Usted está aquí: jueves 19 de abril de 2007 Economía México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

AL, la región más desigual

La mayoría de la población capta una porción ínfima del ingreso

El estrato privilegiado acapara la riqueza

En 2006 América Latina ratificó su lamentable condición como la región del planeta con peor distribución del ingreso, alejándose, cada vez más, de su más cercano "competidor", Africa.

A pesar de las "mejorías" (que en un optimista deben encontrarse con microscopio) y de que el último cuatrienio (2003-2006) "puede calificarse como el de mejor desempeño económico y social de América Latina en los últimos 25 años", la Cepal advierte que la desigualdad en la región no solamente excede la de otras zonas del mundo, sino que "además permaneció sin modificaciones sustanciales durante la década de 1990 e incluso empeoró en el inicio de la presente década".

El organismo especializado difundió su Panorama social de América Latina 2006, en el que subraya que una de las características históricamente más sobresalientes de la región ha sido la elevada inequidad de la distribución del ingreso, así como su rigidez al cambio en la estructura distributiva, de tal suerte que los elevados niveles de desigualdad que exhibe la región suponen que un grupo importante de personas cuente con recursos muy inferiores a los del promedio de sus conciudadanos, lo que mina las perspectivas de bienestar social.

Describe que una primera aproximación para percibir la magnitud de la inequidad distributiva de la región se obtiene al evaluar el porcentaje de los recursos totales recibido por los distintos grupos de ingreso. Tomando como referencia las estimaciones más recientes disponibles para cada uno de los países de la región, el estrato conformado por 40 por ciento de los hogares ubicados en el extremo inferior de la estructura de distribución capta en promedio 14 por ciento del ingreso total. Este indicador alcanza sus valores más bajos en Bolivia (9.5 por ciento) y República Dominicana (10.4), seguidos por Brasil (11.9), Guatemala y Honduras (11.3, en cada caso). A su vez, Uruguay (área urbana) presenta la mayor participación de este grupo (21.6), que excede considerablemente la del país que le sigue, Argentina (16.5). Para el caso mexicano es de 15.4 por ciento, contra 15.7 en 2002.

El 50 por ciento de los hogares que se ubican en la zona media y media alta de la estructura de distribución, correspondiente a la suma de los deciles quinto al noveno, capta aproximadamente la mitad del total de ingresos recibidos por los hogares en la mayoría de países analizados. Este resultado puede tener interpretaciones distintas en cuanto al grado de concentración del ingreso, según lo que suceda con la participación de los grupos que se encuentran por debajo y por encima de este estrato. Por ello, es posible que países con niveles de desigualdad distintos, como Ecuador (áreas urbanas), Paraguay y Uruguay, presenten una participación de este estrato prácticamente idéntica.

En concordancia con análisis previos sobre la distribución del ingreso en América Latina (Cepal, 2005), una de las características más sobresalientes de la desigualdad en la región es la elevada porción del ingreso captada por los hogares del decil más rico. Los datos más recientes indican que este grupo concentra en promedio 36 por ciento de los recursos, aunque se observa una importante dispersión en torno a este valor. Mientras en Costa Rica, El Salvador y Uruguay la participación del decil superior es inferior al 30 por ciento de los ingresos totales, en Bolivia, Brasil, Colombia y Nicaragua supera 40 por ciento.

Para el caso mexicano dicha proporción es de 35.4 por ciento, contra 33.2 por ciento en 2002 (dicho sea de paso, este es el único segmento de la población, el 10 por ciento más ricos, que registró mayor ingreso en el sexenio del "cambio"), es decir, más de 40 millones de personas se reparten (también de forma desigual) el 15.4 por ciento del ingreso, mientras poco más de 10 millones de queda con el 35.4 por ciento.

Una fórmula sencilla para describir el grado de concentración del ingreso en los países es comparar la participación de los grupos situados en los extremos de la estructura de distribución. Dos indicadores útiles son la relación de ingresos entre el decil más rico y los cuatro deciles más pobres, y entre el quinto quintil (es decir, el 20 por ciento de hogares situados en el extremo superior de la estructura de distribución) y el primer quintil. De acuerdo con el primero de estos índices, en América Latina el ingreso medio por persona de los hogares ubicados en el décimo decil supera en alrededor de 19 veces al del 40 por ciento de los hogares más pobres. Esta relación es altamente variable entre países y va de menos de 10 veces en Uruguay (9.3 veces), hasta más de 25 veces en Bolivia (30.3), Colombia (25.2), México (26) y Brasil (26.5). Por su parte, el ingreso per cápita del quintil más rico en promedio supera en 21 veces al del más pobre, y el rango va de 10 veces (Uruguay) a 44 veces (Bolivia).

Al comparar la estructura distributiva de 2005 con la de inicios de la década de 1990, se observa una disminución de la relación de ingresos entre el decil más rico y los cuatro deciles más pobres en Panamá (27 por ciento en el área urbana), Brasil (15), Honduras (11), y Colombia y El Salvador (6), y un deterioro en Ecuador (34, en las áreas urbanas), Costa Rica (26), República Bolivariana de Venezuela (13) y Argentina (8 en el Gran Buenos Aires). Por su parte, el indicador analizado no presentó cambios mayores en Chile, México y Uruguay.

Las rebanadas del pastel

Lo mejor del caso es que lo anterior se registra en el marco del "mejor desempeño económico y social de América Latina en los últimos 25 años".

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