Usted está aquí: lunes 9 de abril de 2007 Opinión Desencuentros

Gustavo Esteva

Desencuentros

"No se puede hablar de desterrar el odio y la violencia", dijo Carmen Aristegui, "cuando los abusos documentados por un organismo internacional no han sido aclarados ni castigados... ¿Cómo se va a expresar la inconformidad social, que no fue resuelta, sino únicamente acallada?"

Con esa intervención dio principio la última sesión del Encuentro Nacional sobre Comunicación y Sociedad, celebrado en la ciudad de Oaxaca del 23 de febrero al 30 de marzo. En la breve relatoría general, que hizo un recuento de lo ocurrido y mencionó las propuestas de reformas legales e institucionales que se presentaron, se incluyeron anuncios importantes que expresan la significación de la reunión y la vitalidad del movimiento oaxaqueño:

* La creación de la Red Oaxaqueña de Radios Comunitarias. Oaxaca es ya el estado de la República con mayor número de esas radios; 24 de ellas aparecieron en los pasados dos meses.

* La formación del Capítulo Oaxaca de la Asociación Mexicana por el Derecho a la Información, que incluirá cuatro comités locales, uno relacionado con la creación del Observatorio Ciudadano de Medios en Oaxaca. El observatorio será particularmente importante ante los procesos electorales locales para diputados y presidentes municipales que se encuentran ya en curso

* La concertación de espacios en que podrá expresarse libremente la sociedad civil en Radio Universidad y en la red de radio del grupo CORO, que cubre todo el estado. Un programa semanal de una hora empezará en esa red a mediados de abril y participarán en él representantes de todos los sectores sociales.

Para concluir, se presentó la Declaración de Oaxaca: una nueva comunicación para una nueva sociedad, como contribución a la agenda nacional en esta materia. Es un documento que intenta reflejar la experiencia oaxaqueña reciente, cuando se padecieron todas las consecuencias negativas del actual sistema de comunicación social y a la vez se dio uso alternativo a los medios de comunicación masiva públicos y privados, y uso creativo a medios alternativos como las radios comunitarias, las páginas electrónicas, los grafitos y los discos compactos con documentación gráfica del movimiento, de los que circularon decenas de miles de copias.

En la relatoría general los organizadores señalaron que el encuentro era a la vez un punto de llegada y un punto de partida. Se llegaba a él al culminar una fase de la lucha por el derecho a la información y empezar otra, acaso la decisiva, cuando pesa sobre el país la amenaza de que se realice uno de los más grandes despojos de la historia nacional. Se llegaba también con el fundamento de una larga experiencia de lucha social, cuando oaxaqueñas y oaxaqueños tienen aún a flor de piel las heridas, los triunfos épicos, los sueños y las pesadillas.

Fue claro para los participantes que Oaxaca tiene mucho que aportar en el campo de la comunicación, con base en sus experiencias recientes, algunas únicas en el mundo. Fue claro también que lo va a hacer, porque muchos ciudadanos se han puesto de pie y siguen afianzando sus lazos de solidaridad para articular organizadamente sus empeños.

En el encuentro participaron destacados especialistas mexicanos y latinoamericanos, que dialogaron con los actores y protagonistas de los propios medios -periodistas, locutores, trabajadores de la comunicación, propietarios de periódicos y estaciones de radio- y con representantes de los diversos sectores de la sociedad, para examinar juntos los problemas existentes y encontrar fórmulas de solución, tras escuchar a 54 ponentes en 21 sesiones públicas de reflexión y análisis y en seminarios semanales de discusión.

Todo esto permite apreciar la importancia del acto. Fue noticia. Merecía ser reconocido como tal. Los medios locales le dieron cobertura excepcional, pero apenas existió en los medios nacionales, para los cuales Oaxaca mismo ha dejado de existir; sólo aparece en las páginas de propaganda contratadas por el gobernador. Aunque se logró romper en parte este bloqueo mediático, porque los últimos días del encuentro se realizaron como teleconferencia y pueden verse completos en el sistema de la UNAM, el hecho fue una confirmación flagrante de lo que se denunció en el encuentro.

Tenemos actualmente audiencias críticas y lúcidas y tiende a desaparecer el espectador pasivo, como señaló Carlos Monsiváis cuando finalmente llegó a la reunión. Pero los medios no se han enterado. Si mantienen esa actitud, esas audiencias pueden cometer contra ellos un atentado peor que tomarlos por asalto: los van a abandonar. Muchos lo han empezado a hacer, entre otras cosas mediante el aprovechamiento creativo de las nuevas tecnologías -algo en que Oaxaca también parece estarse anticipando al resto de la sociedad mexicana.

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