Usted está aquí: lunes 26 de marzo de 2007 Espectáculos Luchan mujeres totonacas por ser parte del ritual de los Voladores de Papantla

Rindieron homenaje en Tajín a Jesús Arroyo, muerto en 2006 en pleno espectáculo

Luchan mujeres totonacas por ser parte del ritual de los Voladores de Papantla

ANDRES T. MORALES CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Viviana Guerrero, segunda de derecha a izquierda, única mujer de los Voladores de Zozocolco Foto: Miguel A. Carmona

Papantla, 25 de marzo. Consideradas "entes pecadores", que durante cientos de años estuvieron excluidas de los rituales dancísticos de la comunidad, las mujeres totonacas intentan romper el estigma y, navegando a contracorriente, algunas ya participan como cualquier varón con los Voladores de Papantla.

Sin embargo, a la fecha sólo los danzantes de Cuetzalan, en Puebla, y Zozocolco de Hidalgo, en Veracruz, incluyeron voladoras. En Papantla, los ancianos prohibieron la participación de las mujeres con el argumento de que los dioses castigarían la osadía.

Para ser aceptadas, las indígenas deben realizar una serie de rituales con el propósito de pedir perdón a deidades prehispánicas y santos católicos; inclusive deben permitir ser castigadas con bofetadas si pierden su virginidad o sostienen relaciones sexuales, en el caso de las casadas, en víspera del ceremonial.

El Festival Cumbre Tajín 2007 realizó un homenaje luctuoso al desaparecido caporal de la danza de Zozocolco de Hidalgo, Jesús Arroyo Cerón, que falleció al caer del palo ceremonial el 20 de marzo de 2006.

Aunque sus familiares aseguran que el anciano descansa "a un lado de los dioses, en El Tajín", muchos de los patriarcas y rezanderos totonacas atribuyen la muerte del caporal a un castigo divino.

Don Jesús Arroyo fue el primer caporal que permitió ingresar a una mujer en la danza de los Voladores. Su hija, Isabel Arroyo Cepeda, comenzó a bailar en 1972, luego de convencer a su padre de enseñarla a volar, pese al escándalo generado en su comunidad.

"No había permiso para que las mujeres voláramos y mi padre, después de mucho suplicarle, aceptó enseñarme; casi a escondidas, ensayamos en un árbol de mamey y allí comenzó todo", relató Isabel.

Su osadía abrió las puertas a sus tres hermanas, quienes también se incorporaron al espectáculo en los años 70.

"La danza de la mujer es tan buena como la del hombre, vale lo mismo ante los dioses; nosotras también sabemos volar como las aves", aseguró.

Sin embargo, a casi cuatro décadas, la participación femenina continúa siendo mínima y de todos los municipios totonacas que tienen grupos, sólo en Zozocolco de Hidalgo y en Cuetzalan, hay mujeres totonacas.

Viviana Guerrero García, de 20 años de edad, es heredera de la ruta de doña Isabel Arroyo, y actualmente es la única mujer en los Voladores de Zozocolco.

"Desde pequeña quise volar, me ilusionaba mucho y es hasta ahora que lo puedo hacer, igual que los hombres", aseguró.

Durante dos años, la jovencita fue entrenada para guardar el equilibrio, atar las extremidades y lanzarse al vacío.

"Abrir los brazos y volar; en el vuelo contactas a Dios, giras para él", dijo.

Exculpar faltas

Las mujeres totonacas están obligadas a cumplir con determinadas condiciones para ser admitidas, las cuales van desde complicados rituales para solicitar el perdón por ser mujer hasta garantizar su castidad y castigos físicos aplicados por los caporales si faltan a las reglas.

Miguel Tirso Vázquez, actual caporal de la danza de Zozocolco, revela parte de las condiciones: "Ser vírgenes y sin novio, no sostener relaciones sexuales -si están casadas- al menos una semana antes de danzar y buscar el perdón de los dioses por ocupar un lugar reservado a los hombres.

"Las mujeres traen fiebres malas y pueden ser factor de riesgo", explicó.

La voladora que tenga novio o contacto sexual es llevada a un altar donde se le rodea de sahumerios y veladoras. La imagen de San Miguel o de Santiago apóstol, pueden ser testigos del correctivo, que consiste en una serie de bofetadas, cuya cantidad depende del tamaño de la falta y de la decisión de los caporales.

"Los golpes curan la fiebre", agregó Tirso Vázquez.

La mujer que no confiese que no es doncella o mantuvo un contacto carnal, traerá la tragedia a la danza y a la comunidad. El castigo divino puede ir desde un accidente durante el espectáculo, realizado a 30 metros de altura, hasta un año de calamidades para el pueblo.

"Las mujeres son entes malos, llevan la mala suerte y no deben ser aceptadas en la danza", aseguró el anciano Genaro Hernández, caporal de los Voladores de Papantla.

En Papantla, comunidad insigne de la danza, el Consejo de Ancianos Totonacas prohibió la inclusión de mujeres en el baile ceremonial. La decisión de los patriarcas incluyó a la Escuela de Voladores que tiene su sede en el parque temático Takilhsukut, donde se prepara a 50 niños.

Para el caporal, la muerte de don Jesús Arroyo Cerón no fue accidente, sino castigo. "Permitió volar a sus hijas y lo pagó con su vida; eso nunca debió suceder", dijo.

En la llamada Plaza del Volador del parque temático, sede del festival Cumbre Tajín, se colocó una ofrenda floral y una cruz de madera con el nombre de Jesús Arroyo Cerón.

Las autoridades veracruzanas informaron que, junto con el INAH, integran un expediente para solicitar a UNESCO que la danza de los Voladores de Papantla sea considerada Patrimonio Intangible de la Humanidad.

El director artístico del festival Cumbre Tajín, Salomón Bazbaz, refirió que la danza totonaca ya es un baluarte universal y se ha presentado en diversos foros y espacios mundiales.

 
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