Usted está aquí: miércoles 2 de mayo de 2007 Cultura Multitudinario cerrojazo del Festival de San Luis; culminó una feliz conjunción de las artes

La Plaza Fundadores lució desbordada de público y de policías

Multitudinario cerrojazo del Festival de San Luis; culminó una feliz conjunción de las artes

ANGEL VARGAS ENVIADO

San Luis Potosí, SLP. La clausura de la séptima versión del Festival de San Luis, la noche del domingo, fue multitudinaria, con un concierto en el que Julieta Venegas debió sobreponerse a dos inconvenientes.

El primero, un aguacero que estuvo a punto de provocar la suspensión del recital y, el segundo, un retraso de más de media hora en la llegada de la cantante, que impacientó y comenzaba a causar molestia entre la concurrencia que estoica aguardaba, sin importarle el chubasco. Culminó así una feliz conjunción de las artes.

La Plaza Fundadores lució desbordada desde varias horas antes del arribo de la cantante pop, tanto de personas como de policías, y así se mantuvo hasta al final de las casi dos horas que duró la presentación, los primeros minutos desarrollada inclusive con la incesante lluvia.

Cientos, ¿un par, tres millares?, un chingo. Un público joven, muy chavo, integrado por adolescentes en su mayoría, como ocurrió también la noche del viernes con la música electrónica de los regios de Kinky y, la del sábado, con las más de tres horas del punchis punchis del Technogeist.

Ovaciones y alaridos fueron el corolario para cada una de las piezas interpretadas por Venegas, reacción que se convirtió en paroxismo cuando la intérprete dio cuenta de sus éxitos.

Entrega de los potosinos

Intenso cierre del festival que fue precedido, en la mañana, por el estreno en México del Concierto para guitarra, oboe d'amore y orquesta, del japonés Toru Takemitsu, a cargo del guitarrista Juan Carlos Laguna, el oboísta Roberto Kolb y la Sinfónica de San Luis Potosí, dirigidos por francés Sylvain Gasaçon.

Lleno casi en su totalidad, el teatro de la Paz fue el escenario de este programa musical, un verdadero acontecimiento para el arte sonoro a escala internacional, ya que esta fue la segunda ocasión que se interpretó dicha obra desde su estreno en octubre de 1984.

Hecho que el público reconoció al final de la partitura con prolongada ovación para los participantes, como lo hizo también al término del concierto, sorprendido y embelesado por la fortaleza, la compenetración y el conocimiento que el joven director de 27 años mostró asimismo en la interpretación de la Suite de Mamá la oca y la Sinfonía en re menor, de Maurice Ravel y César Franck, respectivamente.

Una muestra más de la apasionada entrega de los potosinos ocurrió la noche del sábado, durante la presentación de la cantante caboverdiana María de Barros, con su personalidad arrebatadora y voz acariciante, en el teatro Alameda.

Para la mitad del concierto, pocas eran las personas que se mantenían en sus butacas sin bailar, con la desgarbada y alegre propuesta de esta carismática y sensual intérprete, a quien se le ha situado en el punto intermedio entre su paisana y madrina Cesarea Evora y la cubana Celia Cruz, artistas a las que ella agrega una más: la mexicana Toña la Negra.

 
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