Usted está aquí: martes 8 de mayo de 2007 Espectáculos Café Tacvba, la más querida del Vive Latino

Café Tacvba, la más querida del Vive Latino

PATRICIA PEÑALOZA

Sesenta mil mozalbetes colmaron el Foro Sol el domingo, segundo día del Vive Latino 2007, aunque la exaltación y las altas temperaturas hacían parecer que había muchos más. Al final del día, Café Tacvba, tras dos años de ausencia escénica, refrendó su trono como la banda de rock más querida por los jóvenes mexicanos, seguida por Zoé.

Merecido es no dejar de consignar la actuación de Porter -- el sábado 5--, con una abrumadora respuesta del público, al lado de sus compañeros de generación, Austin TV, el mismo día; al contrario, la decepción del sábado fue el argentino Gustavo Cerati, con un set aburrido, que derivó en una conexión regular con el respetable.

Pese a una fuerte lluvia, la música de Café Tacuba se fundió con los cantos de miles de gargantas, para lograr el instante de mayor comunión del festival, cuando el cuarteto interpretó el melancólico tema Mediodía.

En segundo lugar como banda amada, quedó el quinteto capitalino Zoé, grupo que mayor número de celulares logró encender, cuando interpretó su hit Love: "¡Qué bonito! ¡Es la Vía Láctea!", dijo arrebatado su vocalista, León Larregui.

Cabe señalar que sólo un incidente considerable se presentó en el área del escenario principal, cuando unos chicos pelearon, y varios policías los "sometieron": los asistentes empezaron a gritar improperios y aventar objetos a los tiras.

Cuca acreditó su gusto entre "la banda" con su metal furioso. Poco antes, el neo-new-wave de Los Dynamite había puesto a agitar cabeza y patita a sus nacientes seguidores. El Instituto Mexicano del Sonido, así como Nortec, la vieron difícil con la competencia Tacvba-Zoé, pero sobre todo los electrónicos tijuanenses, que con sus huacales de madera como pedestales porta-laptop, aun así arrastraron a una cantidad de público considerable.

Para Los Amigos Invisibles, de Venezuela, fue un gran reto tocar tras Café Tacvba; sin embargo, con su gozadera funky lograron que al menos unos cinco mil se quedaran a bailotear.

Caras adormiladas, "lleve-lleve la playera", miles de piernas entre varillas de construcción. Al fin, la salida. Terminaba un año más de rock genuino, no prefabricado, orgulloso de mostrar al cien sus signos vitales.

 
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