Usted está aquí: lunes 2 de abril de 2007 Cultura Apropiarse de obras ajenas, temeraria forma de envidia

Desde el Siglo de Oro a la actualidad se denuncian "robos"

Apropiarse de obras ajenas, temeraria forma de envidia

MONICA MATEOS-VEGA

La historia de escritores plagiadores o plagiados registra varios casos. Uno de los que más escándalo causó fue la acusación que la narradora gallega María del Carmen Formoso Lapido presentó ante tribunales contra Camilo José Cela, premio Nobel de Literatura 1989, y la editorial Planeta, por "apropiación indebida" de sus derechos de autor.

El autor de obras como La familia de Pascual Duarte y La colmena, ganador del Premio Cervantes en 1995, pasó sus últimos años en medio de litigios interpuestos por Formoso, quien asegura que la novela de Cela La cruz de San Andrés es igual a la suya, titulada Carmen, Carmela, Carmiña.

La autora argumentó que inscribió su obra al concurso por el Premio de Novela Planeta de 1994, el cual fue otorgado al escritor con la obra mencionada.

Luego de un fallo inicial que archivaba la demanda, ésta fue reactivada en 2003. La responsabilidad penal se limitó a la editorial Planeta. Cela falleció en enero de 2002.

En Chile, el mundo literario se conmocionó al descubrir que la narración El cazador, de Paulina Wendt, ganador del Concurso de Cuentos Paula 2002, era un plagio de El fin del viaje, del escritor argentino Ricardo Piglia, según el jurado.

El plagio fue descubierto por la editorial Planeta, que publica las obras del argentino en Chile, y llevó a que el jurado del concurso se reuniese nuevamente. Tras comparar ambos textos, le retiraron el premio (de más de 2 mil 500 euros) a Wendt.

El jurado estuvo formado por el mexicano Juan Villoro, el argentino Rodrigo Fresán y la chilena Andrea Palet. Paulina Wendt (1965), quien es doctora en Literatura por la Universidad de Chile y profesora de Escritura Creativa de la Universidad Diego Portales, rechazó los cargos en un comunicado en el que atribuye la situación a "una suma de torceduras y ambiciones".

El poeta Raúl Zurita, Premio Nacional de Literatura 2000 en Chile y pareja sentimental de Wendt, dijo que el texto presuntamente plagiado no era más que "un diálogo textual con Piglia, como sucede tantas veces en la literatura". No obstante, Zurita, hace unos años fue acusado de plagiar a Bob Dylan.

Veneración primitiva

El plagio literario "es el homenaje más primitivo que esconde la más temeraria forma de veneración de la envidia. Así lo entienden los sicoanalistas por ese desvío existencial en el que el plagiador intenta identificarse con el plagiado. Los abogados afirman que es un daño moral y una violación flagrante a la propiedad intelectual, un delito que la justicia condena como una estafa al intelecto con seis años de prisión", escribe la especialista Emil Domec.

Agrega, que ninguna rapiña literaria supera a la del periodista mapuche Nahuel Maciel, quien publicó entrevistas apócrifas y plagiadas de Vargas Llosa, Carl Sagan, Onetti y presentó como libro propio en la sala Martín Fierro de la Feria del Libro 2004 de Argentina.

Incluso, publicó una proeza: una extensa entrevista con Gabriel García Márquez, en un libro con prólogo de Eduardo Galeano. Con esa entrevista inexistente engañó a los más conocedores con sus 12 capítulos.

El primero en descubrirlo fue el propio Galeano, al ver su nombre en el texto desconocido que terminó incinerado ante escribano público.

En Internet, inclusive, existe una página titulada "plagiarios ilustres", entre quienes figuran Garcilazo de la Vega, Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Pablo Neruda, Manuel Vázquez Montalbán.

De Carlos Fuentes dicen: "Aunque ya se había puesto en duda la completa originalidad de los procedimientos narrativos utilizados por el escritor mexicano (la influencia faulkneriana en La Muerte de Artemio Cruz y de Henry James o de James Joyce para otras obras), la acusación más grave, en este caso, de plagio, contra Fuentes, la pronunció el escritor, también mexicano, Víctor Celorio en 1995. Según él, pueden encontrarse en la obra firmada por Fuentes Diana o la cazadora solitaria (1994) unas 110 coincidencias textuales, amén de varios personajes excesivamente similares a los de la obra de Celorio titulada El unicornio azul, escrita en 1985, pero difundida en una tirada reducida a costa del propio autor".

Hasta el mismísimo Gabo aparece en la lista de los acusados: "al publicarse en 1977, Cien años de soledad, Miguel Angel Asturias acusó a García Márquez de plagio diciendo que había copiado de un personaje de Honoré de Balzac, de la novela Búsqueda del infinito; este personaje buscaba fabricar un diamante y de allí había tomado García Márquez al coronel Aureliano Buendía, que fabricaba pescaditos de oro. Estas acusaciones fueron relanzadas en 2002 por el escritor colombiano Fernando Vallejo, en la segunda Feria Internacional del Libro de Guatemala.

"Con anterioridad, García Márquez se había visto obligado a reconocer que su Relato de un náufrago, estaba basado en el testimonio real del superviviente del hundimiento de un barco de la Armada colombiana.

"Más recientemente, el escritor Gregorio Morán, articulista de La Vanguardia, arremetió contra la falta de originalidad de la novela del colombiano, Memoria de mis putas tristes, como una adaptación encubierta de la obra de Yasunari Kawabata, La casa de las doncellas dormidas. Bien es cierto que García Márquez cita a Kawabata para explicar las influencias de su relato, para Morán esta referencia podría ser una mera coartada para protegerse de las acusaciones de hurto literario."

 
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