Usted está aquí: miércoles 4 de abril de 2007 Espectáculos Pedro Infante no sabía música, pero no le hacía falta: Esperón

El próximo 15 de abril se recordará al ídolo por el 50 aniversario de su muerte

Pedro Infante no sabía música, pero no le hacía falta: Esperón

Soy el mayor musicalizador de la historia del cine mexicano, afirma el autor de Mi cariñito

ARTURO CRUZ BARCENAS

Ampliar la imagen Manuel Esperón en su estudio de la Sociedad de Autores y Compositores Foto: Francisco Olvera

El maestro Manuel Esperón le quitó "lo caprino" al canto de Pedro Infante, cuando en sus inicios el después llamado Torito se ponía nervioso ante el micrófono. La primera vez que iba a grabar, Infante tuvo que ser jalado prácticamente por Esperón porque presa de "pavor" decía, mientras agarraba su chamarra para irse, que no servía para eso. "Conocí a Pedro cuando cantaba en un hotel de Reforma, en 1941. Fue mi amigo y mi alumno, porque cuando comenzó a cantar profesionalmente le fue muy bien conmigo. Le di algunos tips. Pedro no sabía música, pero eso no le hacía falta", dijo don Manuel.

El próximo 15 de abril, los mexicanos recordarán a su ídolo Pedro Infante, con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento. Sin Esperón, el popular intérprete no hubiera trascendido. Sus vidas se unieron en lo profesional. Manuel Esperón nació en agosto de 1911 en la ciudad de México, en la colonia Guerrero, calle de la Estrella número 3. Fue su padre Manuel Esperón Alcalá, nieto del reconocido compositor oaxaqueño Macedonio Alcalá.

Su padre nació también en Oaxaca y su profesión fue la de ingeniero civil, especializado en minas. Su madre fue Raquel González Cantú, de ascendencia francesa, pianista de concierto. De ella considera el maestro Esperón haber heredado la vocación por la música, por el piano y por todo lo que tiene que ver con el arte sonoro. Algo que le llamaba mucho la atención en su niñez era ver a su padre cantando, acompañado por su madre al piano.

Comenzó en 1933 para La mujer del Puerto

Profesionalmente empezó a componer en 1933 para la película La mujer del Puerto, para la cual compuso la canción-tema. La letra es de El Vate Ricardo López Méndez. Esperón fue compositor de cabecera de grandes ídolos del cine de la época de oro, entre los que destacaban Jorge Negrete e Infante; a él le tocó descubrir en Infante su gran valor de interpretación para la canción popular y aunque él quería cantar a la manera de Negrete, logró convencerlo de tomar el estilo que lo hizo triunfar.

Con él llegaron a la fama muchísimas canciones, en especial Amorcito corazón y Mi cariñito, todas las cuales requerían de mucha expresión, sentimiento y profesionalismo, que Pedro supo encontrar. Se le daban de forma natural y era extraordinariamente profesional; entraba al estudio y sacaba adelante lo que se proponía; "era fácil trabajar con él", precisó Esperón. A Negrete también lo descubrió el maestro Esperón. Jorge quería interpretar ópera y nunca se imaginó cantando otro tipo de canciones. Al principio le costo trabajo convencerlo de cambiar hacia otro género de canciones, y también a él lo convenció, y así lo escuchamos cantando Ay, Jalisco, no te rajes y Cocula, por ejemplo.

Cantaba muy agudo

Con sus "tips", Infante mejoró mucho su emisión de voz, su estilo. "Cantaba muy ladino y yo le bajé los tonos. Ladino es muy agudo. Logró cantar como cantamos los mexicanos: suavecito. El que cantaba a todo pulmón era Negrete; su voz era grande y muy fuerte. A Pedro le dí Amorcito corazón, No volveré, Mi cariñito, Mía, A la orilla del mar, Yo soy quien soy, Maldita sea mi suerte".

Infante no le pedía las canciones, sino que el propio Esperón se las daba. "En general los temas yo los componía para películas. No sé cuántas hice. Musicalicé 520. Desde niño se me facilitó lo de la composición, desde los 8 o 9 años. Las canciones de ahora para el cine han mejorado en un sentido, pero en otro no. Ahí van; lo importante es que persista el cine mexicano.

"A Pedro Infante yo lo entendí. Más que nada le decía que no diera de gritos. Le señalé que Negrete podía dar una serenata a una señora desde debajo de su casa. Tú canta al oído, para que te escuchen. Esa es tu ventaja. Eso le dio mucha risa". Intervino la esposa de Esperón, Beatriz: "Le dijo que si así lo hacía hasta se iba a ganar un tesito".

Recordó a Infante como una gran persona. "Perdónenme la palabra, pero él no era lambizcón, como se dice vulgarmente. Era una persona muy sencilla, muy amigo, muy cuatito, como decimos los mexicanos".

En su casa de Toluca, un día Pedro le cortó el pelo a Esperón. "Tenía una peluquería en su casa. Me fastidió. ¡Ah, qué Pedrito! Acababa de comprar un sillón de esos que dan vueltas. Me dejó mal."

Ha hecho música descriptiva de más de 450 películas. "Soy el mayor musicalizador en la historia del cine mexicano, definitivamente. De la música he obtenido todo: esposa, hijos, dinero, casa, paseos". La señora Beatriz afirmó que la conquistó con las canciones, "con todas". Ahora, Esperón ofrece conciertos, en los que interpreta La suite mexicana, "que es música popular mexicana de alto nivel. Recientemente me nombraron integrante del Consejo de la Crónica". Le entregaron La Gran Orden del Derecho Autoral. Hace dos años le dieron un Grammy especial por su trayectoria, distinción recibida sólo por personalidades como Frank Sinatra o los Beatles.

Carrera ampliamente reconocida

En sus oficinas de la Sociedad de Autores y Compositores de Música abundan los trofeos, los premios, las cartas de agradecimiento. "Parezco caballo de carreras", comentó. Ha recibido cuatro Arieles.

"Infante estaba muy contento con su manera de ser. En Amorcito corazón se puede apreciar la voz de Pedro. La música es mía y la letra de Pedro de Urdimalas. El silbidito fue una aportación del director de cine Ismael Rodríguez. Le ayudó a la canción, pues en un detallito simpático."

Recordó que Infante "era un tragón. Comía como nunca he visto hacerlo a una persona. No comía en un plato, sino en un platón. Cuatro huevos, dos filetes, frijoles chinitos, arroz. Siempre nos vimos para trabajar. El día que falleció yo estaba en mi casa. Me llegó fuerte la cosa; por quererse meter de piloto, sobrecargó el avión y se le clavó. Era muy alegre, muy hermanito. No tenía defectos fuertes. No era borracho, no era mujeriego, aunque las mujeres lo buscaban.

"Lo de que era el Mil amores no se lo quitó nunca. Ser ídolo lo da el pueblo. Es como ser una gallina envuelta en celofán. Pedro Infante no es propiedad de nadie ni de Irma Dorantes; es del pueblo".

 
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