Usted está aquí: lunes 21 de mayo de 2007 Política La Europa de Frontex

Matteo Dean

La Europa de Frontex

Medsea, Pev, Iconet, Eurosur, Europol, Sive, Frontex... son los términos que hay que aprender a descifrar para entender el proceso constitutivo de la nueva Europa. Siglas y acrónimos tras los cuales se esconde la inseguridad evocada por los gobiernos con el fin de justificar políticas represivas y de control cada día más avanzadas.

Todas y cada una de estas siglas representan una misión y un operativo. Representa millones de euros gastados en implementar instrumentación muy sofisticada para controlar el tránsito ya no sólo a través de las fronteras europeas, sino más allá, en los llamados países de tránsito, los del norte y la costa occidental de Africa, y los de la orilla oriental del Mediterráneo. Representa decenas de "voluntarios", militares y policías, miembros de las respectivas corporaciones de cada país de la Unión Europea (UE) que se desplazan en el interior del territorio hacia fuera, hacia aguas internacionales para rechazar los barcos de la miseria. Representa, en fin, la mano europea que aplasta las vidas de decenas de seres humanos todos los días.

De acuerdo con el último informe de Fortress Europe, el blog del italiano Gabriele del Grande que se dedica a monitorear las muertes de migrantes en su viaje a Europa, sólo en abril murieron 28 migrantes -21 en la vía de las Canarias, tres en Grecia, dos en Argelia y dos en Málaga-, elevando la suma total de muertos a 8 mil 212 desde 1988. Y el blog citado sólo suma las muertes anunciadas en los medios periodísticos. Lo cierto es que operativos como el mencionado han reducido la llegada de barcos. O más bien han desviado las rutas de entrada a la UE. Y todo gracias a la agencia europea Frontex, el mater omnia de todas las siglas.

Frontex es una agencia de la UE fundada en 2004, encargada de controlar los flujos migratorios y rechazar las llegadas de migrantes clandestinos. Con sede en Polonia -nadie explica qué hace Frontex tan lejos de las fronteras marítimas europeas, lugar donde más opera-, se ha configurado a lo largo de tan sólo dos años y medio cual instrumento, ahora sí, multilateral del combate a la inmigración indocumentada hacia Europa. El problema es que Frontex no está cumpliendo cabalmente con su función, pues si bien es cierto que han disminuido los desembarques en las playas frecuentadas en años recientes -sólo en las Canarias hubo 56 por ciento menos de llegadas en el mismo periodo del año pasado- los migrantes y sus passeurs están escogiendo nuevos destinos. Así, hoy, en la víspera del verano que con el calor lleva oleadas de desesperados a Europa, los europeos aterrorizados por los nuevos "bárbaros" del sur del mundo asisten a desembarques en otras costas. Al mismo tiempo, operando Frontex con sus 116 barcos, 27 helicópteros, 21 aviones y 400 radares móviles también en las costas de los países de tránsito -según acuerdos económicos bilaterales entre la UE y los países originarios-, las rutas se han alargado, causando que hoy los migrantes no sólo tengan que subirse a barcos más pequeños y rápidos, con tal de escapar de la intercepción, sino que tienen que salir aún desde más lejos -Guinea y Senegal son señalados como salidas- y, al mismo tiempo, alargar sus rutas más adentro del océano Atlántico, con todos los riesgos que esto conlleva. Si esto fuera poco, el 26 de abril pasado, el Consejo de la Unión Europea aprobó la creación de un cuerpo especial de agentes fronterizos europeos constituido en patrullas de rápida intervención. Se llaman Rabbit y son tripuladas por alrededor de 450 hombres, también voluntarios, capaces de desplazarse a la frontera y al país que los necesite.

La demostración de que la UE no se divide en torno a estos temas, como sí hizo con ocasión de la Constitución política europea u otras medidas de política exterior -el ejemplo mayor es la intervención militar en Irak-, no sólo está el dato sorprendente de los números de la votación del Consejo que aprobó la creación de Rabbit, con 526 votos a favor y sólo 63 contrarios; sino que también están los euros gastados e invertidos en todas estas medidas. Para los patrulleros de Rabbit se prevé que los agentes seguirán siendo pagados por los estados de procedencia; sin embargo, traslado, comida y alojamiento serán cubiertos por Frontex, a la cual la UE ya ha entregado 10 millones de euros para cubrir el rubro.

En cuanto a las otras actividades de la agencia europea, la UE destinó para este año 33 millones 980 mil euros. Además Frontex cuenta con los fondos del programa Fronteras Externas, que a su vez posee casi 2 mil millones de euros en el ejercicio económico 2007-2013.

Así las cosas en Europa. Mientras los ciudadanos de derechos, nacidos y merecidos europeos, se preparan para un verano que se pronostica climáticamente muy cálido, buscan las dietas oportunas para presumir los trajes de baño recién comprados y ahorran para pagar su puesto en las playas del Mediterráneo, la UE se alista para que esas playas no vean extranjero indocumentado alguno y aterroriza a la población acerca de la temida invasión migrante, escondiendo, como siempre, el fin real de todo esto: controlar la fuerza de trabajo migrante y satisfacer la cada día más de moda mentalidad xenófoba.

 
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