Usted está aquí: lunes 9 de abril de 2007 Sociedad y Justicia Lamentan trasnacionales falta de ánimo en México para concesionar servicios de agua

Se trata de un tema político caliente, consideran empresas francesas del sector

Lamentan trasnacionales falta de ánimo en México para concesionar servicios de agua

ANGELICA ENCISO L. ENVIADA

Ampliar la imagen Desde la óptica de las trasnacionales muchos mexicanos no cuidan debidamente el agua, debido a lo bajo de las tarifas. En la imagen, vecinos de Iztapalapa se abastecen del líquido en una toma pública Foto: Alfredo Domínguez

París, francia. Aunque en México hay un marco regulatorio satisfactorio para el sector privado, no se observa "animo" para que se lleven a cabo contratos de concesiones totales del servicio de agua potable, ya que este tema es tema político e ideológico, consideran Suez y Veolia, las dos principales empresas francesas del sector del agua y de gran influencia a escala mundial.

Ante las limitaciones para la expansión de la participación privada en América Latina en el sector del agua, donde el caso más exitoso de privatización ha ocurrido en Chile, y tras los grandes fracasos de Argentina, país con el que Suez está en arbitraje internacional, y Bolivia de donde esta empresa salió tras la llamada "guerra del agua" ocurrida en la provincia de Cochabamba, estas compañías son conscientes de las dificultades existentes para su expansión en la región.

Funcionarios de Veolia, creada en 1853, cuya filial Proactiva opera en el país, estiman que México tiene "un marco regulatorio satisfactorio para nosotros, se ha hecho un gran esfuerzo para establecer un marco jurídico y facilitar la inversión y el desarrollo del sector del agua; lo que falta son contratos".

Considera que aquí el líquido es un "tema político caliente", aunque faltan pocas cosas "para que haya un gran desarrollo del sector privado y programas de inversión en el negocio del agua". Asume que los fracasos de privatización en América Latina "dan la idea de que esto no es la solución" y en general hay poca incidencia privada en la región, con excepción de Chile.

"La idea de la privatización es incorrecta, lo que se busca en realidad es que una empresa privada opere eficazmente y gane dinero por ello, con un equilibrio económico. En México no se busca la privatización, y la presencia empresarial es limitada y la participación que existe por medio de concesiones equivale a 2 por ciento", refiere.

Veolia tiene la concesión de Aguascalientes para la operación de fuentes de abastecimiento y plantas potabilizadoras, la distribución de agua potable, la gestión comercial y el manejo del alcantarillado. El contrato es por 30 años, de los cuales lleva 14, atiende a 850 mil personas con la empresa Cima, propiedad en 90 por ciento de Proactiva -de la cual 50 por ciento es de la compañía francesa-, y 10 por ciento de la mexicana ICA. Entre sus logros, la compañía menciona que la tasa de cobro es de 93 por ciento y las fugas de líquido se redujeron en 50 por ciento.

Para la empresa, el bajo precio del recurso que existe en varias entidades del país, incluido el Distrito Federal, "es un obstáculo para el desarrollo de la inversión y la economía del líquido en general, y esto es para cualquier empresa, privada o pública. El precio del agua debe reflejar la realidad de la inversión, de los costos operativos, de la economía del agua para que la gente la cuide, de otra forma las inversiones se cargan del lado del presupuesto gubernamental".

En México, detalla, "hay pocas experiencias y poco ánimo de desarrollar concesiones a empresas privadas, como ya ocurrió en los casos de Aguascalientes y Cancún; pero al final es el cliente (el gobierno), el que decide la parte de las inversiones que se necesitan hacer".

Estima que es "útil y justo que cada quien pague el precio en función de las necesidades, el nivel social o la capacidad económica de la gente; una zona debe tener agua a precio bajo y que quienes puedan pagar el líquido lo hagan, porque cuando es muy barato, el recurso no se cuida".

