Usted está aquí: domingo 3 de junio de 2007 Cultura "El arte es lo único que nos regresa a la infancia"

Carlos Pellicer López inaugura exposición este martes

"El arte es lo único que nos regresa a la infancia"

Juego con el color para crear poemas en voz alta, señala

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen El pintor e ilustrador en su estudio de la ciudad de México El pintor e ilustrador en su estudio de la ciudad de México Foto: José Carlo González

El arte es lo único que nos devuelve a ese paraíso primordial que construimos durante la infancia, afirma el pintor Carlos Pellicer López (DF, 1948), quien lleva 25 años ilustrando libros para niños.

En realidad, el artista se ha empeñado en crear paisajes "para acompañar" a quien los mire, "para que establezcan un diálogo abierto, para que se conviertan, ¿por qué no?, en amigos", explica en entrevista con La Jornada.

El sobrino del poeta tabasqueño homónimo ha desarrollado, a la par de su trabajo como ilustrador, una obra plástica que gira en torno al color. En particular, explica, para buscar la luz y el brillo en éste, para que, a fin de cuentas, cada cuadro se convierta en un poema dicho en voz alta.

La charla se desarrolla en su casa, en cuya puerta está colgada una manta diseñada por él con muchos cuadros de colores superpuestos y una leyenda: "voto x voto". "Ahí se quedará para que no se olvide esto terrible que le está sucediendo al país, con un gobierno que llegó a través del fraude", señala.

Pellicer narra que el poeta cubano Eliseo Diego solía afirmar "que los niños viven en el reino de la poesía. Un día entendí que eso quería decir que los pequeños, al tener la imaginación tan libre, pueden jugar con cualquier objeto, por ejemplo, una corcholata y convertirla en un avión. Y no están locos. Saben mezclar dos realidades. Ese es el principio del juego. Eso que durante nuestra infancia hacemos con una naturalidad, desgraciadamente con los años lo vamos perdiendo. A los adultos lo único que nos queda para recuperarlo es la poesía, y me refiero a todas las artes.

"A veces, cuando vemos un paisaje en una pintura nos atrae tanto que quisiéramos meternos en ese cuadro, caminar por esas milpas, andar por esas montañas fabulosas. Bueno, eso me pasa a mí. Por eso espero que mis cuadros causen esa misma sensación, que le sean atractivos a quienes los vean. Lo que me sigue motivando para pintar es, precisamente, detonar mecanismos para lograr momentos de fantasía e imaginación en los que uno juega a que está ahí."

Fue durante sus viajes a Michoacán donde el artista forjó su aprecio por el paisaje, al contemplar los amaneceres en Pátzcuaro, desde la ventanilla del tren que lo llevaba a Uruapan. Tenía tres años.

"Me entusiasmaba ver el lago de Zirahuén, pensaba que sería una maravilla poder plasmar eso como lo hacían quienes habían hecho los cuadros que teníamos en mi casa. Ese impacto fue muy fuerte. Por eso, aunque hice la preparatoria convencido de que estudiaría física, alguien me dijo que no podría también tomar clases de pintura en la tarde. Al momento de elegir no tuve dudas.

"Además, conté con la enorme fortuna de que al plantearle a mi papá mi decisión -con temor, porque no sabía si iba a estar de acuerdo-, él me dijo: 'sí, claro, qué bueno, me da gusto, lo que tú estudies lo vas a hacer muy bien'. Fue invaluable ese apoyo. Ojalá que todos los padres pudieran hablarle así a sus hijos.

"Así que me metí a la Escuela de Artes Plásticas de la UNAM, que entonces estaba en la Academia de San Carlos. En aquellos años no era tan consciente de dónde me encontraba, se me hacía normal tomar clases en ese recinto con tanta historia, pero eso sí, nunca fui más feliz en la escuela como ahí.

"En San Carlos se me iban como agua las horas; ahí viví los convulsos años de finales de los sesenta: el 68, la UNAM tomada en 1970. Espero que todo eso que entonces quedó sembrado en mí haya empezado a brotar hace desde hace muchos años.

"Espero que los cuadros que entonces pinté aún acompañen a las personas que los adquirieron, porque ése es el mejor y único destino de un cuadro, convertirse en un compañero que esté ahí siempre, esperando a establecer o restablecer un diálogo, ¿para qué más los quiere uno?"

Entre los libros para niños que ha ilustrado Carlos Pellicer López están Julieta y su caja de colores (FCE, 1993), por lo que recibió diversos premios internacionales, y Juan y sus zapatos (FCE, 2003). Su más reciente exposición se inaugura este 5 de junio, a las 19 horas, en la Galería Metropolitana de la UAM, ubicada en Medellín 28, colonia Roma.

Cada uno de los 16 cuadros que conforman la exposición dialogan con poemas de autores como Alberto Blanco, Estela Ruiz, Julio Pliego, Ricardo Yáñez y Carlos Azar Mansur.

 
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