Usted está aquí: sábado 14 de abril de 2007 Opinión Educación con una visión de futuro

Enrique Calderón Alzati

Educación con una visión de futuro

Ocupados en un conjunto de problemas cotidianos, trascendentes unos, intrascendentes los más, los mexicanos dejamos a un lado el futuro, pensando quizás que ya habrá tiempo para dedicarle nuestra atención cuando llegue el momento. Ello forma parte de nuestra cultura para dar lugar a una conducta general que se aprecia por igual en quienes tienen una responsabilidad de gobierno y en quienes no la tenemos.

Conducta que se ve en la construcción de vialidades cuando el tránsito de una zona se vuelve imposible, en la construcción de un acueducto cuando materialmente ya no hay agua o en la construcción de un nuevo aeropuerto metropolitano, hasta que esté debidamente comprobada la saturación del que hoy tenemos. La falta de estrategias para el futuro se observa por igual en hospitales, carreteras, escuelas o centros recreativos y esto no porque falte dinero, pues en muchos casos, son estos programas los que generan los recursos económicos, (como sería el caso de un nuevo aeropuerto) sino simplemente por desidia y por falta de interés en el futuro, no obstante que la historia esté plagada de ejemplos de pueblos y sociedades que deliberadamente se negaron a pensar en el futuro y prepararse para él.

Ante esta perspectiva, es posible entender y explicar la dramática realidad de la educación sin la preparación para el futuro, no sólo como nación, sino también como comunidades, como familias y como individuos. El pensamiento global pareciera reducirse en estas dos afirmaciones vinculadas entre sí: "La educación es prepararnos para el futuro, pero el futuro no existe", lo que importa es lo de hoy.

Hace unos cuantos días un amigo dedicado a producir juguetes educativos me comentó lo que sucedió en una entrevista con un comprador de Liverpool, la exitosa cadena de tiendas departamentales: "Mire usted, señor, la política de nuestra empresa es reducir el número de proveedores; en juguetes sólo hemos aceptado para este año 17, los más grandes, porque ellos representaron más de 80 por ciento de nuestras ventas del año pasado, y sabe que ni uno de los seleccionados vende juguetes educativos, porque nadie se interesa por ellos."

Los argumentos son devastadores y reflejan la realidad de un país domesticado por la televisión, tal como lo describe Giovanni Sartori. Lo que piensa la sociedad es un reflejo del pensamiento del gobierno, tan bien descrito por Fox: preparemos a los mexicanos para que puedan cuidar bien los jardines de las casas de los estadunidenses. El proyecto educativo de Fox fue desastroso: dar una formación a los niños propia para desempeñarse con éxito en un entorno de finales del siglo XIX.

Durante las últimas décadas del siglo XX, se dio un gran esfuerzo por reducir nuestro rezago educativo, dando a todos los niños la seguridad de acceso a la primaria. Un resultado natural y predecible fue el aumento en el número de niños y niñas con la primaria terminada y el interés por continuar la secundaria. La demanda rebasó con creces la capacidad instalada, creando un problema que se pudo resolver dos décadas después, generando, a su vez, un nuevo problema: el crecimiento de la demanda de bachillerato, cuya solución está hoy muy lejos de darse.

Este es sin duda el nuevo reto para la presente administración. Un problema extraordinariamente complejo por su amplitud, y por la bajísima preparación de los profesores de este nivel en términos generales. Hoy los nuevos funcionarios de la SEP trabajan en la preparación del plan educativo del sexenio y tienen por ello una gran responsabilidad en sus manos. Sería deseable que las visiones foxistas de la educación fuesen hechas a un lado y sustituidas por ideas nuevas, bien estructuradas y con una visión de futuro que nos permita salir de la postración y del estancamiento del país. Si el nuevo gobierno falla en esto, fallará en todo lo demás.

 
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