Usted está aquí: lunes 25 de junio de 2007 Deportes Sin el apoyo popular, la fiesta de toros podría desaparecer, asegura experto

Jaume Sarriá, desde Barcelona, analiza la crítica situación en torno a las corridas

Sin el apoyo popular, la fiesta de toros podría desaparecer, asegura experto

Algunas izquierdas acaban reproduciendo el esquema reaccionario que dicen combatir

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen Los toros, mucho antes que la globalización del esto sí y esto no Los toros, mucho antes que la globalización del esto sí y esto no Foto: El Saltillense

"No pueden declararse ilegales las corridas de toros por el europeísmo sin criterio de ciertos oportunistas y el catalanismo demagogo de algunos más, que todavía se creen lo de la catalanidad y la españolidad. Es como cerrar las discos porque me desagrada su música. ¡Vaya bofetada que recibieron estos falsos humanistas con la reaparición de José Tomás! Fue un monumental mentís al supuesto antitaurinismo de Barcelona."

Habla desde Barcelona Jaume Sarriá -"maestro y aficionado, no pongas más"-, testigo presencial de la reaparición de José Tomás el pasado domingo 17 en la Plaza Monumental, "cuyo empresario, don Pedro Balañá Espinos, supo convertir ese coso en el más internacional del mundo, por encima de Madrid, entre los años 30 y 60 del pasado siglo.

"Después, su hijo y su nieto -agrega indignado el maestro Sarriá-, con el dinero ganado tan dignamente por don Pedro, se dedicaron a negocios que requerían poca pasión y menos imaginación pero daban más utilidades, como salas de cine y teatro, entre otros, y descuidaron al público taurino de Barcelona, olvidándose de ofrecer carteles atractivos, aumentando los precios de las entradas, suprimiendo la Feria de La Merced y negándose sistemáticamente a arrendar la plaza a empresarios con más entusiasmo, conocimientos y profesionalismo, todo ello ante la explicable indiferencia creciente de los aficionados.

"Eso sí, cada año la Federación de Entidades Taurinas de Cataluña, en una cena de gala, tiene cara para hacer entrega de los Premios Taurinos Pedro Balañá, quizá con el propósito de encubrir la traición de que fue objeto este empresario modelo. En marzo pasado por fin los Balañá, más que por convicción presionados por la Plataforma para la Defensa de la Fiesta de Toros, y por políticos exhibicionistas y demagogos como Jordi Portabella, del partido Izquierda Republicana de Cataluña, se animaron a arrendar su desperdiciada plaza.

"Se la dejaron al Grupo Matilla, cuya empresa Funciones Taurinas, SA, fue la que logró armar el cartel para la reaparición de José Tomás. La gran interrogación es: ¿Y después de Tomás, qué? Porque como comprenderás ninguna empresa puede anunciar cada ocho días al mismo torero ni éste aceptar por tiempo indefinido. La empresa de toros es de imaginación y de desafío a las perradas que a diario comete el falso modernismo.

"La Federación de Entidades Taurinas, ¿servirá de algo más que organizadora de noches de gala? ¿Antonio Matilla sabrá armar carteles con toros y toreros que recuperen la grandeza y la apasionada asiduidad que tuvo ese escenario? ¿Los llamados medios de comunicación le harán el juego a burócratas trepadores o recuperarán la convicción por defender tradiciones? Fuera del gobierno municipal luego de 12 años allí, ¿Portabella tendrá la misma fuerza?

"Sin duda ha habido gente menos tonta. Recuerdo cuando Jordi Pujol, presidente de la Generalidad de Cataluña durante 23 años, confesó que quería ser presidente de quienes son aficionados a los toros y de quienes no lo son. O cuando Pascual Maragall, como alcalde, impuso la Medalla de Oro al Mérito Artístico de Barcelona al torero catalán Joaquín Bernadó, en 1988. Había dignidad ante lo propio.

"Portabella y compañía, con más ambiciones que convicciones, pretenden que la apertura y el cosmopolitismo de Barcelona sean echados por la borda en aras de una seudomodernidad grata a otros países de la Comunidad Europea. Quieren ser más papistas que el Papa y resultan monigotes de sardana y barretina.

"Y es que las tradiciones no se inventan ni se decretan, son decisiones de una colectividad que va formando su acervo propio, mucho antes que la globalización del esto sí y esto no. Mira, si la fiesta de toros en Cataluña, y en el resto del mundo, ¡cuidado!, deja de tener un apoyo popular, pues desaparecerá y no habrá necesidad de legislar. Si los directamente interesados no se espabilan, los públicos, sobresaturados de espectáculos pedestres, menos.

"Los metidos a posmodernistas -remata el maestro Sarriá- socavan las tradiciones y acaban reproduciendo el mismo esquema reaccionario que dicen combatir. A más solera en una tradición, más potencia y fuerza intrínsecas. Si el franquismo se sirvió de la fiesta, los posmodernistas quieren extirpar ese 'bastión reaccionario' a como dé lugar pero, repito, no dependerá de ellos sino del público aficionado comprometido con la fiesta que dice amar."

 
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