Usted está aquí: jueves 22 de marzo de 2007 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

De mal en peor

Disminución sostenida del crédito de la banca privada al sector productivo

Ineficiencia operativa

Como cada año, en vísperas de la convención que los reúne, la banca reprivatizada y extranjerizada se compromete a tres cosas, fundamentalmente: reducir las comisiones que cobran a los usuarios, aumentar el crédito al sector privado productivo e impulsar el desarrollo nacional, algo por demás alejado de la realidad.

Lo mismo, pues, que se escuchará de los banqueros privados en la 70 convención que esta noche inaugura Felipe Calderón, uno de sus padrinos (en tiempos de la dirigencia partidista; ya como inquilino de Los Pinos habrá que ver qué tanto concede). De hecho, el presidente gremial saliente, Marcos Martínez Gavica, adelantó vísperas: "es un compromiso hacia el gobierno actual, para ayudarle a que México crezca mejor y más rápido, haciendo lo que nos toca, que es penetrar con mayor crédito hacia las personas y las empresas que lo requieran".

Lo mismo dijo su predecesor, Manuel Medina Mora, de Banamex-Citigroup ("como nunca antes se cuenta con recursos financieros para apoyar el desarrollo nacional") y lo propio hicieron sus antecesores. En el mismo tono y con igual intensidad se han pronunciado los últimos nueve presidentes de la Asociación de Bancos de (en) México, desde Ricardo Guajardo Touché (del Bancomer reprivatizado) a Marcos Martínez Gavica (del Serfin extranjerizado a favor de Santander).

Pero más allá de los falsos compromisos, en los hechos el desarrollo nacional ha sido brutalmente agredido y detenido por efectos bancarios, y no sólo por ese atraco impune conocido como Fobaproa-IPAB y la manga ancha gubernamental, sino por el permanente incumplimiento de la banca privada en su función económica y social, principalmente en lo que a crédito productivo se refiere.

Cinco lustros después de concluido el proceso de reprivatización, la banca privada se mantiene como un oneroso aparato improductivo para fines de crecimiento económico y desarrollo nacional, no así como negocio que funciona de maravilla. Y va por más, porque en sus planes no está cambio alguno: seguirá exprimiendo los bolsillos de sus usuarios, sin importarle lo demás.

Dos años después de concluido dicho proceso, en 1994 (el previo al crack financiero), el crédito bancario al sector privado productivo representó poco más de 43 por ciento del producto interno bruto; 13 años más adelante, esa proporción a duras penas llega a 14 por ciento, aunque las estimaciones del Banco de México la ubican en torno a 10 por ciento, pero de cualquier suerte el resultado es escalofriante. Y como dicen los banqueros "nunca como antes" tuvieron tanto dinero.

En ese breve capítulo de la historia financiera del país, la banca privada ha pasado prácticamente por todo: de la reprivatización a la extranjerización, de la euforia a la quiebra, de ésta al "rescate" y al atraco Fobaproa, de éste a la apertura al capital foráneo, siempre con el erario de garantía, y nada: se mantiene como excelente negocio privado, con enormes costos económicos y sociales para el país.

A estas alturas, el Banco de México documenta que ocho de cada 10 empresas privadas recurren a sus proveedores para obtener crédito, porque la banca no les presta, y si lo hace es con intereses de agio. Pero a la banca no le interesa, porque su negocio está en otra parte.

De mal en peor ha ido el sistema bancario otrora mexicano. De ese 43 por ciento del PIB que en 1994 representó el crédito al sector privado productivo, la banca pasó a 33.8 por ciento en 1995, a 23.5 por ciento en 1997 y a 17 por ciento en 2000, cuando la extranjerización estaba a plenitud.

En 2006, con 90 por ciento de la banca en manos de las trasnacionales financieras, "superadas" todas las "contingencias" del "rescate", cubiertos los pagarés Fobaproa, capitalizadas todas las instituciones y en el marco de una estabilidad macroeconómica "sin precedentes", el crédito bancario al sector privado productivo cayó aún más: 13.8 por ciento del producto interno bruto, una proporción similar a la registrada en 1980.

Casi 30 puntos porcentuales de distancia documentan la ausencia de la banca privada en el crecimiento y el desarrollo de México, a pesar de que "nunca como antes" tienen tanto dinero.

En la convención bancaria de 2005, el ahora arrepentido gobernador del Banco de México advirtió que la proporción crédito/PIB al sector privado productivo en México "es la menor entre los países de la OCDE y los más importantes de América Latina", mientras el Banco Mundial reveló que México ocupa el lugar 105 -entre 138 países considerados- en materia de crédito bancario al sector privado productivo, una posición similar a naciones como Gabón, Lituania y Ruanda.

Por si fuera poco, la Comisión Económica para América Latina advierte que la banca que opera en el país es la tercera más ineficiente en materia operativa, si se mide ésta del río Bravo a Panamá, y sólo es superada por la hondureña y la costarricense, con la nicaragüense pisándole los talones.

El caso de México resulta paradójico, subraya la Cepal. La mayoría de los bancos más grandes del país han sido adquiridos desde hace algún tiempo por varios de los principales operadores bancarios internacionales, por lo que era de esperarse que los altos niveles de eficiencia que caracterizan a estos operadores en sus naciones de origen y en los otros países en que tienen operaciones se hubiesen transmitido a sus actividades en México, pero ese no es el caso. La eficiencia operativa medida por la relación entre gasto administrativo y activos totales alcanza 4.7 por ciento en México, apenas por debajo de Costa Rica (4.96) y Honduras (5.13)".

Pero eso sí: "como nunca antes" tienen dinero.

Las rebanadas del pastel

¡Alabado sea el Señor! Instalado en Los Pinos, el siglo XVI redivivo suda por la legalización del aborto en el Distrito Federal. El inquilino de Los Pinos recién exhortó a los legisladores capitalinos a "no inquietarse demasiado" con este asunto, pero quien a todas luces se ha "inquietado demasiado" es el propio Calderón.

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