Usted está aquí: miércoles 23 de mayo de 2007 Opinión Jazz

Jazz

Antonio Malacara

¿Conquistar el mundo? (1)

Ampliar la imagen Michael Brecker Michael Brecker Foto: Archivo

HACER UN RECUENTO minucioso de la situación de nuestro jazz en estos días requeriría, mínimamente, de un libro. Aunque no se trata de eso. Esta vez echaremos mano del poco o mucho poder de síntesis que hayamos podido conservar después de medio siglo; y aunque seguramente terminaremos improvisando entre la emoción y el delirio, hicimos unos pequeños apuntes para no perdernos en el limbo, y para no abusar ni de su tiempo ni de nuestra salud mental.

EN LA ESCENA internacional somos prácticamente invisibles; a no ser por la sensación y admiración que en los pasados años ha despertado Antonio Sánchez a escala mundial como baterista base de Pat Metheny (que en realidad hay más concepto en Sánchez que a Metheny) o por sus palomas oficiales con Michael Brecker, Danilo Pérez, David Sánchez y muchos otros etcéteras, nuestro jazz ni se ve ni se oye extrafronteras.

CLARO QUE AHI están las eventuales y muy aplaudidas vueltas que se dan por Europa músicos como Roberto Aymes y grupos como Astillero, Cráneo de Jade o Cabezas de Cera, o los neoyorquinos escarceos de Agustín Bernal, Iraida Noriega, Magos Herrera o Diego Maroto (este último causó furor en el Dizzy's Jazz Club, en noviembre de 2004). Desde hace años, Víctor Mendoza y Mili Bermejo radican en Boston; Olivia Revueltas está en Texas; Jaime Valle en California, Enrique Toussaint en... Mineápolis, creo, y Luiz Márquez en Bélgica.

PERO ESTOY CONVENCIDO de que muy a pesar de vivir en estos tiempos de globalización y libre comercio y dictadura de mercado, la situación del jazz, y de todas las manifestaciones artísticas en sí, debe verse y valorarse en función de su desarrollo local, de la repercusión lograda sobre su propia comunidad, del papel que ejerce como protagonista y catalizador de nuestra propia cultura.

¿ES NECESARIO ENTONCES que se internacionalice, que los jazzistas mexicanos se integren a los circuitos mundiales de distribución de discos y organización de festivales?

CLARO QUE NO estaría nada mal. Al contrario. Los europeos y los vecinos del norte y los japoneses y todo mundo podría disfrutar así de estas mágicas espirales de vida, y nuestros músicos tendrían una lana extra y los libros de Derbez, de Quirarte, de Monsalvo y de Malacara podrían vender más de 10 ejemplares. Y todos seríamos felices y comeríamos codornices.

PERO AL NO suceder esto (todavía), el jazz mexicano no queda automáticamente ni subvaluado ni deteriorado. Por supuesto que no. Sus funciones estética, social, sicológica, lúdica y tribal siguen viento en popa.Y esto, mientras menos se racionalice, mientras más a gusto y balanceante permanezca en la esfera de las sensaciones, mejor para todos.

SEA, PUES, EL jazz mexicano. Que no necesita colgarse ni penachos ni collares de tunas para ser más mexicano o lucir más nacionalista. De entrada, el hecho de respirar este aire lo hace mexicano. (2)

POR SUPUESTO QUE la búsqueda de nuevas sonoridades es siempre una buena nueva. Pero lo es más aún ya no la búsqueda, sino el encuentro.

LOS EJEMPLOS SOBRAN y no podemos enlistarlos todos en esta mesa. Baste mencionar rápidamente los ejemplos de Orbis Tertius, de Jalapa, y sus estupendos arreglos a La Bruja y otros sones jarochos, o el reciente disco debut de Huazzteco y su fusión en ciernes con el huapango y los sones huastecos, o volteando hacia Oaxaca, está el grupo Nunduva Yaa, que entreteje con genialidad el sonido mixteco con los códigos del jazz. O bien Ameneyro, de San Cristóbal de las Casas, que reivindica a la marimba como instrumento protagónico de la música contemporánea.

EL JAZZ EN MEXICO está más vivo que nunca. Y normalmente lo ha hecho no gracias a las instituciones del estado, sino a pesar de ellas.

ES UN TREMENDO gusto verlos alrededor de una propuesta que debemos seguir fortaleciendo día con día; los músicos por medio de sus conceptos y nosotros con nuestra mera presencia, con nuestro apoyo y testimonio, para que juntos logremos dignificar un poco el ser de este país, tan sobrado de políticos oportunistas y tan cerca del colapso, es decir, tan a punto de irse derechito a la chingada.

(1) Fragmento de la ponencia presentada en el coloquio Viaje al Fondo del Jazz, Abril 27, 2007

(2) A un joven etnomusicólogo se le erizaron los pelos al oír esto.

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