Usted está aquí: domingo 20 de mayo de 2007 Opinión A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

La orfandad con rostro humano

Ampliar la imagen En mala hora, la denuncia de "traición" de Roberto Madrazo En mala hora, la denuncia de "traición" de Roberto Madrazo Foto: Francisco Olvera

Ruedan cabezas, decían las crónicas del presidencialismo cuando el inquilino de Los Pinos era árbitro de última instancia, generoso repartidor de todos los dones, implacable ejecutor de la justicia del pueblo. Ya no digamos la de la Historia, invocada para desalentar cargos, juicios y prejuicios en un sistema que todavía no era del todo litigioso.

Ruedan cabezas es hoy grito de angustia y nota principal en los medios de comunicación masiva desbordantes de la sangre de una sociedad hundida en la barbarie. Pasan de mil los asesinatos en el ajuste de cuentas con el crimen organizado que puso en jaque al poder constituido y llevó a Felipe Calderón a jugarse el todo por el todo, a recurrir a las fuerzas armadas para combatir en una guerra que lo es de veras y no sólo calificativo retórico, mediático, demagógico. La verdad es la primera víctima de todas las guerras, dijo algún sabio. Lo cierto es que estamos enfrascados en implacable lucha intestina, con el enemigo en casa y sin avizorar el final, que no puede sino ser el del retorno del Ejército a sus cuarteles, una vez que se haya domeñado a la violencia armada y desalmada, una vez que se haya hecho el milagro de integrar un cuerpo de policía federal capaz de garantizar los derechos de los mexicanos.

Lo mismo dicen todos los bandos de nuestro sistema plural de partidos, cada uno a su modo, cada uno intentando llevar agua a su respectivo molino, cada uno despistado, sin idea de qué hacer y cómo librar simultáneamente la guerra contra la pobreza. Hic sunt leones, anotaban los cartógrafos de la antigüedad. Pero atrás de las mesas en las que habrán de retomar la reforma del Estado nuestros políticos, hay fieras reconocidas que mal podrían llevar ante la Suprema Corte de Justicia, que debería ser, decía y decía bien, Margarita Michelena, Corte Suprema de Justicia. Porque anteponen los adjetivos nuestros vecinos gobernados hoy por "el adocenado del norte". (Salud, José Blanco.) Logramos y malogramos la reforma electoral. El dinero impuso su ley y entregó el cetro a los medios electrónicos; se nos trastocó la división de poderes y pusimos todos los huevos en la canasta del Judicial.

Ahí se juega el destino de los instrumentos con los que los tránsfugas de rostros plurales tendrían que enfrentar el reto de reformar el Estado: las leyes de radio y televisión y de telecomunicaciones. Y ahí podría, además, consolidarse la distorsión de la separación de poderes que con velo de ingenuos quisieron llamar "cooperación" de poderes, aunque emborronaran El Espíritu de las Leyes de Montesquieu. Sesiona la Corte, aparentemente decidida a legislar. Entre la bruma, la insospechada claridad de Enrique Peña, a quien exigieron reducir las penas de los presos de Atenco y respondió que eso era asunto del Poder Judicial, que no se podían reunir el Ejecutivo y otros poderes en una persona.

Menos mal que empiezan a mostrar el rostro los de las máscaras democratizadoras y los antifaces alternantes. Santiago Creel despertó del sueño de la sucesión al alcance de la boca cerrada y denunció que la ley Televisa fue producto de presiones del poder mediático y del miedo de los que se pusieron de hinojos ante los dueños de la televisión-sala del juicio, hacedora y destructora de imágenes. Algo así como lo que decían era el del cesarismo sexenal. Poder con muchos rostros el del formidable aparato de difusión que no es medio sino participante. Deslumbrado por el brillo prometido, el entonces secretario de Gobernación cerró los ojos. Cuando sus compañeros de partido le pidieron nombres, Creel recuperó la cautela para invocar las presiones de la pugna electoral, del miedo colectivo a disgustar al gran poder electrónico. Menos mal que ante la inminente resolución de la Corte sacaron la cara Manuel Bartlett y Javier Corral, quienes se opusieron a tiempo y demandaron la inconstitucionalidad de la ley aprobada.

Caras vemos. De militancia partidista no sabemos. Roberto Madrazo perdió en 2006 y supo irse, alejarse de los lamentos. Pero volvió y denuncia "traición" en mala hora, porque el PRI podría ganar las gubernaturas de Yucatán y de Baja California. Primicias sexenales por torpezas de gobernadores que se empeñaron en que las elecciones estatales fueran cercanas a las federales, con la ilusión de servir al patrón y nada deberle al pasado. Los del PAN fueron adoptados por la pareja foxiana en la alternancia y abandonados a las puertas de una iglesia al irse el de la incontinencia verbal y amarrarse al yunque de la ultraderecha. Manuel Espino es el rostro del falangismo, el de los que "tienen, por eso no lloran, de plomo las calaveras."

Mientras no haya quienes se comprometan a combatir y abatir la pobreza, iremos de tumbo en tumbo, dando vueltas a la noria. Y a merced de la barbarie desatada por el narcotráfico que nos ha puesto al borde del abismo, del estado de excepción, de la suspensión de garantías individuales sin solicitarla al Congreso de la Unión.

Así transcurre el mandato recibido por Felipe Calderón. Imposible que quienes se ocupan de la cosa pública permanecieran inmóviles como estatuas de sal con la vista fija en los agravios del pasado electoral. No digo que se olviden del fraude que reclaman, que dejen a Andrés Manuel López Obrador predicando en el desierto. Pero quien no actúe quedará tirado a la orilla del camino. Se quedaron con las redes llenas de agujeros. Los poderes constituidos y fácticos siguen su camino, Las oportunidades se pierden.

Carlos Navarrete y Javier González Garza ejercen facultades que la ley y el voto les asignaron. Marcelo Ebrard contó el monto de la deuda y llamó en su ayuda a Pedro Aspe. Al reformista de los pactos, al que privatizó Teléfonos de México y algo más. Aspe el tecnócrata. Sí, pero el muy eficaz operador financiero. Aunque ahora la izquierda sonámbula quiera quitarle anticipadamente los alfileres a la economía del DF. Cuando la facción es brava hasta a los de casa muerde.

En Oaxaca, los maestros de la sección 22 acuerdan con Ulises Ruiz; la APPO toma la sede perredista y amenaza con el "voto de castigo" a la coalición PRD-PT-Convergencia, porque les prometieron espacios y no les cumplieron. En Yucatán postularon a un cómico, popular, desde luego, para perder alegremente con el aburrido candidato del PAN o la inesperada sorpresa de la simpatía que despertó entre los peninsulares la candidata del PRI.

Ivonne Ortega va a derrotar a Xavier Abreu. El PRD no podrá llegar a tribunales, como el PAN. Peor es chile y agua lejos, dicen los campiranos. El inconcebible Manuel Espino lanzó la pública bravata del retorno al Ave César: el PAN, dijo, le va a obsequiar la victoria en Yucatán al presidente Calderón.

En Quintana Roo mostró Felipe Calderón el rostro sonriente del jefe que despide en público al delegado de la Semarnat. El gobernador Félix González Canto no dejó traslucir sorpresa alguna. Y ahí estaba el alcalde de Cancún, modelo para armar en las memorias de Madrazo.

Rostros sonrientes los de Miguel Angel Yunes, Juan Molinar Horcasitas, Germán Martínez y Javier Lozano en la sesión solemne de la junta directiva del ISSSTE. Y a un paso, cara a cara, Felipe Calderón y Joel Ayala. Muy cercanos, como si se supieran algo.

 
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