Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 1 de abril de 2007 Num: 630

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FRANCISCO HERNÁNDEZ TALLEDOS

El Mercosur y la tierra purpúrea
GABRIEL COCIMANO

Un sobreviviente del éxito
ARTURO GARCÍA HERNÁNDEZ
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El Gran Telescopio Milimétrico
NORMA ÁVILA JIMÉNEZ

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Tras la huella de los Flecktones

Se sabe que Brasil es un país musical y que su cancionero le ha dado la vuelta al mundo. Lo que algunos ignoran o prefieren ignorar, acepémoslo, es que como resultado de un idiomático chauvinismo sus pobladores casi no escuchan obra extranjera de ningún género más allá de lo típicamente comercial (que igual sufre por triunfar en la radio, televisión y tiendas de discos). Entonces, que un grupo fuereño de música instrumental norteamericana venga a ganarse el corazón de esta gente exige un esfuerzo heroico. Ejemplo: el pasado miércoles 21 de marzo en el hermoso Auditorio Ibirapuera de Sao Paulo (diseñado por el genio de Oscar Niemayer), cuando los de Béla Fleck & The Flecktones hicieron lo que tenía años de no suceder, incluso con artistas locales: llenar dos funciones en un día.

Esto es algo para subrayarse porque se trata de una banda muy "gringa" y porque el hecho se da tras la visita a Brasil de George W. Bush, contra quien tanta animadversión siente la población sudamericana y en especial la brasileira que, prestando oídos ciegos a asuntos políticos, entregó una emoción desbordada, juvenil, y se apoderó de la noche inundándola con ovaciones de pie, gritos, silbidos, expresiones continuas de interacción y agudo juicio.


Los Flecktones: Béla Fleck, Victor Wooten, Futureman
y Jeff Coffin

Diferente cosecha tuvo el grupo en Santiago, adonde también lo seguimos. Pese a la buena entrada no hubo el preciado sold out ni se rasgaron vestiduras en el clímax de alguna emoción. Más melancólicos e introspectivos, los chilenos recibieron al grupo con un cariño contenido, casi un convencimiento de que aquello no estaba sucediendo en realidad. Digamos que sus comentarios exaltados no coincidían con su despliegue físico, tan calmo. Además, a ellos la policía no les permitió permanecer en el teatro para la anhelada firma de autógrafos con la que los Flecktones cierran cada actuación. "Los carabineros no lo permiten", se recordó con vetusta autoridad.

Un día después los vientos cambiaron nuevamente. El Teatro Gran Rex de Buenos Aires sucumbió pleno a los pies del cuarteto. Tal como si viera un partido Boca-River, el respetable cantaba, exigía más colmando la noche de un ánimo que según la prensa –pues ése nos lo perdimos– no se había visto en mucho tiempo. Tales expresiones son las que animan esta y otras muchas notas en torno al grupo. ¿Cómo una banda de bluegrass (música folclórica norteamericana) puede causar semejante reacción en quien los escucha a tantos kilómetros de distancia? Y bueno, tampoco es una banda típicamente country, ni típicamente funky, ni típicamente nada… Con el noveno Grammy recién guardado en la vitrina y veinticinco nominaciones a cuestas, su líder Béla (el músico más nominado en diferentes categorías en la historia), nunca pierde la oportunidad de sonreír, comer chocolates o gastar una broma en el escenario. Se hace querer: "¡no sé cómo me fui a topar con un banjo viviendo en Nueva York!"

El último concierto se dio en el Teatro Libertadores de Córdoba, Argentina. La historia se repetía: jóvenes cantando porras futboleras a la salida del cuarteto y viejos callándolos. Un hermoso cuadro de opereta en el que, según los Flecktones, se produjo la mejor presentación de la gira iniciada en México hacía dos semanas. Prueba de esta pasión cordobesa fueron dos rostros untados al vidrio de la calle, destacados entre los muchos que se quedaron sin boleto. Dos hermanos adolescentes a quienes la suerte marginó del evento. Ambos lloraban. Parecía que se perdían la oportunidad de ver a los Rolling Stones o a u2, tan especialistas en crear idolatrías. "Es que no puede ser que no los veamos", decían. Y así permanecieron hasta veinticinco minutos antes del final del show, cuando solos y con las córneas reventadas alguien tuvo a bien invitarlos a pasar. Lo logaron. Esa es la sensación general, la de "logramos verlos", "podemos morir tranquilos". La del celular temblando y el "mañana te cuento porque no lo vas a creer", la de "te dije que era cierto, que venían los Flecktones".

Así, de Tennessee a Córdoba y de ahí a Australia, Béla Fleck (banjo), Victor Wooten (bajo), Futureman (batería y percusiones electrónicas) y Jeff Coffin (saxofones) dieron cátedra de un funcionamiento complejo, arriba y abajo del escenario, aportando lo mejor de cada uno al servicio de la colectividad. Fuimos testigos de su levantarse a las cinco o seis de la madrugada todos los días, de limitar el esparcimiento y hábitos en lugares nuevos, de la reticencia mediática… de cómo superaron todo para, como ha sido siempre con las cosas que valen la pena, enfrentarse cara a cara con la multitud insondable y, a base de virtuosismo y belleza, hacerla reír, gozar, mejorar al mundo.