Usted está aquí: viernes 11 de mayo de 2007 Opinión Economía Moral

Economía Moral

Julio Boltvinik

El fin del trabajo y el ingreso ciudadano

El IC acabaría con el látigo del hambre

Abraham Maslow, autor de la teoría de la jerarquía de necesidades, señala que la experiencia puede revalorar las necesidades más prepotentes (las fisiológicas): "un hombre que ha renunciado a su trabajo por conservar el respeto a sí mismo, y que pasa hambre por seis meses, puede estar dispuesto a volver a su trabajo aun al precio de perder su autorrespeto". A pesar del carácter monótono del trabajo y de las humillaciones que le imponen, el proletario no puede renunciar a su trabajo porque está dominado por el látigo del hambre.

Robert Heilbroner ha mostrado que en la historia de la humanidad hay tres formas de resolver el problema económico fundamental, que define como la movilización de la energía humana hacia el trabajo: la tradición, la coerción o látigo literal, y el látigo metafórico del hambre. La maldición que Jehová impone a los seres humanos expulsados del paraíso: "ganarás el pan con el sudor de tu frente", simboliza el mundo de la escasez en el que siempre ha vivido el ser humano.

Las condiciones para superar esta maldición están dadas desde hace medio siglo. Radovan Richta, encabezando un amplio grupo multidisciplinario de científicos checoeslovacos, afirmó en 1968, en La civilización en la encrucijada, que la automatización "elimina completamente las actividades del hombre en la producción directa y la traslada a las etapas preproductivas: a la preparación tecnológica, la investigación, la ciencia, la preparación del hombre". La automatización hace posible eliminar el arduo trabajo físico: ganarse el pan sin el sudor de la frente. Distinguen, brillantemente, entre necesidad externa e interna: "Por el hecho que la actividad socialmente útil en forma de trabajo no constituye para los hombres una necesidad interna, sino solamente una necesidad de subsistencia externa, las necesidades del hombre están manifiestamente contenidas en la esfera privada".

De la revolución científico-técnica surge también la gran esperanza de superar la alienación y recuperar el carácter creativo de la actividad humana: "una vez que el hombre cesa de producir las cosas que las mismas cosas pueden producir en su lugar, se abre ante él la posibilidad de consagrarse a una actividad creadora que movilice todas sus fuerzas, a la expansión de sus capacidades. La difusión general de este tipo de actividad humana marcará de hecho la superación del trabajo. La necesidad externa... cede su lugar a la necesidad interna del hombre... entonces desaparece la contradicción abstracta entre el trabajo y el placer, entre el trabajo y el tiempo libre: la actividad humana se confunde con la vida".

Pero esta esperanza parece no poder alcanzarse en el capitalismo. El sistema salarial, esencia del capitalismo, se comprime al extremo con la automatización total porque los robots no perciben salarios ni necesitan consumir. El desempleo se hace generalizado. No hay suficientes compradores a quien vender los bienes producidos, que pueden crecer exponencialmente.

El desarrollo de las fuerzas productivas compatible con el capitalismo parece llegar a su fin. Esta contradicción fue percibida desde el interior del sistema, por instituciones y personas interesadas mucho más en la reforma del capitalismo que en su eliminación. Sobresale, al respecto, el economista Robert Thoeobald, uno de los precursores de la discusión del ingreso ciudadano (IC).

En un libro que compiló (El sueldo asegurado, Paidós, Buenos Aires, 1968) nos da a conocer que el concepto de sueldo asegurado (fraseado como "garantía absoluta a la subsistencia abundante") aparece, "quizás por primera vez" en la novela utópica de Edward Bellamy, Looking Backward, publicada en 1888, que demuestra "el modo en que un ingreso garantizado, unido a otras reformas, permitiría la eliminación de numerosos males sociales contemporáneos".

Es interesante que la novela utópica de William Morris, Noticias de ninguna parte, fuese escrita como respuesta al libro de Bellamy que pinta una sociedad socialista centralizada. Sin embargo, continúa Theobald, el interés "por el concepto de ingreso garantizado desapareció de la discusión a principios de siglo", pero la "inminente realidad de la abundancia ha determinado que renaciese el interés durante la década de 1960 y se ha afirmado que el mismo es el método más apropiado de que dispone para impedir nuevos deterioros de la justicia social y la libertad individual".

Añade que uno de los factores que ha estimulado la discusión es la conclusión de que "el permanente influjo de la transformación tecnológica impedirá dar empleo a todos los que lo solicitan", lo que llevará a la necesidad de encarar algunas transformaciones fundamentales del actual sistema socioeconómico que funciona satisfactoriamente sólo cuando la abrumadora mayoría de los que buscan empleo pueden hallarlo".

Theobald aborda otro cambio fundamental que el sueldo asegurado traería en la condición del ser humano: "eliminaría muchas relaciones institucionales que facilitan el control y la dirección del individuo". Sería un freno formidable a quienes buscan obligar "a los hombres a actuar con el fin de servir los intereses egoístas de otros".

El mecanismo del trabajo, que ahora sirve para controlar a los subordinados, empleados y al conjunto de la población, perdería (casi) totalmente tal función. Erich Fromm, en el mismo volumen, resalta que el sueldo garantizado "por primera vez podría liberar al individuo de la amenaza del hambre, lo haría auténticamente libre e independiente de las amenazas de carácter económico, nadie tendría que aceptar condiciones de trabajo movido simplemente por el temor del hambre, la mujer podría abandonar al esposo, el adolescente a su familia".

[email protected]

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.