Usted está aquí: miércoles 11 de abril de 2007 Política Bajo la lupa

Bajo la lupa

Alfredo Jalife-Rahme

De la alquimia financiera a la química petrolera

¿Vivimos el fin de una era, cu-yo punto de inflexión desde una óptica geoestratégica se genera con la derrota militar de Estados Unidos en Irak?

El modelo omnipotente de la globalización financiera anglosajona ya venía averiado: para los técnicos, desde la quiebra de la correduría LTCM en 1998, y para los leguleyos, en la primavera de 2000, con el desplome bursátil del índice tecnológico Nasdaq. Las turbulencias de la globalización financiera no son nuevas y se remontan a 1997, cuando se desencadenaron los desplomes bursátiles desde Asia (efecto dragón) hasta América Latina (efecto samba).

Nadie ha sido la mejor presa de la alquimia financiera que el "México neoliberal" que ha transmutado hasta el cansancio su química petrolera. El "México neoliberal", para no variar, había sido, cuatro años antes de las turbulencias asiáticas, el conejillo de Indias de la experimentación de la banca israelí-anglosajona con el efecto tequila mediante el cual se despachó con la cuchara grande el banco de inversiones Goldman Sachs con los hermanos Werner Wainfeld (Martín y Alejandro, firmante y pagador, respectivamente, de los infames pagarés Fobaproa/IPAB en la Secretaría de Hacienda desde sus funciones de desmantelamiento financiero como preámbulo de la captura del petróleo por la puerta trasera fiscal, donde la química petrolera es transmutada en alquimia financiera. Luego de concluir su exitoso desmantelamiento financiero en México, el israelí-argentino-"mexicano" Martin Werner Wainfeld pasó de inmediato a laborar a la matriz neoyorquina de Goldman Sachs. ¿Cuánto habrá devengado por su perfidia financiera?

EU intentó paliar sus enormes pérdidas bursátiles de la primavera de 2000 mediante su irredentismo militar en el Medio Oriente con el fin de capturar los yacimientos petroleros de Irak, en ese entonces la segunda producción y reserva de la OPEP. La alquimia financiera, manejada estupendamente por la dupla anglosajona que controla los mercados de la globalización desregulada, podía pervivir gracias a la transmutación del "oro negro" en papel-chatarra-dólar.

Un virtual triunfo militar de EU en Irak -es decir, el control del petróleo- hubiera prolongado la alquimia financiera otra década por lo menos, en detrimento de la química petrolera. No sucedió así. La derrota de EU en su aventura militar en Irak en la primavera de 2003, que no pocos analistas lúcidos de su establishment catalogan de "catástrofe", enterró el proyecto fantasioso de la unipolaridad con su repelente política unilateral y su alucinante guerra preventiva, que pretendían cambiar los regímenes sentenciados de "enemigos" bajo el mote teológico de eje del mal.

aEn la primavera de 2004, después de haber pulverizado literalmente a la antigua Mesopotamia desde los cielos, el ejército tecnológico más poderoso del planeta con sus 150 mil efectivos no pudo derrotar a 20 mil insurgentes sunnitas en la "guerra asimétrica" que se escenificó, ni controlar sus pletóricos yacimientos petroleros.

Fue precisamente en la primavera siguiente, después de la ilegal invasión unilateral anglosajona, cuando emergió lo que hemos denominado la "ecuación del siglo XXI": declive del dólar y auge de dos binomios tangibles: petróleo/gas y oro/plata, que de cierta manera detonaba la reversión de la previa transmutación, gracias a la piedra filosofal del unilateralismo nuclear de la globalización, que entonces pasaba de la alquimia financiera a la química petrolera.

La consecuencia geoestratégica de la derrota militar de EU en Irak es infinitamente superior a su descalabro en Vietnam, de la que, ante todo, la URSS no supo sacar provecho, y cuando la dupla Nixon-Kissinger pudo contrarrestar y, más que nada, requilibrar sus efectos deletéreos mediante tres movimientos exitosos en el tablero del ajedrez mundial: 1) el viaje a China (seducida como nueva aliada frente a la URSS); 2) el golpe de Estado pinochetista contra Allende en Chile (otro 11 de septiembre); 3) un mes más tarde, en octubre de 1973, la victoria de Israel en su guerra contra los países árabes limítrofes.

Tres décadas después el panorama es diferente cuando la derrota de EU en Irak exhibe cuatro consecuencias mayúsculas: 1) se derrumba la "contención" a China" -de lo que se trataba, según la Guía de Política de Planeación de 1992 del Pentágono bajo la firma de Paul Dundes Wolfowitz, subsecretario de Dick Cheney, cuando EU iniciaba su imperio unipolar, un año después de la disolución de la URSS-; al contrario, Pekín se asienta como una nueva potencia de primer orden; 2) detiene la globalización financiera y da pie al proceso de desglobalización; 3) pierde su hegemonía el dólar y desnuda la vulnerable realidad geofinanciera y geoeconómica de EU: el único imperio deudor en la historia de la humanidad; 4) la multipolaridad, que a nuestro juicio representa un "nuevo orden hexapolar", sustituye la efímera unipolaridad que no aportó gobernabilidad global ni prosperidad compartida, sino sangre y fuego para beneficiar en última instancia a la plutocracia neoliberal global; y 5) emerge la teocracia de los ayatolas de Irán como la nueva potencia regional en el Golfo Pérsico: un efecto totalmente indeseable para la tripleta de EU, Gran Bretaña e Israel, derrotada por la "guerra asimétrica" desde los 76 kilómetros de la frontera china de Afganistán, pasando por los países ribereños del Golfo Pérsico, hasta la costa oriental del mar Mediterráneo.

La agónica globalización financiera anglosajona juega desesperadamente toda su panoplia de instrumentos innovativos -fondos de cobertura de riesgo (hedge funds), capital privado (private equity), ofertas públicas iniciales (IPO) y megafusiones (Mergers & Acquisitions) para intentar revertir el reposicionamiento de la química petrolera y la evanescencia de la alquimia financiera.

Las nuevas "siete hermanas petroleras" son ahora estatales, cuando las trasnacionales anglosajonas, uno de los principales puntales de la alquimia financiera, gracias a su control bancario simultáneo, han cedido el lugar preponderante que ejercieron desde la Segunda Guerra Mundial (ver Bajo la Lupa, 21/3/07).

La demencial alquimia financiera posmoderna, que transmutó la química petrolera en vulgar "papel-chatarra" para apuntalar la hegemonía unipolar del desfalleciente dólar, inició en 1971, cuando el mundo financiero entró a la inestabilidad turbulenta de la flotación de las divisas como consecuencia del desacoplamiento del billete verde de su paridad fija con el oro por el presidente Nixon para financiar el déficit producto de la guerra de Vietnam.

En la primavera de 2007 es más diáfano el trayecto del nuevo orden "hexapolar" (EU, Unión Europea con el exitoso BRIC: Brasil, Rusia, India y China), hacia donde se encamina la humanidad.

La globalización financiera, de corte trasnacional privado y controlado por la banca israelí-anglosajona, se encuentra en proceso de desintegración (desglobalización), mientras crece la influencia de la globalización petrolera de corte estatal geopolítico. ¿Se trata de la revancha de la química petrolera contra la alquimia financiera?

 
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