Usted está aquí: martes 8 de mayo de 2007 Opinión Foro

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Carlos Bonfil

La isla, relato sobre la culpa y la redención espiritual

GUERRA. 1942. CON este título da inicio el prólogo revelador de La isla (Ostrov, 2006), el largometraje más reciente del realizador ruso Pavel Lunguin, relato emotivo sobre la culpa y la redención espiritual. En una isla soviética asediada por el ejército nazi, un marinero y su capitán, ambos recién capturados, se enfrentan a una ejecución inminente. Al primero se le ofrece salvar la vida a cambio de que ejecute él mismo a su superior. Paralizado por el miedo y la cobardía, el marinero opta por la solución más sencilla, debiendo luego sobrevivir y purgar durante largos años la vergüenza de su debilidad moral y de su crimen.

MONASTERIO. 1976. ESTE título coloca al espectador frente a este mismo marinero, convertido ya en un monje solitario a quien sus compañeros y superiores, lugareños y forasteros, atribuyen poderes casi sobrenaturales. El encarna a su manera al ser iluminado que llega a poblar las leyendas populares de la mística eslava, o al religioso enigmático salido de las páginas de Los hermanos Karamazov. La cinta de Lunguin lo muestra a la vez clarividente y milagroso, hombre santo capaz de exorcizar males diversos y dar la absolución a pecadores; él corrige la vanidad y soberbia de sus superiores, su gusto por lo material, todo mediante escarmientos severos y aleccionadores. El espectador conoce sin embargo su secreto, la culpa enorme que lo consume, y puede así asistir al largo itinerario de expiación que es el tema central de la cinta.

A PRINCIPIOS DE los años 90, Pavel Lunguin sorprende en los festivales internacionales de cine por su visión desencantada, entre nihilista y festiva, de la transición de su país del comunismo al neoliberalismo. En Taxi blues (1990), pero sobre todo en Luna Park (1991), el director da cuenta del surgimiento, no sólo de las mafias que controlan toda una economía paralela, sino de grupos paramilitares de extrema derecha que hostigan continuamente a judíos y homosexuales. Una década después, la realidad parece confirmar en la nueva Rusia el afianzamiento de las conductas fundamentalistas y el predominio de la mafia, la supremacía del credo neoliberal, la degradación moral que exacerba el descontento social, el brote de la amenaza terrorista, y la necesidad de un retorno a valores espirituales más acendrados.

LA ISLA ES, de este modo, una parábola casi inevitable en la trayectoria de Pavel Lunguin. Su protagonista, el padre Anatoli, es interpretado por Piotr Mamonov, músico judío en Taxi blues, líder de la banda de rock rusa Zvuki Mu, figura célebre y controvertida que Lunguin rescata ahora para un papel extravagante y por momentos divertido. ¿Crimen y castigo en la Rusia posoviética? ¿ Anatoli, milagrero espiritual o impostor farsante? Lunguin no ofrece mayores respuestas. Elabora un personaje pintoresco y le atribuye una media docena de anécdotas jocosas, desde su relación con el padre Filaret, a quien endereza el rumbo espiritual con drásticas lecciones, hasta su modo humorístico de ocultarse a los devotos y fingir la voz de un Padre más temible y austero de lo que él es capaz de ser, o su manera original de devolverle el caminar a un niño inválido o la lucidez a una joven alucinada. Uno a uno, los milagros y profecías de Anatoli, mismas que incluyen la de su propia muerte, componen un género insospechado, la comedia espiritual, a la vez jocosa y austera, y como el resto del cine de este autor, profundamente desencantada.

LA ISLA SE exhibirá hoy y mañana en la Cineteca Nacional.

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