Usted está aquí: martes 17 de abril de 2007 Cultura Lentitud y cautela, característica de las reparaciones de la megabiblioteca

Recorrido de La Jornada por las instalaciones del edificio de Buenavista

Lentitud y cautela, característica de las reparaciones de la megabiblioteca

La clasificación de volúmenes, hecha por ''una empresa privada'', presenta etiquetas duplicadas, dicen técnicos

Sólo el CAPFCE determinará la fecha de reapertura, indica Enzia Verduchi

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen Un técnico acomoda volúmenes, ayer, en los anaqueles de la Biblioteca Vasconcelos, cuyo acervo supera los 500 mil volúmenes de los cuales faltan 155 mil por catalogar Foto: Cristina Rodríguez

Ampliar la imagen Panorámica del Jardín Botánico, todavía inconcluso, y al fondo la estación ferroviaria de Buenavista Foto: Cristina Rodríguez

Ampliar la imagen Vista parcial del butaquerío del auditorio de la megabiblioteca. Foto: Cristina Rodríguez

Ampliar la imagen Un trabajador realiza labores de pintado en una parte de la estructura del inmueble Foto: Cristina Rodríguez

Ampliar la imagen Loseta de mármol faltante en el piso de uno de los pasillos Foto: Cristina Rodríguez

Ampliar la imagen Técnicos bibliotecarios revisan la catalogación del acervo, que tiene muchas fallas. Foto: Cristina Rodríguez

Ampliar la imagen Huellas de la humedad en techos del edificio Foto: Cristina Rodríguez

Ampliar la imagen Albañiles colocan adoquines en uno de los senderos Foto: Cristina Rodríguez

Con cautela y sin prisas se llevan a cabo las reparaciones de la infraestructura de la Biblioteca Vasconcelos, de Buenavista, mientras los jóvenes bibliotecarios revisan uno a uno los libros para corroborar que la clasificación sea la correcta.

En estos días han detectado que el trabajo al respecto realizado por ''una empresa privada" (y no la Dirección General de Bibliotecas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) no fue del todo eficiente, pues hay etiquetas duplicadas, errores ''de dedo". También lo hicieron ''a la carrera, sin rigor", indica uno de los empleados.

De los poco más de 500 mil volúmenes que conforman el acervo de la megabilioteca, faltan por catalogarse unos 155 mil, pero poco a poco los volúmenes están llegando, ''ahora sí", al anaquel que les corresponde.

Cientos de detalles por corregir

Durante un recorrido realizado por La Jornada en la megabiblioteca este lunes, se pudo constatar que, aunque el recinto se cerró al público el pasado 20 de marzo, las actividades dentro del inmueble no se han suspendido.

Los trabajadores acuden puntuales a cumplir sus horarios y todos tienen casi siempre algo qué hacer. Todos los días se sacude el polvo, se trapean los pisos, se pintan y repintan las estructuras, se revisan los programas de las computadoras.

Personal del Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE) va y viene tomando datos, buscando en los rincones alguna otra mancha de humedad o revisando que en los pisos estén, de manera correcta, pintadas unas crucecitas negras indicadoras de que bajo las losetas de mármol ''se siente hueco".

Dentro de algunos días, manifiestan empleados de la megabiblioteca, se empezarán a ''inyectar y rellenar" esas oquedades para que los pisos no sigan rompiéndose. También se hará una limpieza de todo el concreto en muros y techos (''donde ya no hay goteras"), se revisarán las instalaciones eléctricas y, lo más importante: se dejará en óptimas condiciones los sanitarios, los cuales nunca estuvieron concluidos del todo, ''por problemas en el suministro de materiales".

Al menos esos son los planes que de manera extraoficial circulan entre el personal de la Biblioteca Vasconcelos.

Dentro del inmueble no se registra ninguna actividad reveladora de que el edificio es reparado. Pero en el exterior no se ha descansado ni un instante: mientras algunas personas se encargan de concluir los senderos de adoquín, otros siguen acomodando las diferentes plantas que casi completan el jardín botánico, ''ahora sólo falta que crezcan", dice un resignado jardinero.

Este lunes también se vio al arquitecto Alberto Kalach, diseñador de la megabiblioteca, recorrer el inmueble.

En palabras de los empleados, ''no es que la biblioteca esté hecha un desastre, lo que pasa es que hay cientos de detallitos que corregir, que terminar, y eso llevará tiempo."

