Usted está aquí: domingo 13 de mayo de 2007 Deportes Cientos de jóvenes se foguean en el torneo Puños de Oro

El boxeo, deporte de México; la pobreza enseña a pelear: Sulaimán

Cientos de jóvenes se foguean en el torneo Puños de Oro

PAULA MONACO FELIPE

Ampliar la imagen El Torneo de Aficionados Puños de Oro sirvió de preselectivo para competencias nacionales El Torneo de Aficionados Puños de Oro sirvió de preselectivo para competencias nacionales Foto: Notimex

"Vamos, Daniel, con todo", "¿ya te cansaste?", "que no te abracen", "que te acomoden esa careta", "vamos, es la última", gritaba desde el público Arelia Norberto a su hijo, Luis Daniel Flores, de 12 años, quien peleaba representando a Tlalpan durante el Torneo de Aficionados Puños de Oro 2007, que se disputó en la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixiuca.

"Como mamá paso nervios cuando los veo ahí arriba, pe- ro cuando ganan es una alegría", comentó Arelia, quien tiene dos hijos iniciándose como púgiles.

"La verdad, el boxeo no me gusta mucho, pero los voy a apoyar en todo lo que hagan", confesó, y se fue a consolar al joven, quien no pudo evitar las lágrimas tras la derrota.

Al igual que ella, cientos de madres y padres vociferaron instrucciones a los 340 niños y jóvenes de 45 a 60 kilogramos y categorías gallo, ligero y superligero que participaron de la competencia amateur, preseletiva para torneos nacionales.

En la pelea inaugural, categoría superligero de novatos, Miguel García Avila cayó ante Carlos Zárate, hijo del homónimo campeón mundial gallo (1976).

El boxeo, herencia de sangre

"De niño me gustaba pelearme en la escuela y me decían '¡tú niño, por qué no te metes de boxeador si te gustan los golpes!'", comentó el joven, de 18 años, quien hace algunos meses abandonó la preparatoria y se inició con los guantes.

Zárate lleva pocas peleas y aseguró que se dedicará un tiempo al circuito amateur para aprender lo básico. "Porque si debuto luego de profesional me van a noquear y en la familia está prohibido perder, no se vale", explicó el hijo del legendario Flaco.

La actual campeona mundial supermosca, Ana María Torres, estuvo presente en el deportivo y consideró que "estos torneos son importantes porque sirven para que los chavos se fogueen y se den cuenta de que este deporte no es nada fácil, porque requiere de mucha disciplina".

Cientos de jóvenes, ataviados con vestimenta y calzado para la ocasión, se pasearon por el salón dando brincos y golpes al aire. Después subieron al cuadrilátero para intentar trascender en una de las disciplinas más populares del país.

Uno de ellos fue Edgar Torres, juvenil de gesto recio, contextura maciza y un particular peinado con media cabeza rapada. El representante de la delegación Miguel Hidalgo se plantó con firmeza y no esquivó golpes, sino los esperó mientras propinaba tiros cortos y potentes a su rival, Diego Méndez, de Tlalpan.

Antes de que concluyera el tercer asalto, Torres colocó un puñetazo que hizo sangrar a Méndez y le valió la pelea. Salió sin sonreír, se cambió de ropa y volvió a su barrio.

El boxeo, cultura mexicana

"Este es el deporte de México, del pueblo, de la gente", aseguró José Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, en cuyo honor se realizó el torneo de ayer.

"Y en este país es natural, todos lo saben aunque no lo enseñen" porque los púgiles "salen de las cunas más humildes y la pobreza enseña a pelear", explicó.

Las razones del éxito de los nacionales en el cuadrilátero son históricas, coincidieron Sulaimán y Torres.

Los mexicanos "tienen la sangre indígena que les da valor y un corazón que no les cabe en el pecho", consideró el dirigente; "somos unos guerreros y nuestro orgullo nos hace salir siempre adelante, tenemos el don del boxeo", opinó la campeona oriunda de Ciudad Nezahualcóyotl.

 
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