Usted está aquí: domingo 6 de mayo de 2007 Política Denuncian abusos de AFI y Ejército en Michoacán

Reportan desapariciones en Nocupétaro y Carácuaro

Denuncian abusos de AFI y Ejército en Michoacán

Presentan vecinos 15 reclamaciones ante la CNDH

JAIME MARQUEZ, ERNESTO MARTINEZ LA JORNADA MICHOACAN, CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Despliegue militar en Carácuaro Despliegue militar en Carácuaro Foto: Agencia Esquema

Ampliar la imagen Llegada de más efectivos del Ejército Mexicano a la zona de Carácuaro Llegada de más efectivos del Ejército Mexicano a la zona de Carácuaro Foto: Agencia Esquema

Nocupétaro, Mich., 5 de mayo. Ante visitadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos que instalaron una mesa para recibir quejas en la plaza pública de Nocupétaro, vecinos de esta cabecera municipal presentaron denuncias contra elementos del Ejército Mexicano por haber golpeado y detenido a sus familiares después de que el 1º de mayo fueron asesinados cinco militares y tres más resultaron lesionados en la población contigua de Carácuaro.

En total, habitantes de Nocupétaro y Carácuaro presentaron ante la CNDH 15 denuncias contra elementos del Ejército y de la Agencia Federal de Investigación por haber torturado, golpeado y detenido a sus familiares.

En la localidad Las Guacamayas, municipio de Carácuaro, detuvieron a 10 personas, pero se ensañaron contra Julián Mondragón Baltasar, quien fue liberado y presentó una queja por tortura. Mostró huellas de golpes y quemaduras hechas con un encendedor; el rostro amoratado por puñetazos y el torso igual por las patadas que recibió.

El 3 de mayo se llevaron vendados a los 10 en helicóptero a Morelia, luego a la PGR. "Querían que reconociéramos que unas armas que nos enseñaron eran de nosotros, pero no reconocimos nada."

Trinidad Guzmán Arreola, residente en la cabecera municipal de Nocupétaro, a cuatro kilómetros de donde ocurrió la emboscada, comentó que la madrugada del 3 de mayo un grupo de militares, a golpe de mazo, se introdujo en su domicilio. "Tengo tres hijos; Eduardo, el mayor, que trabaja de albañil, tiene 25 años, lo amarraron y se lo llevaron a golpes, pero antes me batieron la casa, hurgaron todo, y gritaban que les entregáramos las armas."

A los otros dos más chicos los amarraron y los golpearon, y al más grande se lo llevaron atado, pero no encontraron ningún arma. En cambio, "se llevaron una cadena de oro, un anillo de los muchachos, y yo tenía 200 pesos que eran para el diario de otro día, se lo llevaron también. El dinero no me importa; quisiera saber dónde está mi hijo, porque no aparece su nombre entre los 15 que se llevaron. El presidente municipal me dijo que posiblemente está entre los detenidos pero no lo vio.

"Mi hijo no debe nada, trabaja, es ayudante de albañil, se emborracha, pero no pasa de ahí. Una vez hubo aquí una balacera y le dieron un tiro en el estómago y le quebraron la pierna; tiene una férula y el doctor nos dijo que si se le volvía a quebrar le iban a cortar su pierna, tengo miedo que de tanto que lo iban golpeando hasta le hayan roto la pierna. O hacerle una hernia, porque está delicado de su estómago.

"Los soldados tienen su derecho, buscan a los asesinos, pero, ¿por qué buscarlos en las casas?, los asesinos no están dormidos en sus casas, los que hacen las maldades se largan y los pacíficos son los que pagan los platos rotos. ¿Por qué el Presidente de la República no viene a ver aquí las necesidades y sí manda gente que robe lo de uno?, no es justo".

Eugenia Arreola Escuadra, otra de las víctimas, indicó que los militares se llevaron a su esposo esa misma madrugada, "entraron a la fuerza, golpearon la chapa, esculcaron todo, dejaron un tiradero, espantaron a los niños, tengo tres, uno de ellos ya ni quiere comer, anda bien asustado. No sé nada de él, estoy segura que él no debía nada, primero lo debieron investigar. No puede trabajar, tiene un grano en la cabeza, que cuando se le revienta comienza a sangrar, pero así se lo llevaron, lo golpearon mucho, de la cocina tomaron una bolsa y se la colocaron en su cabeza, los metieron a los tambos de agua. Su reloj mi hijo lo encontró todo pisoteado. No encontraron ningún arma, porque en la casa no hay armas. Mi esposo no es ningún delincuente.

"Me preguntaron que de qué vivimos, yo les dije que vivo mucho de mi familia que trabaja en Estados Unidos. Mi esposo está en la lista, él se llama Amaro Díaz Avila, y no Amado, como salió en el periódico. Cuando llegaron le hablaron por su nombre, él contestó, yo me levanté, nomás tenemos un cuarto, mi hijo chiquito estaba en el piso, lo recogí, yo dije lo van a pisar, tiene un año siete meses.

"¿Por qué llegan espantando a la familia?, ¿por qué no fueron en el día? Mis hijos estaban dormidos; uno de grande tal vez entienda, pero los niños no. El más grande tiene 10, la niña, seis años. Preguntaban por armas. Les dije 'busquen'. ¿Por qué a la gente que mata la dejan libre y por qué a la gente que no debe nada se la llevan?"

Fortunata Guerrero López recuerda que para amanecer el día de la Santa Cruz, "como a las 3 de la mañana, alcancé a oír los golpes que les daban a los vecinos; me levanté, iba a cerrar con candado, no lo pude poner, y los soldados se llevaron a mi esposo.

"Estaba yo sola, golpearon la puerta de la entrada y trataron de brincarse la barda, abrí la puerta, todo me tiraron. Luego me fui a la casa de mi hermano a contarle todo y luego se volvieron a meter, los tambos de agua estaban allí tirados, se llevaron también un garrafón de agua lleno.

"Hallaron una botella con alcohol, me dijeron que para qué quiero aquí mariguana, les dije que era ruda y me la aventaron. Luego me pidieron el retrato de mi hijo, el que querían agarrar, les dije que no estaba. Me dijeron 'dónde duerme Pedro', les dije 'en ese cuarto'. Gritaban, '¡levántate, güey!', pero no estaba porque se queda donde le da la gana.

"No me quedaron ganas de hacer nada, ya ni quería llegar a mi casa, me acordaba a cada rato que todos los soldados me apuntaban a la cabeza. Me preguntaban por las armas, por eso anoche mejor me quedé en el baño, por si regresaban."

Juan Zárate Mingucha, de 90 años, dijo que llegaron en la madrugada buscando armas. Vive solo, a un lado reside otra persona mayor. "Sólo se llevaron una lamparita que había traído de Estados Unidos. Abrieron con un marro, me echaron a perder la chapa."

Martha Sánchez Villagómez dice que el 3 de mayo, a las 13 horas, se llevaron a su esposo. "El estaba pelando cacahuate para sembrarlo y de ahí lo sacaron. Lo metieron a un cuarto, en un tejabán donde guardamos maíz. Ahí donde lo tenía me dejaron ropa, porque me pidieron ropa para cambiarlo. Estaba toda su ropa mojada, también está en lista de los detenidos, es Uber González. Como vendo cena, dejé un dinerito de lo que voy guardando, de lo que voy vendiendo, el dinero no estaba, no sé cuánto, no estaba, vienen a hacer una cosa y hacen otra."

 
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