Usted está aquí: jueves 26 de abril de 2007 Política Pena ajena

Miguel Marín Bosch

Pena ajena

Un día como hoy, hace 70 años, Alemania llevó a cabo el primer ataque aéreo indiscriminado contra una ciudad. En Gernika se inició una práctica militar que se intensificó durante la Segunda Guerra Mundial y que sigue hasta ahora. Durante décadas la sociedad alemana pasó en silencio la devastación de Gernika, pero ahora empieza a reconocer ese bombardeo que aterrorizó a la población civil. ¿Qué pensarán los alemanes de hoy de esa atrocidad cometida por sus antepasados?

Este 2007 está resultando un año de muchos aniversarios. A principios de mes se cumplió un cuarto de siglo del inicio de la guerra de las Malvinas. Han transcurrido 30 años desde que México normalizó sus relaciones diplomáticas con España y 35 desde que reconoció a la República Popular China. Hace 40 años se concluyó el Tratado de Tlatelolco y estalló la guerra de los seis días. Este año es el 50 aniversario del Organismo Internacional de Energía Atómica y de lo que hoy es la Unión Europea.

Hoy se cumplen 400 años del desembarco de un centenar de ingleses en Cape Henry, Virginia. Luego navegarían por el James River (el rey era Jaime I) y el 14 de mayo de 1607 fundarían Jamestown, primer establecimiento inglés permanente en lo que hoy es Estados Unidos.

Ya para entonces Portugal llevaba más de un siglo supliendo la escasez de mano de obra en sus colonias americanas con negros esclavizados. En el siglo XVIII Gran Bretaña se convirtió en el mayor traficante de esclavos. De ahí que me parezca que el aniversario más importante que se conmemora sea el bicentenario de la abolición por Londres de la trata de esclavos en el imperio británico.

En una ceremonia muy sobria en Westminister Abbey, el pasado 26 de marzo, Rowan Williams, arzobispo de Canterbury, dijo que la esclavitud era una ofensa a la dignidad humana y un problema mundial que "persiste horriblemente en nuestras naciones y culturas". Ante la reina Isabel II y el primer ministro Tony Blair, fue categórico: "Nosotros, que somos los herederos de las naciones que en el pasado poseían y comerciaban esclavos, debemos reconocer que nuestra prosperidad histórica se basó en gran parte en esta atrocidad". Concluyó señalando que los herederos de las comunidades asoladas por la trata de esclavos "saben muy bien" que mucho de su sufrimiento y carencias actuales son producto "de siglos de abuso". Hubo otros oradores de organizaciones cristianas. Algunos insistieron en privado en que el primer ministro debería pedir perdón. Cuando el acto iba a concluir, un activista británico de origen africano, invitado a la abadía, gritó: "este acto es un insulto para nosotros y a la reina debería darle pena", y condenó a "los cristianos de origen africano" que participaron en la ceremonia.

Lo ocurrido en Londres hace un mes es parte de un debate que se ha intensificado en décadas recientes en diversos lugares del mundo. El hilo conductor es hasta dónde y hasta cuándo una sociedad debe sentirse culpable por la conducta de sus antepasados. En algunos casos, habrá quienes digan que ya ha transcurrido mucho tiempo y que uno, al igual que Blair, ya no debe sentirse obligado a disculparse. En otros casos dirán que hay crímenes que, al igual que el genocidio, no prescriben. He ahí la disyuntiva y he aquí algunos ejemplos.

En 2001 se llevó a cabo en Durban, Sudáfrica, la conferencia mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia. Dos cuestiones amenazaban dividir a las delegaciones. Una era la posible reaparición de propuestas tendientes a equiparar sionismo con racismo y la otra tuvo que ver con la esclavitud. Los dirigentes africanos estuvieron de acuerdo en que las potencias occidentales deberían pedir perdón por la esclavitud y el colonialismo. Pero hubo opiniones divergentes sobre la cuestión de compensaciones. Algunos africanos se refirieron a las compensaciones que reciben los sobrevivientes judíos del Holocausto y sus descendientes. Pidieron un trato parecido para los descendientes de los que fueron esclavizados por los europeos.

En 2000 la Iglesia protestante de Alemania confesó que recurrió a la práctica de trabajos forzados durante la Segunda Guerra Mundial y ofreció compensar a esas víctimas del nazismo. El Partido Verde alemán instó a la Iglesia católica a hacer lo mismo con los trabajadores que esclavizó en esa época. Dos años antes, la compañía Volkswagen estableció un fondo para compensar a las víctimas de trabajos de esclavos durante la época nazi. Se trata de unas 7 mil personas. Tras la muerte de Franco el gobierno democrático español decidió recompensar, entre otras, a personas cuya carrera profesional fue truncada por la guerra civil. Hay otros ejemplos en otros países.

En Reino Unido, el debate sobre la compensación por la esclavitud se inició en el Parlamento británico en 1993. Hay propuestas encaminadas a que Londres cancele la deuda de los países africanos afectados por el comercio trasatlántico de esclavos. Dicen que sería una manera de pedir perdón. En 2002 la oficina del alcalde de Londres calificó de "válida" la campaña para conseguir una recompensa, ya que los europeos "se beneficiaron de la esclavitud".

Recuerdo que hace unos 15 años se descubrió en Nueva York una fosa común en la que se encontraron los restos de algunos de los 20 mil esclavos negros ahí enterrados. De inmediato se abrió un debate. Pocos sabían del papel de esa ciudad en la trata de esclavos. Hubo quienes dijeron que habían desmontado los bosques en Manhattan, Brooklyn y otros condados de la ciudad y habían construido las casas de los blancos.

En Japón sigue el debate sobre si hay que pedir perdón y/o compensar a las comfort women coreanas y de otros países que el ejército imperial esclavizó durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Hasta dónde y hasta cuándo debe apenarnos el pasado?

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.