Esta empresa tiene un contrato con el Distrito Federal, Tuxtla Gutiérrez y Puebla para la gestión de servicios comerciales y obras de rehabilitación en las redes; atiende a 2.4 millones de usuarios, y cuenta con la distribución de agua potable en Acapulco.

Suez, por su parte, opera en Cancún, mediante la empresa Aguakán, con un contrato de 30 años desde 1993, y abastece de agua potable a la ciudad, además de que se hace cargo de la red de alcantarillado; esta compañía -fundada en 1856 y que opera parte del abasto de París- reconoce que "el servicio no es perfecto, hay zonas que no tienen líquido las 24 horas. Pero la gente está satisfecha con lo que se ha hecho".

La facturación en este puerto turístico es de 45 millones de dólares, y desde que se presentó el huracán Wilma, hace casi año y medio, la situación ha sido difícil, porque una parte importante de sus ingresos están vinculados con la zona hotelera, la cual no tiene la misma ocupación de antes del ciclón.

Esta empresa también tiene presencia en el Distrito Federal -donde renovó contrato en 2003 y vence en 2009- en el área comercial, rubro que abarca la facturación del servicio, la conexión del líquido, la lectura de medidores y cobranza, además de que se hacen obras de mejora en las redes de agua potable y renovaciones de cañerías, con el objetivo final de que las pérdidas de agua en las redes de distribución sean mínimas.

Indica que en la ciudad de México "hay perdidas enormes y el recurso es limitado, hay gente que no tiene agua varias horas al día o a la semana. Antes de buscar nuevas fuentes para la ciudad, se deben reparar fugas para que las pérdidas de líquido sean mínimas".

Esta empresa refuta que se haya dado un "rechazo" a la participación privada en el sector América Latina, donde el problema es "más ideológico"; considera que hubo errores en la forma en que se llevaron a cabo los contratos. En el caso de Bolivia, el gobierno no quiso aumentar el precio del agua, pero sí elevó el costo de la conexión del agua, el cual pasó de 150 dólares a 250 dólares, donde el salario es de 50 dólares al mes, y el mensaje a la gente era "no tienen agua porque son pobres". Aquí "el error fue que el gobierno no quiso elevar el precio del líquido, y nuestro error fue no haberlo logrado", precisa.

Asegura que "el rechazo no es porque no hubiéramos logrado los objetivos del contrato, no hiciéramos nuestro trabajo bien o los clientes no estuvieran de acuerdo con el servicio; es ideológico. La Paz es un ejemplo interesante, aunque desagradable, porque no seguimos ahí, hemos logrado negociar con el gobierno de buena fe, y vendimos la empresa al gobierno en un precio que ambos aceptamos, sin hacer juicio al Estado, y los resultados pactados en el contrato se lograron".

Agrega que "si la gente negocia y analiza de manera objetiva lo que se hizo, vemos que los resultados son positivos. No fuimos rechazados en Córdoba, Argentina, por la población, el agua es de buena calidad, y la empresa fue adquirida por un accionista de ese país. En Santa Fe hubo un problema financiero, el gobierno no respetó la palabra y por eso estamos en arbitraje. Mientras que en Chile todo va bien".

Asegura que lo que ocurrió en estos países no influyó en México, ahí "la empresa se desarrolla de manera normal". Sin embargo, precisa que el precio que los mexicanos pagan por el agua potable corresponde a una pequeña parte del costo de producción y la cobranza es pésima, pero no se ha planteado la idea de privatizar.

Agrega que "si se llega" a mencionar la idea de concesionar el servicio en el Distrito Federal, donde Suez participa por medio de la empresa Lacmex, y factura un millón de usuarios, el gobierno dirá cómo lo quiere hacer y las empresas tomarán sus decisiones; "por ahora ni lo hemos pensado".

Asevera que en la distribución de agua "hemos propuesto varias cosas, hay reuniones con la gente que maneja el contrato en el Distrito Federal y el paso siguiente es decisión del gobierno".

 
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