Usted está aquí: martes 3 de abril de 2007 Ciencias Fecundación: preguntas sin respuesta

Javier Flores

Fecundación: preguntas sin respuesta

La Iglesia católica sostiene que los seres humanos son tales desde el momento de la concepción, a la que desde el siglo XIX ha identificado con la unión del óvulo y el espermatozoide. Como he señalado aquí reiteradamente, se trata de una asociación artificial entre un concepto metafísico, que involucra la adquisición del alma, con otro de naturaleza científica: la fusión de dos células como punto de partida del proceso reproductivo en nuestra especie. Planteo aquí algunas preguntas ante las que, a mi juicio, no existen respuestas satisfactorias por parte de esta Iglesia.

Primero es importante evidenciar una contradicción: ¿cómo hacer compatible una filosofía que proclama la defensa de la vida con un rechazo al conocimiento que busca garantizar el surgimiento de la misma? La esterilidad es un problema que afecta a millones de personas en el mundo. Produce sufrimiento entre quienes desean tener hijos y no pueden conseguirlo. Se ha constituido en un tema médico, pues, si no todas, la mayoría de las causas de incapacidad para la procreación tienen origen biológico. La Iglesia católica rechaza prácticamente todas las tecnologías de reproducción asistida (TRA) que persiguen dotar de capacidad reproductiva a las personas que presentan esta incapacidad.

Las TRA tienen entre sus características la sustitución de procesos biológicos claves. Por ejemplo, la fertilización, que normalmente ocurre en los órganos internos femeninos, puede realizarse fuera de ellos, en una caja de vidrio, de ahí que se le conozca como fertilización in vitro. En este caso se obtienen óvulos que se colocan en una suspensión de esperma. Bajo las condiciones adecuadas, a las pocas horas se produce la fusión con el espermatozoide. Una vez iniciado el proceso de división celular, el embrión puede ser transferido al útero. Este método dio lugar, en los años 80 del siglo XX, al primer nacimiento de una bebé "de probeta", Louise Brown. La reacción de la Iglesia fue de un exacerbado rechazo a estos procedimientos. Esto revela que por encima de la "defensa de la vida" hay otros principios o dogmas de gran importancia para la institución religiosa, como privilegiar las formas naturales en la generación e impedir que los humanos "jueguen a ser dioses".

Hay casos de infertilidad en los que no puede lograrse ni siquiera la fertilización in vitro. Se han desarrollado así técnicas como la introducción de una sola célula sexual masculina dentro del óvulo, a lo que se conoce como inyección intracitoplásmica de esperma. En este caso, un técnico especializado selecciona bajo el microscopio el espermatozoide de un donador y lo introduce en la célula femenina. De este modo también puede crearse un embrión in vitro, que es transferido al útero. Esta tecnología ha dado lugar a miles de nacimientos exitosos.

Ahora sí vienen las preguntas. Dado que hay en el mundo millones de seres nacidos a partir de las diferentes modalidades de las tecnologías reproductivas, ¿la Iglesia católica los considera seres humanos dotados de alma? Me atrevo a afirmar que hasta ahora la respuesta de la Iglesia no ha sido clara. Otra pregunta: a partir de la identidad entre concepción y fertilización, decidida por el clero, ¿cómo sincronizar la acción de un técnico que introduce un espermatozoide dentro de un óvulo, con la decisión divina de infundir alma al "hombre"? Aquí no existe respuesta, pero una pista es la oposición eclesiástica a este procedimiento.

Voy a tomar un caso extremo: la clonación. Se trata de una realidad reproductiva en mamíferos, como en el caso de Dolly, la célebre oveja de Edimburgo. Aquí se trata de una transferencia nuclear. Consiste en eliminar el núcleo de un óvulo e introducirle el de una célula cualquiera. En esta modalidad reproductiva desaparece el espermatozoide, lo cual ya es bastante fuerte. Hipotéticamente esto podría realizarse en humanos, pero la oposición proviene de la propia ciencia, que ha decidido por ahora dirigirse hacia fines terapéuticos y no reproductivos. A pesar de que no ha sido reportada por los cauces científicos convencionales, la clonación reproductiva en humanos ha sido y es materia de discusión en congresos científicos y filosóficos. También ha formado parte de los debates de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La confusión de la Iglesia en este terreno no deja lugar a dudas. En un documento presentado en la ONU en septiembre de 2004, titulado Consideraciones de la Santa Sede sobre la clonación humana, el Vaticano se refiere en ocasiones a los potenciales productos de la clonación, como seres humanos, y en otras como artefactos. La pregunta obvia es: ¿Se trataría de seres humanos dotados de alma? Aquí les voy a ayudar, les voy a soplar, como dicen en la secundaria: no se produce en este caso la unión del óvulo con el espermatozoide que la Iglesia identifica con la concepción. Pero entonces, ¿qué serían? ¿Animales, máquinas?

La Iglesia no tiene respuestas claras a estas interrogantes.

La velocidad de los avances de la ciencia y la tecnología en el área de la reproducción humana hacen evidentes algunos de los problemas que enfrenta la Iglesia para mostrar coherencia entre su joven modelo decimonónico: "la concepción es equivalente a la fertilización" y el conocimiento que surge de las TRA en el último tercio del siglo XX y lo que va del XXI.

 
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