Usted está aquí: viernes 30 de marzo de 2007 Política Tijuana, origen y destino del país

Jaime Martínez Veloz

Tijuana, origen y destino del país

La ciudad de Tijuana, como lugar geográfico y asentamiento poblacional, presenta dos situaciones encontradas:

Por una parte su ubicación privilegia la vinculación del territorio con el borde occidental del continente asiático y favorece los vínculos o relaciones de inversiones económico-productivas con países como Japón, China, Hong Kong y Corea del Sur, que aun cuando buscan condiciones propicias para expandir sus inversiones, desean la posibilidad de encontrar una mano de obra educacionalmente preparada, pero barata, como recurso que ayude al aumento de sus ganancias. Otra expresión de esta ventaja geográfica lo da la vinculación directa con la frontera de Estados Unidos y, en particular con California, estado que tiene un desarrollo de muy alto nivel, que lo ubicaría, si fuera un territorio aislado, independiente, como la quinta economía mundial.

Por otro lado, y no menos importante, la ciudad y su lugar histórico de ubicación se sitúan en un medio geográfico de extrema dificultad para el desarrollo urbano, el cual ha sido un hecho con cerca de 128 años de fundación.

Localizada en sus inicios en una zona llana, rodeada ya entonces de alturas obligadas a ser superadas para un crecimiento futuro, la ciudad se implanta y cubre un cúmulo de cañones y depresiones, sobre un suelo suelto, arenoso, de fácil lavado por las aguas de todo tipo, automodificándose en el tiempo con el ritmo del clima, inestable, extremoso, con extensos periodos de sequía, y cortos y muchas veces intensos periodos de lluvia, que modifican la morfología de los suelos.

La ciudad ha presentado un intenso y dinámico desarrollo poblacional, el cual duplicará su población actual para 2025, cuando habitarán el municipio más de 4 millones de personas.

Como puede apreciarse, la ciudad, que presenta los valores que caracterizan el crecimiento poblacional del país de cerca de 2 a 2.2 por ciento anual, debe el incremento de su población no tanto a éste, sino al producido por la alta tasa migratoria que alcanza la ciudad, en ocasiones de más de 3 por ciento.

Este aspecto es expresión del hecho geográfico que impone el carácter de frontera de Tijuana, motor impulsor que caracteriza la ciudad como municipio receptor de los distintos territorios emisores de México y que coinciden en este lugar, y aunque ya es harto conocido, la ciudad atrae a aquellos que buscan el sueño americano, que los lleva a alejarse de sus lugares de origen para cruzar al "otro lado", y cuando este paso no se hace realidad, deciden asentarse en la ciudad, que de entrada les brinda trabajo, bien o mal pagado, pero superior como oferta del que tenían como opción en su lugar de partida.

Desgraciadamente, la ciudad ha contado con gobiernos que han minimizado, por no decir desconocido, las serias implicaciones de las complejas variables que interactúan en Tijuana.

Todo esto ha llevado a un crecimiento incierto y costoso, en particular en términos de infraestructura urbana, donde cada vez más los nuevos desarrollos guardan una distancia extrema con la infraestructura existente, desarrollos que en particular están pensados para la población con recursos que le permiten entrar en el mercado inmobiliario, inflado en costos para justificar las ganancias a obtener en la venta de una sola casa.

En los pasados cinco gobiernos municipales, cuatro del Partido Acción Nacional y el más reciente del Revolucionario Institucional, la ciudad ha sido entregada a la especulación inmobiliaria.

Las empresas constructoras, en particular aquellas que concentran una fuerza casi arrasadora y opresiva de la voluntad local, que impone la ganancia sobre todas las cosas, tienen que cumplir los reglamentos municipales y no manejarlos a su antojo, tienen que respetar las características del territorio, tienen que comenzar a pensar no sólo en casas, sino en estructuras urbanas de diseño que otorguen una más larga vida a las inversiones de los ciudadanos de cualquier grupo de la estructura social.

Es preciso hacer un balance de las condiciones medioambientales y de sustentabilidad de la ciudad, del significado conjunto de decisiones individuales que no tienen un poder rector que las regule, y si es necesario situarlas en el tiempo adecuado para las mismas.

Es necesario, pues, resolver en forma integral y definitiva el futuro de Tijuana por medio del estudio y preparación de un pronóstico de desarrollo integral a largo, mediano y corto plazos, en ese orden, con escenarios poblacionales y económicos que permitan prever, de una vez por todas, la evolución de los límites urbanos y actuar en consecuencia con las reservas territoriales que den solución, en forma científica, al desarrollo de la industria y de las zonas habitacionales.

Debe hacerse en una perspectiva donde se pueda situar, sin exclusivismos clasistas, la entremezcla de zonas entre las destinadas a las entidades desarrolladoras y aquellas donde se localizarán las colonias populares, en un contexto de cooperación que permita compensar económicamente la introducción de las diversas redes de infraestructura, con beneficio para las clases con menos recursos.

El crecimiento urbano debe articularse con la planeación económica del municipio, con el ordenamiento territorial de la ciudad y con un desarrollo democrático de los procesos sociales, con el objetivo de diluir el carácter mercantil que actualmente domina la vivienda y el suelo.

Estos tres escenarios, con sus alternativas, permitirán una solución más racional para los problemas de hoy y para el desarrollo urbano a mediano y largo plazos, lo que contribuirá en forma efectiva al logro de una ciudad que evolucione en forma sustentable.

 
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