Usted está aquí: martes 26 de junio de 2007 Opinión Frida Kahlo en Bellas Artes

Teresa del Conde/ II

Frida Kahlo en Bellas Artes

La posibilidad de observar una serie de naturalezas muertas que rara vez se ven juntas y que testimonian sobre la evolución de la pintora, constituye uno de los atractivos que ofrece la exposición. Se exhibe, entre otras La novia que se espanta de ver la vida abierta en la que el título juega con la muñequita que se asoma tras la sandía tajada. Aunque realizada en fecha posterior, esta obra contiene una reminiscencia de París, pues Frida la adquirió, al parecer en compañía de Jacqueline Lamba (entonces esposa de André Breton), en el famoso Mercado de Pulgas de esa ciudad.

En relación con otras obras de éste y otros géneros, La novia... resulta de formato mediano, la tela es de idéntico tamaño que la del Autorretrato con monos y ambas piezas son de 1943, destinadas a una misma colección: la de los Gelman, lo que hace suponer que tanto ésta como otras obras por ellos adquiridas respon-dían a encargos que estos amigos coleccionistas le hacían. No siempre le era posible satisfacer los encargos, pero ese mismo año realizó uno de los dos autorretratos con tocado de tehuana, también para los Gelman: Diego en mi pensamiento, pintado sobre masonite (no exhibido), así como el pequeño retrato de Natasha Gelman.

El año siguiente se propuso cumplir con su amigo, Morillo Safa. Lo pintó a él, a sus hijas Lupita y Mariana y se regodeó realizando el retrato de doña Rosita, la madre de su mecenas y coleccionista. Esta pieza está entre las mejores de su retratística. Hubiera sido muy interesante comparar el minuciosísimo Autorretrato con tocado de tehuana (exhibido) de 1948, con el realizado años antes.

A través de un conocido periodista, me informé que anda circulando el siguiente rumor, que me atrevo a transmitir: se dice que Diego fue quien pintó Las dos Fridas, el argumento que priva consiste en aseverar que el formato del cuadro es grande (en comparación con todas las demás piezas que Frida realizó) y que la tela ''bota", es decir, no es rígida, cuando que ella prefirió lo contrario y por eso en múltiples ocasiones utilizó masonite o lámina de cobre.

El rumor es inverosímil, Frida trabajó telas grandes para una exposición a la que haré mención. Tal vez no sea del dominio común que La mesa herida, otro de los cuadros realizados con miras a exhibirlo en la sección internacional de la muestra del surrealismo, cuya apertura tuvo lugar en enero de 1940 en la Galería de Arte Mexicano, es aún de mayores dimensiones que Las dos Fridas si es que todavía existe, porque está ilocalizable de mucho tiempo atrás.

Hay un documento que testifica su entrega al Instituto de Intercambio Cultural Mexicano-Ruso, el 13 de septiembre de 1940. A través del secretario de Intercambio de dicho instituto, presidido por Luis Chávez Oroco y bajo la vicepresidencia de Alfonso Reyes y Eduardo Villaseñor, se constata la entrega de La mesa herida para su inclusión en una pinacoteca que se integraría a una sala México para el Museo de Arte Occidental de Moscú, cuya existencia me es desconocida, a menos que se tratara del Museo Pushkin.

El documento que agradece y acredita la entrega del cuadro lleva la siguiente advertencia: ''si por cualquier circunstancia dicha pintura no fuera enviada a su sitio de destino, será devuelta a su donadora en perfectas condiciones". La mesa herida mide 1.20 x 2.45 metros. Las dos Fridas es un cuadro cuadrado de 1.73 metros por lado. Son las piezas de mayores dimensiones en el contexto de su producción.

Posiblemente la pinacoteca mexicana no alcanzó consecución, dado lo cual quizá La mesa herida se le haya devuelto. La última vez que la pintura fue vista tuvo lugar en una colectiva mexicana de artes plásticas en Varsovia, inaugurada el 19 de febrero de 1955, es decir, meses después de la muerte de Frida. De ser así, ¿la tela fue proporcionada por Diego?, ¿o siempre permaneció en poder, fuere del Instituto de Intercambio Cultural Mexicano-Ruso que de la embajada de la URSS en nuestro país?

El primer secretario de dicha embajada, Andrei Glebsky, agradeció el envío del ''valioso cuadro" el 29 de enero de 1946.

El homenaje más certero al centenario del natalicio de la pintora, correspondería a la localización de La mesa herida. Se han realizado varias pesquisas al respecto, desde hace más de dos décadas y hasta donde sé (participé al menos en una) no han surtido efecto.

Conocemos el cuadro sólo en fotografía y dada la fecha temprana de la exposición en la Galería de Arte Mexicano, cabe pensar que nadie entre nosotros lo ha visto, aunque su iconografía nos es de sobra conocida. Hay allí referencia a las Ultimas Cenas (ella ocuparía el lugar de Cristo) aunque en este caso, como en otras composiciones de su autoría, se trate de un escenario como lo indican las cortinas enlazadas que flanquean la mesa en la que por cierto están retratados sus pequeños sobrinos Isolda y Antonio Pineda, como si fueran testigos. Existen varias fotografías (una de ellas a color) que incluyen su presencia, sentada ante el cuadro con el pincel en la mano.

 
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