Usted está aquí: sábado 5 de mayo de 2007 Mundo Buscan Rusia y Estonia una solución negociada al conflicto que los enfrenta

Un telefonema entre los cancilleres de ambas naciones dio pie a la distensión

Buscan Rusia y Estonia una solución negociada al conflicto que los enfrenta

Termina el hostigamiento de las huestes del Kremlin a la sede del país báltico

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Viktor Yushenko (izquierda) y el primer ministro Viktor Yanukovich, tras su encuentro de ayer en Kiev Viktor Yushenko (izquierda) y el primer ministro Viktor Yanukovich, tras su encuentro de ayer en Kiev Foto: Reuters

Moscú, 4 de mayo. En medio de fuertes acusaciones recíprocas, Rusia y Estonia, pequeño país limítrofe en el flanco occidental con una importante minoría de origen eslavo, que es miembro y cuenta con el respaldo de la Unión Europea y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, iniciaron la búsqueda de una solución diplomática al delicado conflicto que mantienen desde hace poco más de una semana.

Cada uno inflexible al defender sus razones, y a la vez ambos conscientes de que a ninguno conviene romper relaciones, Moscú y Tallin dieron el primer paso para quitar tensión al enfrentamiento con una conversación telefónica de sus cancilleres.

A juzgar por los respectivos comunicados oficiales, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, y su colega estonio, Urmas Paet, se limitaron a presentar el catálogo de quejas de rigor, pero después de esa plática se produjeron dos hechos significativos, que pueden considerarse el primer entendimiento de cara a resolver la crisis.

La embajadora de Estonia en Rusia, Marina Kaljurand, abandonó Moscú y, según se precisó, "estará ausente durante dos semanas con motivo de vacaciones", en tanto los activistas de organizaciones juveniles al servicio del Kremlin, que durante siete días acosaron a la diplomática persiguiéndola en todos sus desplazamientos por la ciudad, levantaron este viernes el plantón frente a esa embajada, calificado por Lavrov de "reacción natural de la sociedad rusa ante los lamentables sucesos en Tallin".

El origen del conflicto está en la decisión -controvertida de suyo y sobre todo desafortunada en vísperas del 62 aniversario de la victoria sobre el fascismo en la Segunda Guerra Mundial- del gobierno del premier estonio, Andrus Ansip, de cambiar de lugar el Monumento al Combatiente Libertador Soviético, conocido como el Soldado de Bronce, de su ubicación en la céntrica ladera de Tinismiagui al cementerio militar de Tallin.

Lo hizo a pesar de que debajo del monumento yacían en una fosa común los restos de 12 soldados del Ejército Rojo, en homenaje a los muchos soviéticos que murieron en suelo estonio durante los combates contra las tropas nazis en septiembre de 1944.

Parece un guiño electorero a la mayoría de los estonios, que cuestiona la forma en que Estonia, contra su voluntad, se incorporó a la Unión Soviética, como una de las tres repúblicas del Báltico anexionadas según pactaron en 1939 Adolfo Hitler y José Stalin. Por ello, muchos estonios, que componen cerca de 70 por ciento del total de habitantes, consideran que en septiembre de 1991 el país recobró su independencia tras medio siglo de "ocupación soviética".

Al explicar su polémica decisión, Ansip dijo: "La figura del Soldado de Bronce produce sentimientos encontrados. Para unos, el monumento, que se encontraba en pleno centro de la ciudad en un sitio muy concurrido, era símbolo de la ocupación y deportación; para otros significaba un homenaje y dolor por los caídos; para unos más, nostalgia por el Estado totalitario, y de ninguna manera contribuía a consolidar la sociedad".

Rusia rechazó la explicación y llamó "sacrilegio y acto inhumano" el desmontaje del monumento, al tiempo que estallaron las protestas de la minoría eslava (rusos, bielorrusos y ucranianos), la cual representa casi 30 por ciento de la población de Estonia.

Las protestas en Tallin, protagonizadas por activistas de organizaciones juveniles apoyadas desde Moscú, derivaron en desmanes, con vitrinas rotas, tiendas saqueadas, vehículos en llamas y violentos enfrentamientos con grupos nacionalistas estonios, en uno de los cuales murió por herida de arma blanca un joven de origen ruso, Dmitri Ganin, de 20 años, que el jueves anterior fue enterrado en su ciudad natal.

La policía estonia empleó la fuerza, según testigos excediéndose en muchas ocasiones, y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, lo que dejó un saldo de más de 110 heridos y alrededor de 600 detenidos.

En respuesta, el Kremlin movilizó a sus huestes juveniles, que con información puntual que sólo pueden proporcionar los servicios secretos, comenzaron el acoso de la embajadora Kaljurand por toda la ciudad.

Estonia cerró temporalmente la sección consular de su embajada y evacuó a los familiares de sus diplomáticos; Rusia -alegando cuestiones técnicas- suspendió los suministros de petróleo por ferrocarril y varias empresas rusas dejaron de importar productos estonios. En ese contexto, se produjo la conversación de los cancilleres, que revela la voluntad de ambos países de evitar que el deterioro de la relación bilateral llegue a un punto de ruptura completa, aunque es previsible que las fricciones perduren.

Frente a la vehemente reacción de Rusia hacia el desmontaje del Soldado de Bronce en Tallin, llama la atención que nadie aquí ha protestado por la decisión del presidente municipal de Jimky, en las afueras de la capital rusa, de desmantelar en abril un monumento de equiparable simbolismo histórico, lo que supuso también exhumar los restos de seis pilotos cuya hazaña, al contribuir a detener a los nazis a las puertas de Moscú, les mereció el título de Héroe de la Unión Soviética.

Nadie sabe por qué se desmanteló el monumento -la prensa local apunta dos posibilidades: las obras de ampliación de la avenida Leningradsky y la construcción de un edificio de oficinias, cerca de un enorme centro comercial-, pero, al calor del escándalo con Estonia, se informó que los restos exhumados recibirán sepultura, con honores militares, el 6 de mayo en el cementerio de Jimky.

 
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