Usted está aquí: martes 29 de mayo de 2007 Economía Cómo mantener el mundo fresco sin electricidad

ENERGIAS ALTERNATIVAS

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Cómo mantener el mundo fresco sin electricidad

Economist Intelligence Unit

Recibir un poco de aire fresco cuando la temperatura sube y los niveles de humedad se disparan es un lujo para millones de trabajadores en fábricas y oficinas del mundo industrializado. En cambio, para las naciones en desarrollo puede ser una cuestión de vida o muerte.

La posibilidad de conservar vacunas y otros fármacos a bajas temperaturas es un factor clave en las estrategias de salud pública; sin embargo, numerosas comunidades carecen de recursos para comprar refrigeradores y aun de electricidad para hacerlos funcionar.

Una pequeña empresa vanguardista de Austria parece haber hallado una solución. En 1996 el ministerio austriaco de Ciencia encomendó a Gerhard Kunze diseñar para Tanzania un sistema de refrigeración de leche que funcionara con energía solar. El refrigerador tenía que ser fácil de construir y trabajar sin electricidad. Este proyecto nunca se concretó, pero Kunze continuó con sus investigaciones. En 2001 SolarFrost Research and Development recibió financiamiento de un fondo que apoya propuestas ambientalmente sustentables.

La tecnología convencional de refrigeración consiste en comprimir un refrigerante, como el gas freón, para calentarlo; luego se le hace pasar por un serpentín para condensarlo; el líquido resultante llega a una válvula de expansión, donde se enfría y evapora. Este gas atraviesa una serie de tuberías para absorber el calor y reducir la temperatura dentro de un refrigerador, una cámara frigorífica o, en el caso de los sistemas de aire acondicionado, un edificio.

SolarFrost utiliza tecnología de absorción de amoniaco-agua, desarrollada hace más de 70 años. Con la energía del sol, estos sistemas convierten el calor en frío sin necesidad de electricidad o mecanismos. Los sistemas de refrigeración basados en absorción de amoniaco-agua suelen requerir temperaturas iniciales muy altas (alrededor de 150 grados centígrados) para poder enfriar por debajo de cero grados. Con las celdas solares usadas normalmente para calentar agua o aire es muy difícil alcanzar esas temperaturas. SolarFrost ha desarrollado un nuevo ciclo de enfriamiento del amoniaco y un método para aprovechar mejor el calor residual del proceso de absorción, lo que ha incrementado la eficiencia del sistema de enfriamiento y le permite operar con temperaturas iniciales más bajas, de entre 70 y 120 grados centígrados.

Esta tecnología permite fabricar refrigeradores de distinta capacidad, de acuerdo con las necesidades de enfriamiento. Por ejemplo, una máquina con capacidad de entre 0.5 y un kilovatio es suficiente para vacunas, medicamentos y bebidas. No obstante, la tecnología de SolarFrost podría usarse para construir aparatos con una capacidad hasta de 200 kilovatios, para bodegas refrigeradas. Fieles a los objetivos para las que fueron concebidas inicialmente, estas máquinas pueden usarse para refrigerar perecederos, lo cual permite a los agricultores de los países en desarrollo que sus alimentos duren más en los anaqueles.

SolarFrost no construye refrigeradores, sino que ofrece licencias para el uso de su tecnología. Una compañía austriaca, Econic Systems, especializada en equipos de calefacción y aire acondicionado, adquirió una licencia para desarrollar un aparato con capacidad de entre dos y 12 kilovatios de uso residencial y comercial.

Pese a haber ganado varios galardones, entre ellos el Premio Internacional a la Cooperación para el Desarrollo Sustentable, SolarFrost ha encarado dificultades para financiar investigaciones. Kunze, hoy director ejecutivo de SolarFrost, está ansioso por atraer inversores a cambio de licencias.

Kunze explica que las tecnologías de refrigeración actuales son como "fósiles de dinosaurios". La investigación en termodinámica, afirma, se detuvo en los años 30, cuando se descubrió la fisión nuclear. Las investigaciones de SolarFrost, sostiene, han sido para la tecnología de refrigeración un salto tan grande como lo fue pasar de los procesadores del tamaño de una habitación en los años 50 a las actuales computadoras personales. "Antes, para un frigorífico se necesitaba una unidad del tamaño de un armario. La actual es del tamaño de un libro", dice.

En países cálidos, hablar del uso de energía solar para refrigerar puede parecer un disparate; sin embargo, esta tecnología puede salvar vidas en el mundo en desarrollo.

Traducción de textos: David Zúñiga

 
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