más completo actor, como el señor X. En el baño de hombres el señor X se confronta con el también excelente Arturo Ríos como John Watson antes de salir y dejar a éste custodiado con el muy buen actor Joaquín Cosío como El Extraño. La incursión final de Billy develará todo el misterio. La tensión del público por saber lo que ocurre en el otro baño, sin perder de vista lo que se desarrolla ante sus ojos, es ingrediente del montaje que, sobre todo, se basa en la capacidad actoral del elenco y el manejo del director. Contribuyen la escenografía de Atenea Chávez y Auda Caraza, la iluminación de Víctor Zapatero, el vestuario de Ana Graham y el diseño sonoro de Xicoténcatl Reyes.

 
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