Usted está aquí: martes 15 de mayo de 2007 Economist Intelligence Unit Superando obstáculos

Superando obstáculos

Economist Intelligence Unit

Los operadores de telefonía móvil no saben qué hacer con todas sus redes de alta velocidad

Desde la torre donde se encuentra el centro de investigación y desarrollo de Samsung alcanza a verse la enorme obra inmobiliaria conocida como Ubiquitous City (Ciudad Ubicua), a una hora de Seúl. En breve, allí surgirá un ultramoderno conjunto de apartamentos donde todo estará interconectado y controlado en línea.

En Samsung están orgullosos de este proyecto porque involucra muchos de los sectores en los que participa la compañía, desde electrodomésticos y aparatos electrónicos hasta telefonía celular. Otras firmas sudcoreanas también participan, apoyadas por el gobierno. Joo Sik Lee, jefe de desarrollo de nuevos negocios en SK Telecom, el principal operador de telefonía celular del país, explica por qué estos trabajos son tan importantes: "Todo mundo tiene un teléfono celular. Tenemos que encontrar nuevos modelos de negocios y nuevos usos".

SK Telecom introdujo la tecnología que permite realizar transferencias bancarias por dispositivos portátiles, y prueba aparatos que monitorean la salud de los usuarios. También ha instalado en sus teléfonos lectores de tarjetas de identificación por radiofrecuencia para obtener información sobre productos en tiendas de autoservicio y otros establecimientos. Incluso coordina actividades con sus filiales de la construcción para automatizar con sistemas inalámbricos casi 120 mil hogares sudcoreanos este año. Por unos cinco dólares al mes, los clientes podrán revisar a distancia los termostatos y sistemas de seguridad de sus viviendas, así como encender o apagar las alarmas contra incendios o las luces.

Japón proyecta algo similar. El diseño de sistemas inalámbricos que eviten choques de automóviles conjuntará a las industrias automotriz y de la informática de ese país. Una escuela privada de Tokio colocó localizadores en las mochilas de los niños para rastrearlos. En la tienda departamental Mitsukoshi, etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID, por sus siglas en inglés) ofrecen a los compradores información detallada sobre cosméticos y otros productos.

Hasta ahora estos dispositivos son relativamente simples, reconoce Kazuo Murano, presidente de Fujitsu Laboratories. Sin embargo, marcan el comienzo de una infraestructura que puede extenderse a diversos usos.

El entusiasmo por las tecnologías inalámbricas en parte de Asia se refleja en Europa y Estados Unidos. Los operadores de telefonía móvil invierten miles de millones de dólares en redes que ofrezcan servicio de Internet de alta velocidad. Los sistemas 3G están siendo actualizados y se analiza el potencial de la tecnología llamada WiMax; muchos ejecutivos esperan que ésta no sólo sirva para comunicar teléfonos y usuarios, sino también otros aparatos portátiles, máquinas, mascotas, automóviles y viviendas.

Sin embargo, no existe garantía de que estos servicios tendrán demanda porque la tecnología no se ha desarrollado; se desconoce cómo cobrar por su uso; la seguridad informática sigue siendo un gran dolor de cabeza, y muchos de los usos previstos involucran comunicaciones de corto alcance que ni siquiera utilizarían la red móvil, por ejemplo, bajar la intensidad de la luz en una habitación o transferir un video de un aparato a otro.

Lo peor es que un mundo donde los usuarios puedan conectarse a las redes, hacer lo que quieran y desconectarse cuando lo deseen, como si navegaran por la red con una computadora, va contra los fundamentos de la industria de las comunicaciones, que prefiere controlar las actividades de sus clientes para garantizar la calidad del servicio y mantener tarifas altas. La misma política de acceso restringido que impide usar Skype (servicio telefónico por Internet) en los celulares también mantiene a los usuarios a salvo de virus. Por ahora, la mayor parte de los ingresos proviene de llamadas de voz. A medida que estas tarifas bajen, los operadores buscarán aumentar sus ingresos al ofrecer descargas de música y videos en los teléfonos.

Sin embargo, algunos operadores de telefonía celular insisten en cambiar su modelo de negocios. El director de tecnología de Sprint Nextel, Barry West, prevé un mundo donde cualquiera que compre un televisor o una lavadora pueda conectarse a la red de Sprint, la cual estaría abierta a Internet y permitiría al usuario ver lo que quisiera en lugar de recibir los contenidos de la empresa contratada por el proveedor, como ocurre hoy con la mayoría de los teléfonos celulares.

Medio inteligente

¿Esto no convertirá la red de Sprint en simple mercancía? "En absoluto", sostiene West. La empresa pretende cobrar una cuota extra por servicios especiales, igual que las aerolíneas con los boletos de clase ejecutiva, explica. Además, planea vender a publicistas buena parte de la información de la compañía sobre sus clientes. Así, un tablero interactivo en la calle podría mostrar en un momento un anuncio dirigido a madres jóvenes y luego uno para fanáticos de los deportes y la cerveza. "Estamos pasando de ser una compañía de comunicaciones a una de medios", dice.

