Usted está aquí: martes 27 de marzo de 2007 Opinión Interrupción del embarazo

Javier Flores

Interrupción del embarazo

Una mujer que decide la interrupción de un embarazo, vive un drama. Se trata de un recurso último. Quien piense que es una especie de juego en el que se atenta contra la vida, no sólo está equivocado, sino que es alguien realmente... muy limitado. Se trata de un tema muy complejo que involucra aspectos científicos, filosóficos y legales, entre otros.

1. El embrión humano y la fe. La Iglesia católica no ha tenido una postura única sobre el estatus del embrión. El punto de vista agustiniano sostiene que la adquisición del alma ocurre 14 días después de la concepción. Esta certeza fue compartida por Tomás de Aquino y por los papas Inocencio III y Gregorio XIII. Fue hasta 1869 que esta posición cambió. El papa Pío IX proclamó que el embrión adquiere el alma y, por tanto, su condición como persona humana a partir de la concepción. Se trata de una noción muy reciente, del siglo XIX. El aborto se practica desde la antigüedad, si atendemos a los textos hipocráticos escritos desde el siglo V antes de nuestra era.

Si bien no se puede hablar de unanimidad, en la tradición judía no se asigna un estatus moral al embrión al momento de la fecundación. "El embrión es como agua" durante los primeros 40 días de su desarrollo, afirma Moshe Tender, académico ortodoxo (ver: Kennedy Institute of Ethics Journal 14 (1): 3-38, 2004). Israel es una nación líder en el área de las tecnologías de reproducción asistida y cuenta con un apoyo legal importante para la investigación en células embrionarias.

En el Islam, varios líderes musulmanes aceptan que el tiempo de desarrollo para alcanzar el estatus de persona es de 40 días, por lo que el aborto en ciertas condiciones es moralmente aceptable. En el budismo y el hinduismo no existen posturas definitivas por lo que se expresan voces divergentes. Los cristianos ortodoxos y algunos protestantes, sostienen posturas similares a las del Vaticano. Estos datos surgen de las reuniones organizadas entre 1999 y 2001, por la Comisión Nacional Asesora en Bioética de Estados Unidos, el Grupo Europeo en Etica de la Comisión Europea y el Comité Asesor en Bioética de Singapur.

Lo anterior muestra que la Iglesia católica ha tenido una postura cambiante, y que su idea actual sobre el estatus del embrión no es compartida por otras religiones que convocan también a millones de seres humanos en el mundo.

2. El producto de la concepción. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la Iglesia católica decidió identificar a la concepción con la fecundación. Se trata de algo sorprendente, pues se asocia un hecho metafísico: la decisión divina de dotar de alma al "hombre", con los hallazgos de la ciencia, que demostraron que la generación es el resultado de la unión del óvulo con el espermatozoide. Sorprende porque esta Iglesia es enemiga de la ciencia: si no lo creen, pregúntenle a los protocientíficos que murieron en la hoguera; o a Galileo, que, sin embargo, se mueve.

Nadie sabía de la existencia de los espermatozoides hasta que Johan Ham y Anthony Van Leeuwenhoek los observaron por primera vez en el microscopio en 1667. Tampoco se sabía que existían los óvulos, hasta que Karl Ernest von Baer los identificó en el siglo XIX. En 1876, Oskar Hertwig, demostró que la célula masculina penetraba al óvulo, lo que constituye la primera evidencia científica de la fecundación. A partir de ahí la Iglesia se monta en los hallazgos de la ciencia y determina que Dios dota de alma a los humanos a partir de la concepción, a la que identifica con la unión del óvulo con el espermatozoide. La Iglesia cuenta ahora, gracias a la ciencia, con fotografías y hasta películas de ese "momento divino". Pero antes de esos descubrimientos ¿dónde estaba la concepción?, ¿dónde la persona humana?

3. ¿A favor de la vida? La confusión filosófica de la Iglesia católica es enorme. Dice estar a favor de la vida, pero se opone al surgimiento de la misma. En los casos de esterilidad, por ejemplo, las tecnologías de reproducción asistida son una herramienta indispensable para el advenimiento de nuevos seres humanos; sin embargo, el Vaticano se opone a prácticamente todas las modalidades de este conocimiento. Esto demuestra que no están a favor de la vida, sino de la que surge de una sola modalidad: la pareja heterosexual monogámica, siempre y cuando sea dentro de la institución sagrada del matrimonio.

Esto revela algunas de las perversiones de la Iglesia. De acuerdo con la Congregación Sagrada para la Doctrina de la Fe, para admitir la inseminación, por ejemplo, el semen debe provenir del esposo, pero como está prohibida la masturbación, el líquido seminal debe recuperarse en un condón durante el coito. Pero como está prohibido el condón, debe hacérsele un hoyo. ¡Por favor!, señores obispos, hay niños leyendo este artículo, que ya se convirtió en triple equis.

4. México, Distrito Federal. En nuestra nación hay un desarrollo desigual la ciudad de México es una especie de país desarrollado dentro de otro en desarrollo. Aquí se encuentran los mayores niveles educativos y científicos, se trata de una población ilustrada, por eso aquí nunca ganará el PAN, que para subsistir requiere de la ignorancia. Además, el gobierno del Distrito Federal mantiene una gran diferencia con el de Felipe Calderón: cuenta con legitimidad... Perdón por la sinceridad.

Los diputados que integran la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, también gozan de amplia legitimidad. Por ello no deben de amedrentarse por las vociferaciones de la Iglesia y sus coros, cuya filosofía "a favor de la vida", desde hace varios siglos, se desmorona.

 
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