Múltiples errores de clasificación

Reacios a platicar con la prensa y dar sus nombres, ''porque ya no queremos que nos peguen. A nosotros lo que nos urge es que la biblioteca abra y que vengan muchas personas", los bibliotecarios trabajan de ocho de la mañana a nueve de la noche.

''Mientras nos sigan pagando, aquí estaremos, aunque sí, hacen falta los usuarios", explican.

Algunos técnicos ayudan en la laboriosa tarea de revisar ''a mano", la clasificación de los libros: ya llevan ''como 345 mil" y tan sólo en una sección temática han detectado que 15 por ciento de los volúmenes tenía errores de clasificación.

Otros leen, charlan, toman un curso de actualización en bibliotecología o de plano se ponen a chatear en las pocas computadoras que están encendidas.

Ninguno deja que los libros se llenen de polvo y aseguran que en cuanto terminen la clasificación del acervo estarán en condiciones de recibir más, para que se cumpla el sueño de muchos de ver los anaqueles ''bien rellenitos".

El auditorio es el espacio donde se concentran los estra- gos más visibles del naufragio de este inmenso trasatlántico que es la Vasconcelos, ''echado a la mar antes de tiempo".

La duela del piso está rota, severamente dañada, pareciera que han pasado décadas y miles de personas sobre ella y no escasos 11 meses desde que el edificio fue abierto al público.

Las paredes de la entrada a ese foro, también recubiertas de madera, están ''botadas", debido a la humedad que se filtra desde la parte superior. También hacen falta los páneles acústicos. No existe una rampa para permitir el acceso de personas en sillas de ruedas, aunque un espacio para éstas se ubica en el butaquerío.

El vigilante que resguarda el auditorio comenta que no hay para cuándo se empiece, ''o mejor dicho, se continúe, trabajando en la adecuación de este foro que así, en estas condiciones, sirvió para realizar algunos espectáculos".

Protección a la ballena de Gabriel Orozco

La subdirectora de Servicios Culturales de la Biblioteca Vasconcelos, Enzia Verduchi, afirma que se han puesto en contacto con personal del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble del Instituto Nacional de Bellas Artes para que se ocupe de proteger a la ballena, la obra creada por Gabriel Orozco.

''La van a cubrir antes de que empiecen los trabajos en el piso, la van a cuidar conforme a la normatividad y, posteriormente, la limpiarán", añade la funcionaria.

La fonoteca también está en proceso de catalogación y se detallan proyectos para que ''se retroalimente" el acervo, en su mayoría donado por Héctor Vasconcelos.

Cuando la biblioteca abra sus puertas, en una fecha ''que sólo el CAPFCE sabe" -han dicho que en unos 90 días-, los servicios culturales estarán al ciento por ciento, ''algo que nunca sucedió entre mayo de 2006 y la fecha de cierre del recinto", dice Verduchi.

Por ejemplo, explica, el laboratorio de idiomas nunca se abrió, porque el equipo no estaba instalado, ya que tenía que ver con la propia construcción del edificio.

Además, en las computadoras que muestran recorridos virtuales por varios museos del mundo se instalará material propio, como fotos de la exposición Revelaciones, sobre arte virreinal de América Latina; luego se exhibirán, por esa vía, murales del Antiguo Colegio de San Ildefonso.

Mientras, su página electrónica (www.bibliotecavasconcelos.gob.mx) sigue funcionando, ahí se pueden consultar los catálogos, así como opciones de bibliotecas públicas alternas en lo que la Vasconcelos reabre sus puertas, entre otra información.

Por prestar servicios óptimos

Verduchi asegura que en el momento en el que la Vasconcelos abra de nuevo sus puertas a los usuarios, ''todas las áreas de servicios culturales, que habían quedado varadas, empezarán a funcionar y ofrecerán seguridad, en un ambiente agradable.

''Se trata de que el público tenga opciones, que no nada más venga a leer o a usar una computadora.

''Estarán trabajando de manera óptima, por ejemplo, áreas como la juvenil, el cineclub o los talleres, que nunca se concretaron.

''Debemos prepararnos, también, para el tipo de personas que acuden al cercano tianguis del Chopo, para ofrecerles opciones.

''Estamos trabajando en todo eso. Espero que tengamos mucho público y mucho trabajo. Esta biblioteca debe y puede estar llena, a toda su capacidad -unas 15 mil personas diarias-, en el momento en el que todos sus servicios estén bien prestados", concluyó.

 
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