Usted está aquí: martes 29 de mayo de 2007 Capital Barrancas, laderas y lechos secos, zonas de riesgo en AO

Identificados, 133 puntos críticos en la demarcación en la época de lluvias

Barrancas, laderas y lechos secos, zonas de riesgo en AO

Temor constante de habitantes a desbordamiento de presas, deslaves e inundaciones

ROCIO GONZALEZ ALVARADO

Ampliar la imagen Una de las zonas de alto riesgo en la delegación Alvaro Obregón es la colonia Puente Colorado Una de las zonas de alto riesgo en la delegación Alvaro Obregón es la colonia Puente Colorado Foto: Carlos Ramos Mamahua

Los asentamientos humanos irregulares ubicados en laderas de cerros, barrancas y lechos secos de ríos de la ciudad de México continúan siendo los principales puntos de riesgo durante la temporada de lluvias, en donde sus habitantes suman cada año a su depauperada vida, el temor constante de que se desborden las presas, los afluentes reclamen sus cauces o se presenten deslaves.

Un reflejo de esta situación se vive en la delegación Alvaro Obregón, en donde se tienen identificados 133 puntos críticos en los que están en peligro unas 5 mil personas, que se resisten a dejar sus hogares, y en su lugar piden a las autoridades la realización de obras que mitiguen el riesgo.

En el otrora río Atesquilo -convertido en basurero y canal de desagüe-, que divide a las colonias Rincón de la Bolsa y Torre de Potreros, en la parte alta de la delegación, cientos de viviendas se ubican a dos metros del despeñadero.

Esta franja de seguridad se diluye en el hogar de la familia Gómez Mejía, en donde, inclusive, las costaleras y el cemento incrustado en sus bases para detener el talud de cerca de 15 metros se encuentran al descubierto.

"Temor sí hay, pero que más podemos hacer, a dónde nos vamos a vivir", dice uno de los inquilinos de esta vivienda, que de colapsarse arrastraría consigo a cinco más. La señora María Merced Ortiz asegura que en el lugar ya ha habido más de un deslave, pero "afortunadamente sólo se ha llevado árboles".

De hecho, estos episodios han dejado su huella. En la ribera del afluente lucen como testimonio de su paso planchas de concreto que fueron colocadas después de los incidentes. Los colonos indican que durante la administración del panista Luis Eduardo Zuno se hizo un colector marginal para aminorar el problema, pero colapsó en la primera temporada de lluvias.

"Si yo que soy vieja, ni bien leída ni escrita les decía a los trabajadores por qué se meten en ese atascadero si no van a hacer las cosas bien. Pusieron tubos de tal tamaño que no aguantaron la fuerza del agua. La primera vez que llovió las coladeras parecían fuentes", relata doña María.

Caídas frecuentes

Para añadir algo más a sus males, los pobladores de ambas colonias, sobre todo estudiantes de primaria y secundaria, se ven obligados a cruzar a diario el afluente a través de dos endebles puentes hechos con bases de camas y retazos de madera, láminas y alfombras. Las caídas son frecuentes.

A unos kilómetros de distancia, en la colonia Rómulo O'Farril, se viven riesgos similares. En el camino al Desierto de los Leones y la ruta del antiguo ferrocarril a Cuernavaca, 80 familias de escasos recursos levantaron sus viviendas a lo largo de la vía, que cruza el arroyo San Angelín que conecta a la presa de Texcalatlaco.

Ahí la pobreza recorre el estrecho corredor y las lluvias tempraneras han comenzado a dejar estragos. En la diminuta vivienda de doña Irma Rivera el techo de láminas de cartón está convertido en una coladera y en sus paredes, sin ningún castillo, se asoman sendas grietas, que cubre con pedazos de plástico. "Le pongo un poco de silicón y ya no pasa nada", dice sin tener conciencia del todo del riesgo que significa estar encima de lo que fuera un basurero.

Otro tipo de peligro se cierne en la colonia Puente Colorado, donde una docena de familias vive al pie de un talud de poco más de 30 metros de altura. En la esquina de las calles Río Colorado y Río Bolga los más afectados son una pareja de adultos mayores, Froylán Espinoza y Esperanza Luna.

"A cada rato y cualquier época hay desprendimientos, Dios nos libre de que en las lluvias no caiga un pedazo grande. Vivimos con el temor, pero aquí nos orilló la pobreza, ojalá que algún día la Virgen me diera licencia de ver mi casa segura", dice acongojada doña Esperanza.

 
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