Usted está aquí: lunes 2 de abril de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

La recomposición del Sol Azteca

Tribus en guerra por la clientela

Sin ayuda partidista, Ebrard va sumando gente

Aunque la necesidad de una reconstrucción vistió, cuando menos desde hace seis años, los discursos de todos sus lideres, nadie en el PRD se atrevía a dar el primer paso; pero como la humedad, la urgencia de cambios penetró la pétrea estructura caciquil de las jefaturas tribales, y desde las bases de ese partido se ha iniciado ya el proceso que aparenta un simple reacomodo pero que pudiera entrañar, por fin, la institucionalización del PRD.

Como en las disputas por un espacio en el tianguis, hoy en las tribus perredistas se ha desatado una guerra sin piedad por las clientelas. Los guerreros saltan de una tribu a la otra, con la promesa de obtener un puesto en el gobierno central, en alguna delegación política, una asesoría en la Asamblea Legislativa, o simplemente un puesto de lo que sea en el propio partido; el fin es estar dentro de la nómina.

Bajo esa fórmula, se entiende que quien más posibilidades tiene para ofrecer chambas es el jefe más encumbrado, pero a ninguno de ellos le ha bastado el puesto para satisfacer el hambre de su tribu. Así las cosas, muchos militantes, con diferentes virtudes, quedan fuera de las reparticiones, y forman ahora un pequeño ejército sin jefe ni expectativa, que ya no está a la venta y supone que en el PRD se debe efectuar un cambio cualitativo para romper con el esquema tribal.

Dos hechos marcaron lo que esta vez se puede considerar una posible nueva vía para ese partido: primero, el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, que sin encadenarse a una de las corrientes -por más que se le trate de ubicar del lado de René Bejarano-, decidió trabajar en una estructura paralela que privilegia la unidad en torno a una visión de justicia social, donde el fin es más importante que el líder, y después el naufragio de la tribu del mismo Bejarano, que transfiguró la geografía del partido.

Aunque para estas fechas Bejarano, que debería estar fuera del PRD, inició una ofensiva para retomar la militancia perdida -sin mucho éxito, hasta donde se sabe-, con reuniones privadas que su falta de calidad moral convierte en rezos en el desierto, da claras muestras de su intención por reintegrarse a las labores partidistas, su clientela se ha dividido, y prácticamente no le queda nada.

Es más, hay quienes aseguran que en su círculo más cercano -sin contar a Dolores Padierna, desde luego-, existe un verdadero rechazo a su liderazgo, y se prepara un nuevo rompimiento con miras mucho más altas que la conformación de una nueva corriente.

Por el lado de Nueva Izquierda, la estrategia ha sido mucho más sencilla: en el mejor de los postulados panistas, se dedica a comprar voluntades. Su capital lo utiliza en imponer gente en puestos supuestamente claves, o en repartir caridad entre los más necesitados, capital que no le alcanza para comprar lealtades, y los cuadros con alguna importancia se fugan de la tribu en busca de mayor coherencia ideológica.

UNyR, la tercera fuerza en importancia, si bien ha ido creciendo en su definición ideológica, también resultó estropeada por la antropofagia de algunas nuevas corrientes que siguen mirando al PRD como una federación de tribus, más que como un partido político.

A mitad de la semana que terminó, en la sede nacional de esa organización política se vivió un deplorable enfrentamiento entre Guadalupe Acosta Naranjo, secretario general del PRD nacional, y Dolores Padierna. El pleito llegó casi a los golpes. Acosta Naranjo defendía los intereses de Nueva Izquierda, y Padierna los de Izquierda Democrática, es decir René Bejarano; mientras UNyR, que lidera Armando Quintero, dilucidaba los conflictos internos, y se decidía a apoyar a los sincorriente: López Obrador, Marcelo Ebrard y Alejandro Encinas.

Todo hace suponer que esos liderazgos habrán de cambiar la faz del PRD. Marcelo Ebrard, por lo pronto, sin emplear al partido como instrumento, ha ido sumando gente, principalmente de Iztapalapa, que están cansados de los liderazgos caciquiles.

En fin, en el PRD se inició ya una recomposición, y habrá algunos que se queden fuera, sin duda.

¡Viva el reventón!

Para no despertar el ensueño de la Semana Santa dedicada al reventón, esta columna dejará de publicarse por respeto, desde luego, al disfrute laico de la vida pagana en vacaciones.

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