Usted está aquí: jueves 7 de junio de 2007 Mundo Scooter Libby, otro que muerde el polvo

Scooter Libby, otro que muerde el polvo

La condena de 30 meses de prisión hace temblar a más de uno en el gabinete de Bush

DAVID BROOKS

Nueva York, 6 de junio. Rumsfeld, Wolfowitz y ahora Lewis Scooter Libby. ¿Quién sigue?

Todas son bajas en el gobierno de George W. Bush que se han precipitado desde las principales esferas de lo que se consideraba la presidencia con mayor poder en décadas, y que poco a poco se está desbaratando, debilitando, y que ya es considerada una de las peores en materia de política exterior en la historia del país.

La condena de 30 meses de prisión, 250 mil dólares en multas y dos años de libertad condicional a Scooter Libby anunciada ayer por el juez federal Reggie Walton, de llevarse a cabo (hay una apelación y la posibilidad de indulto presidencial), resultaría en el encarcelamiento de un alto funcionario de la Casa Blanca por primera vez desde los tiempos de Richard Nixon y el caso Watergate, y la primera condena por un delito federal a un alto funcionario desde el castigo a John Poindexter, el asesor de seguridad nacional de Ronald Reagan, en el caso Irán-contras.

Pero sobre todo, Libby es una víctima más de la desastrosa política que él mismo ayudó a diseñar: la invasión a Irak y, más ampliamente, la llamada "guerra contra el terrorismo". Así, el más íntimo e influyente asesor del vicepresidente Dick Cheney, y una de las figuras más poderosas en el gobierno, escuchó ayer al juez Walton anunciar su condena al declarar: "gente que ocupa estos puestos, donde tienen el bienestar y seguridad de la nación en sus manos, tiene una obligación especial de no hacer nada que pudiera causar un problema".

Libby fue declarado culpable de obstrucción de la justicia y de mentir a investigadores al concluir su juicio en marzo en torno al caso sobre la filtración a los medios de la identidad de la agente clandestina de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) Valerie Plame, como parte del intento de la Casa Blanca por descalificar a su esposo, el ex embajador Joseph Wilson, quien se había atrevido a cuestionar públicamente algunas de las justificaciones oficiales del gobierno de Bush para la invasión de Irak.

Pero Libby no actuaba solo, ya que se ha divulgado que, entre otros, el asesor y estratega de Bush, Karl Rove, y un subsecretario de Estado, filtraron el nombre de Plame a los medios. A la vez, en este juego de fabricar, manipular y encubrir las maniobras políticas para lanzar la guerra en Irak, están implicados secretarios y subsecretarios de Defensa, del Departamento de Estado, así como funcionarios de la Casa Blanca.

Tal vez lo más increíble del espectáculo legal de ayer fue la presentación al juez, por parte de los abogados de Libby, de unas 150 cartas de apoyo en las que se elogian sus años de servicio público, su "integridad", su profesionalismo, su lucha contra los enemigos del país y su labor como buen padre de familia y esposo. Pero entre los firmantes se hallan figuras que han sido sujetas a acusaciones que van desde crímenes contra la humanidad, violaciones a la ética, participantes en políticas impresentables o que han tenido que abandonar sus cargos públicos por escándalos, entre ellos Henry Kissinger, el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld y su antiguo mentor y jefe Paul Wolfowitz -quien acaba de ser obligado a renunciar a la presidencia del Banco Mundial-, el ex embajador ante la ONU John Bolton, el ex subsecretario de Estado Douglas Feith -sospe- choso de haber manipulado información de inteligencia- y el ex secretario asistente de Defensa Richard Perle.

"Uno sabía que Scooter Libby estaba en apuros en la audiencia de condena de ayer cuando su abogado decidió leer una referencia de carácter al juez de Paul Wolfowitz", escribió hoy Dana Millbank en el Washington Post al comentar el episodio.

El juez lo interrumpió al decirle que ya había leído todas las cartas de apoyo. Millbank añade que "fue una condena dura, eso es cierto. Pero no hay manera de saber qué tan peor podría haber sido si el abogado de Libby hubiese leído en voz alta el testimonio (en favor de Libby) de Rumsfeld".

Bueno, por lo menos es una expresión de solidaridad entre los suyos.

Reconociendo lo obvio, el abogado de Libby, solicitó una condena más ligera ya que, argumentó, su cliente ya había sufrido mucho. "El ha caído de la gracia pública. Es una caída trágica". El fiscal especial del caso, Patrick Fitzgerald, instó al juez a emitir una condena seria "que envié un mensaje de que la verdad importa".

El juez, tas reconocer el servicio público de Libby, argumentó que los "individuos deben entender que cuando uno viola la ley hay consecuencias", y subrayó que cuando los que ocupan altos puestos lo hacen, "eso causa que la gente pierda fe en nuestro gobierno". Con eso, anunció, se sentencia a dos años y medio de cárcel.

La esperanza de Libby y sus abogados era que el juez aceptaría dejarlo libre mientras procede su solicitud de apelación del juicio, pero mostró poco interés en permitirlo (aunque lo evaluará la semana entrante). Si procede la apelación, podría durar un año, y la apuesta de los defensores de Libby es que en ese momento sería indultado por Bush poco antes de su salida de la Casa Blanca. Pero si el magisrado descarta la petición, Libby podría tener que presentarse a una prisión en los próximos dos meses para iniciar su condena.

Por otro lado, todo Washington está especulando si Bush estará dispuesto a emitir un "perdón ejecutivo" a Libby ahora o en algún momento antes de que concluya su mandato en 2008. Bush y Cheney expresaron su "tristeza" y elogiaron al servicio de Libby, pero hasta el momento no se sabe qué están pensando hacer para salvar o no a su ex colaborador y fiel servidor.

Mientras, el cómico Stephen Colbert, del programa "The Colbert Report", ofreció consejos a Libby: "Al ingresar a la cárcel, golpea al primer reo que veas, párate sobre él y declara que ha sido Scootered (el apodo infantil de Libby), e infla tu pecho". Después, agregó, busca a Duke Cunninghan (legislador republicano encarcelado por corrupción) y "con él funda una nueva pandilla, Los Elefantes (en referencia al símbolo del Partido Republicano)", y advirtió: "pronto tendrán muchos más miembros".

O como dice la vieja canción de rock: "otro más muerde el polvo".

 
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