Usted está aquí: viernes 25 de mayo de 2007 Opinión Economía Moral

Economía Moral

Julio Boltvinik

Teoría del valor del trabajo en el laberinto campesino

Estacionalidad agrícola y sobrevivencia: problemas no resueltos

Continuando nuestro diálogo en La Jornada, Armando Bartra (AB) respondió el 15 de abril a la entrega de Economía Moral (30/3/07). AB establece "tres diferencias -no antagónicas-" entre nuestras posiciones sobre y alrededor de la pregunta de por qué sobreviven los campesinos (por qué esta forma de producción no capitalista sobrevive en el seno del capitalismo): las causas de la pobreza/explotación de los campesinos, las implicaciones de la renta diferencial de la tierra y el papel de la diversificación agropecuaria. Sólo abordo hoy la primera diferencia sobre la cual señala que su "búsqueda se dirige a las causas de la explotación, no de la pobreza, y que si el precio de sus cosechas no retribuye al campesino los días muertos (derivado del carácter estacional de los requerimientos de trabajo en la agricultura), éste empobrece pero el trabajo no ejercido no es explotado (como no sufre explotación el desempleado, aunque también él tenga derecho a un subsidio)". De esta afirmación de AB se puede inferir la diferencia de interpretación teórica entre ambos que se refleja en nuestras respectivas recomendaciones de política.

El campesino típico cultiva una parcela con el trabajo familiar; una parte de la cosecha la destina a la venta y otra al autoconsumo, pero el ingreso (monetario y no monetario así obtenido) no le alcanza para sobrevivir, por lo que debe vender su fuerza de trabajo en la agricultura o fuera de ella para obtener ingresos adicionales. El carácter dual de productor independiente y trabajador asalariado de temporal lo considera AB como parte esencial del carácter de clase del campesinado. Hace notar la insuficiencia de ingresos, pero no va al fondo del por qué de ella. Es evidente que se trata de una anomalía. Durante milenios, la agricultura ha sido la base de la civilización y, con tecnologías menos avanzadas que las disponibles hoy, sirvió para alimentar a los productores y generar enormes excedentes. ¿Cómo es posible, entonces, que al campesino actual no le baste el ingreso de su parcela y que, para sobrevivir, deba complementarlo con trabajo asalariado? Parte de la explicación es, desde luego, que la mayor parte de los campesinos tienen acceso a superficies muy pequeñas, de "tierras malas y remontadas", como dice AB, de tal manera que la cosecha es en algunos casos insuficiente para la subsistencia familiar incluso si se destinase toda al autoconsumo. Pero los alimentos representan entre los habitantes rurales más pobres alrededor de 50 por ciento del gasto de consumo, lo que significa que los campesinos que no obtuvieran ingresos extra parcelarios estarían obligados a vender alrededor de la mitad de su cosecha.

AB utliza las categorías de la economía política marxista. Si las aplicamos tal cual, los productos agrícolas tendrían un valor igual al tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción. ¿Será ello, por tanto, signo inequívoco que, en efecto, la teoría marxista del valor "avala" la práctica vigente de formación de los precios agrícolas que consideran únicamente los días efectivamente trabajados? Consideremos también el valor de la fuerza de trabajo (FT). Como mercancía, su valor es igual a la "cantidad determinada de trabajo medio social objetivada en ella" (Karl Marx, El Capital, Tomo I, vol.I, p. 207, Siglo XXI editores). La producción doméstica familiar sin vínculos mercantiles en la agricultura consistiría en la (re)producción continua, día con día de FT que se aplicaría a la agricultura (casi) sólo en los periodos de siembra y cosecha (60 días de trabajo anual en el caso del maíz; P=C + V365; P es el valor de la producción; V, el capital variable o valor de la FT, igual al valor de los medios de subsistencia por 365 días, y C, capital constante: medios de producción y tierra). Sin embargo, cuando este hogar vende su cosecha, recibe por ella no los 365 días invertidos en la FT sino sólo los 60 efectivamente invertidos en la producción, y no podrá sobrevivir hasta el siguiente ciclo agrícola (en este caso P=C+V60).

Marx formuló su teoría del valor trabajo pensando en la industria, lo que se aprecia cuando al explicar el proceso de consumo de la fuerza de trabajo empieza diciendo: "El obrero trabaja..." (op. cit., p. 224). Marx no enfrentó los problemas que las peculiaridades estacionales de la agricultura plantean a su teoría del valor. A pesar de percibir con lucidez este problema, en la frase citada al principio de esta entrega AB asume que así es, que no hay explotación en el pago de 60 días por una fuerza de trabajo que requiere medios de subsistencia por 365 días. Mi postura, en cambio, es que este hecho conlleva un subsidio del campesino a la sociedad, que compra alimentos baratos (valuados con V60 en vez de V365) y que ello constituye una forma de explotación (todos explotamos a los campesinos y al hacerlo los pauperizamos) que debe ser compensada con subsidios como lo hacen la UE, Japón y EU.

AB no rechaza los subsidios, pero no le gusta subsidiar el monocultivo, preferiría subsidiar la diversificación. No comparte mi idea que dichos subsidios son solamente una compensación para que seamos todos los que paguemos la estacionalidad agrícola y no sólo los campesinos. En rigor, la palabra subsidio es inadecuada. La mejor solución sería, para los campesinos y para todos, el Ingreso Ciudadano Universal (ICU) que garantizaría a todos (eliminando la necesidad del campesino de convertir su pobreza en itinerante) un nivel de vida digno. Habría que empezar la introducción del ICU con los campesinos.

 
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