Usted está aquí: martes 24 de abril de 2007 Opinión Itacate

Itacate

Marco Buenrostro y Cristina Barros

Libro sobre paleteros

QUIEN NO HA saboreado alguna vez una de estas paletas. La Michoacana, La Princesa Eréndira, La Flor de Michoacán, Janitzio y La Flor de Tocumbo, entre otras, forman parte del paisaje en muchas poblaciones de nuestro país. Detrás de estas paletas hay mucho qué contar.

ASI LO DEMUESTRA Martín González de la Vara, autor de La Michoacana. Historia de los paleteros de Tocumbo, libro que publican el gobierno de Michoacán y El Colegio de Michoacán. El mismo había escrito La historia del helado en México (1989), donde esbozaba el tema.

EL LIBRO SE inicia con un recorrido por la geografía e historia de la región paletera de Michoacán. El origen de estas paleterías suele identificarse con Tocumbo, pero también participan otros poblados.

SE PUEDEN MENCIONAR nombres como Santa Inés, Tacáscuaro y Aquiles Serdán. También Los Reyes, Cotija, famosa por los quesos, y Tingüindín, población que es, además, panadera. Con detalle se desgrana la historia de estos lugares a partir de la época prehispánica y se nos describe su paisaje.

LUEGO SE HACE un bosquejo del desarrollo de los helados y otros productos congelados como parte de la alimentación, tanto en nuestro país como en otros lugares que en la antigüedad produjeron nieves.

FINALMENTE DESCUBRIMOS un mundo interesante desde el punto de vista social y económico. Tocumbo fue hasta 1930 un pueblo de no más de mil 300 habitantes. En 1939 Rafael Malfavón tenía una pequeña paletería que surtía a los lugareños. Además, distribuía sus paletas en los alrededores, con una recua de burros que cargaba con cajas de madera que él mismo había diseñado.

SIN EMBARGO, LOS pioneros de la difusión más extensa de las paletas heladas fueron, de acuerdo con el autor, Agustín Andrade e Ignacio Alcázar. Ambos salieron en busca de mejores oportunidades; en la ciudad de México, cada quien puso una paletería.

PRONTO LLAMARON A algunos parientes para ampliar el negocio. Así se formó una red de pequeños empresarios que mediante créditos a la palabra que les dieron Andrade y Alcázar, desarrollaron su propio negocio.

SE TRATA DE un modelo que se basa en la solidaridad entre paisanos, sin que haya afán de que alguno tome la cabeza o establezca franquicias que pongan al resto en calidad de subordinados.

EN LOS AÑOS 60 ya se habían establecido cerca de 500 paleterías; hoy, escribe Lázaro Cárdenas Batel, gobernador de Michoacán, la suma de estas empresas conforma la compañía heladera más grande de América Latina. Gracias a esta iniciativa, cientos de familias han logrado su sostén permaneciendo en su patria.

ALGUNAS DE LAS claves de su éxito son la calidad uniforme de sus paletas, helados y aguas frescas que suelen elaborarse con frutas de la estación. No es menos importante el aspecto luminoso de las paleterías y la atención personal de sus dueños.

ESTOS DATOS SE desgranaron en la presentación que se hizo gracias a la hospitalidad de la familia Briz, en el restaurante El Cardenal. Participaron Luis Prieto, Marcela Briz, Esteban Barragán y el autor. Culminó con una rica merienda michoacana.

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