Sprint es el primer proveedor de telefonía móvil en presentar un plan de acción para el acceso inalámbrico a Internet. Sin embargo, todos los operadores están sintiendo la presión de la red.

Fijar precios es clave. En Europa, cada usuario utiliza en promedio menos de 250 minutos de tiempo aire al mes, y en Estados Unidos el promedio es de más de mil. La principal razón podría ser la estructura de precios. Cuando NTT DoCoMo, de Japón, aplicó una tarifa fija para enviar datos (por ejemplo, fotos de un teléfono a otro) trascendió que en sólo unos días su tráfico en la red se había multiplicado. En Europa y Estados Unidos mucha gente toma fotos con sus teléfonos celulares, pero pocos las envían porque les preocupa que sea muy caro hacerlo. Sprint espera atraer más clientes al simplificar las tarifas y ofrecer acceso abierto a Internet.

Para su nueva red, la compañía escogió WiMax, tecnología respaldada por la industria de la informática, especialmente por Intel, en lugar de los proveedores tradicionales de telecomunicaciones. WiMax utiliza el protocolo de Internet para brindar una conexión sin problemas, a diferencia de las redes de telefonía celular, que manejan el tráfico por medio de protocolos diseñados para llamadas telefónicas. "Hoy día, tratar de conectarse a la red con un teléfono o un BlackBerry es un trabajo arduo, por decir lo menos", se queja el presidente de Intel, Paul Otellini.

Los especialistas de la industria discuten sobre si WiMax es más eficiente que los sistemas mejorados de telefonía celular de tercera generación (3G), pero la mayoría reconoce que a fin de cuentas el desempeño de ambos será el mismo. La diferencia radica en cómo se fabrican y venden los equipos, apunta Vanu Bose, fundador de Vanu, compañía de servicios inalámbricos. La industria de la computación prefiere los estándares abiertos, de tal forma que un dispositivo pueda ser sustituido por cualquiera que cumpla las mismas especificaciones; en cambio, la industria de las telecomunicaciones se ha beneficiado por mucho tiempo de mantener a los usuarios cautivos con tecnologías exclusivas. Además, hay ocasiones en que equipos similares de diferentes fabricantes no funcionan bien juntos.

WiMax elimina este problema al fijar un estándar para todos los competidores. Se espera que eello reduzca los costos de los equipos inalámbricos al nivel de simples mercancías, como ocurrió con las computadoras.

Los proveedores de servicios de red no subsidiarán los aparatos de los usuarios, como hacen los operadores de telefonía celular para convencer a los usuarios de firmar contratos anuales. WiMax no sólo reducirá los costos para los operadores, sino que cambiará su forma de ver el negocio. El problema radica en que esta tecnología apenas ha comenzado a levantar el vuelo. Las redes están en etapa de prueba y los aparatos para el mercado masivo se lanzarán en 2008.

Pese a sus altas expectativas, la industria debe enfrentar una realidad incómoda. Por ejemplo, la mayoría de los aparatos de Samsung y LG -el otro gran conglomerado sudcoreano- se conectan con cables y líneas eléctricas, no por tecnologías inalámbricas. Además, la gente que participa en las pruebas no parece usar mucho los ingeniosos sistemas de automatización del hogar diseñados por SK Telecom. Diversos operadores analizan la posibilidad de ofrecer conexión gratis en la adquisición de paquetes de entretenimiento en línea, y algunos ejecutivos admiten que Ciudad Ubicua es más publicidad que realidad.

No es la primera vez que los planes de la industria deben postergarse. En 2000, antes de la subasta de espectro para tecnologías 3G en Europa, algunos operadores creían que los equipos de interconexión generarían casi 12% de las ganancias, recuerda David Benello, de la consultora McKinsey. Sin embargo, a final la industria decidió concentrarse en los teléfonos, más que en fábricas y máquinas.

Ahora los operadores buscan dar otra oportunidad a las comunicaciones de máquina-máquina. Orange, compañía de telecomunicaciones que opera en Europa, ha creado una división especial, M2M Connect.

La interconexión de aparatos implica ceder control a los usuarios, señala Tim Whittaker, de Cambridge Consultants, que diseña sistemas inalámbricos. M2M ha sido criticada por tratar de impedir a sus clientes trabajar con otros operadores. Así, las compañías de telefonía celular se enamoran de M2M, pero los abrazos de ésta sofocan la innovación. Es más probable que las nuevas tecnologías inalámbricas provengan de compañías más pequeñas con experiencia en informática, las cuales han empezado a dar a las máquinas ojos, oídos y voz.

FUENTE: EIU

Traducción de texto: David J. Zúñiga

 
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