Usted está aquí: viernes 22 de junio de 2007 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Alegría por el "reformón"

Rechazo a la intentona calderonista

Los intereses de los dueños del país, intocables

México, al último de la OCDE en recaudación

La más reciente propuesta de "reformón" fiscal provocó alegría y satisfacción, pero sólo en el circuito Los Pinos-Secretaría de Hacienda, a cuyos respectivos inquilinos sólo falta envolverse en la bandera nacional y solicitar su inscripción como niños héroes. Más allá de ese contorno, la intentona calderonista ha generado más rechazo que sonrisas, aunque existe una coincidencia: una vez más, los "reformadores" se quedaron cortos y ratificaron el miedo gubernamental a tocar los intereses de los dueños del país, por lo que México se mantendrá en el último escalón de la OCDE en recaudación fiscal.

No es gratuito que el fisco mexicano ocupe el sótano, pues la misma institución refiere que las principales "inquietudes" en materia tributaria en el país se centran en los regímenes preferenciales y en las deficiencias en la administración tributaria, elementos cercanamente relacionados, porque además de diluir la recaudación, complicar la administración y crear lagunas significativas, tales regímenes distorsionan la actividad económica, facilitan la evasión y generan una percepción de injusticia que reducen la voluntad de pago de impuestos.

Por cortesía de la OCDE, va un paseo fiscal: desde 1980 (primer año para el que el organismo cuenta con datos tributarios sobre México), la razón de impuestos a PIB ha crecido en 3 puntos porcentuales, en comparación con un promedio de casi 4 puntos en la OCDE. Sin embargo, el crecimiento del promedio de la OCDE contempla amplias variaciones, desde un descenso de casi 5 puntos porcentuales (Países Bajos), hasta un incremento de casi 12 puntos porcentuales (España). En Estados Unidos se ha experimentado una reducción cercana a un punto desde 1980. Incluso si se compara a México con otros países de América Latina (como Brasil, Argentina y Chile), su razón de impuestos a PIB es aún baja.

México tiene una dependencia relativamente baja de los impuestos al ingreso a las personas y las empresas (25 contra 34 por ciento promedio OCDE, y 43 por ciento para Estados Unidos en 2004). Su dependencia de las aportaciones a la seguridad social también es baja (17 por ciento contra un promedio de 26 para la OCDE y Estados Unidos). Como compensación, tiene una dependencia relativamente alta de los impuestos sobre bienes y servicios: 55 por ciento del ingreso total (la más alta de la OCDE), contra 32 por ciento, en promedio, para la OCDE y 18 por ciento para Estados Unidos. Esto se debe, principalmente, a la inclusión de los ingresos petroleros en esta categoría.

Buena parte del debate acerca de la reforma tributaria en los países de la OCDE se centra en las tasas máximas para el impuesto al ingreso de las personas y las empresas. En 2005, la tasa máxima de este gravamen (30 por ciento) resultaba menor que el promedio de los países de la organización (muchos registran tasas superiores a 40 por ciento. En 2006, dicha tasa en México alcanzaba 29 por ciento, hacia la mitad del intervalo de los países de la OCDE, que variaba entre 12.5 por ciento (Irlanda) y 39 por ciento (Alemania, Japón y Estados Unidos).

En México (2005), el trabajador promedio pagaba una proporción menor de su ingreso como impuesto sobre la renta de las personas (8 por ciento), que en cualquier otro país miembro de la organización (promedio OCDE, 26 por ciento, Estados Unidos, 24 por ciento). Si se suman las aportaciones de empleados y empleadores a la seguridad social, la "discrepancia fiscal" mexicana en porcentaje del costo bruto del trabajo asciende a 18 por ciento, sólo seguida por Corea (17 por ciento) y muy inferior al promedio de la OCDE (37 por ciento) y Estados Unidos (29 por ciento).

El IVA predomina como impuesto indirecto en todo el mundo (con 29 de los 30 países de la OCDE y 136 países que lo aplican a nivel global). La tasa de IVA en México (15 por ciento) es ligeramente más baja que el promedio de la OCDE, aunque existen países miembros con tasas más bajas, como Japón (5 por ciento), Suiza (7.6 por ciento), Corea (10 por ciento), Australia (10 por ciento) y Nueva Zelanda (12.5 por ciento). Por su parte, existen países miembros que registran tasas de hasta 25 por ciento (con excepción de Estados Unidos, que no aplica el IVA).

Igualmente relevante, México tiene la base de IVA más estrecha de la OCDE, con un nivel de pago de sólo 30 por ciento del gasto en consumo, lo que contrasta con cifras que superan 50 por ciento en casi todos los países de la OCDE y 96 por ciento en Nueva Zelanda. La comparación de México con los demás países principales de América Latina en términos de tasas oficiales es similar, pues en promedio, tienen tasas ligeramente mayores, aunque México tiene la más baja sólo en términos de IVA.

Las rebanadas del pastel:

De la lectoría sobre lo mismo: "a propósito de la llamada reforma fiscal, en sus tiempos en el FMI el ciudadano secretario de Hacienda conoció bien las recomendaciones emitidas por el organismo; una de ellas, referente al complejo proceso del lavado de dinero proveniente del narcotráfico y otras actividades criminales, fue enviada a nuestro país. Durante mucho tiempo poco caso le hicieron a ese texto. Hoy Carstens tiene la responsabilidad de profesionalizar, actualizar y eficientar a la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP. Si tan sólo pudieran detectar el 10 por ciento de los 25 mil millones de dólares anuales que se lavan en México provenientes del narco, tendríamos recursos muy importantes para saldar la deuda social que tanto habla el señor Calderón. ¿Sabías que la SHCP negó ante el IFAI tener información en la actual administración sobre el combate al lavado de dinero del narcotráfico? ¿Cómo se llama esto? ¿Complicidad, negligencia o incapacidad?" (Juan Ignacio Suárez Huape, presidente del Observatorio por la Transparencia, Cuernavaca, Morelos, [email protected]).

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