Periódicos viejos
En esta primavera adelantada, cuando se cumplen cuatro años de la llegada a Irak de las tropas que habrían de liberar al país, fundar la democracia, proteger los derechos humanos, sembrar césped en los terregales de las afueras de Bagdad y establecer un mundo más seguro, resulta esclarecedor y hasta un poco reconfortante -porque no hemos vivido siempre equivocados- recuperar periódicos viejos, usar sus páginas polvosas como filtro para la luz del presente y descubrir que, lejos de reducirla y entorpecerla, la hacen más diáfana.
"El general Eric Shinseki, oficial que encabeza el ejército de Estados Unidos, declaró en febrero que la ocupación de Irak podría requerir 'cientos de miles' de tropas. Esta cifra fue inmediatamente criticada por el subsecretario de Defensa, el civil Wolfowitz, quien insistió en que el general estaba equivocado. Pero Shinseki se ha negado a retractarse y repitió sus cálculos de que la ocupación podría implicar la presencia de más de 200 mil soldados durante más de un año", escribieron David Brooks y Jim Cason en La Jornada del 16 de marzo de 2003.
En la edición del 22 de marzo Blanche Petrich escribía algo que, si hubiese sido leído con atención en la Casa Blanca y el Pentágono, habría podido ahorrar decenas de miles de vidas, cientos de miles de millones de dólares y muchos dolores de cabeza políticos al todavía presidente estadunidense: "Entre las previsiones militares de los aliados se espera que después de la letal blitzkrieg, que mataría en dos días a miles de iraquíes y anularía toda capacidad de respuesta armada del ejército local, se librará la lucha terrestre contra los 350 mil efectivos del ejército iraquí, más los 15 mil guardias republicanos -los fedayines Saddam- y los 3 mil elementos de la tropa de elite [...] Pero en ningún análisis militar de Occidente aparece una línea sobre los civiles en armas. Su rendición ante el avance de los aliados se da por descontada" (La Jornada, 20 de marzo de 2003).
Finalmente, el 22 de marzo, nuestro diario publicó un artículo de Immanuel Wallerstein que decía, entre otras cosas, lo siguiente: "Como un jugador empedernido, Bush tendrá que echar el resto. Emprenderá una guerra en un tiempo muy corto y apostará a que puede lograr una victoria rápida y aplastante. [...] Hay dos posibles desenlaces militares: el que Bush desea (y espera), y uno diferente. [...] Supongamos que la victoria no es rápida. ¿Qué ocurriría entonces? En tal caso la operación sería un desastre político para Washington. Se soltaría el pandemonio y Estados Unidos tendría tan poca influencia en su desarrollo futuro como, digamos, Italia, es decir, prácticamente ninguna [...] En otras partes de la región, el grupo Hezbollah probablemente atacaría a los israelíes, que en represalia tratarían tal vez de ocupar el sur de Líbano. [...] Probablemente habría una revuelta importante en el Partido Laborista británico [...] Las perspectivas electorales de José María Aznar en España se han vuelto similarmente dudosas, dada la extensa oposición en su propio partido a la postura española sobre la guerra. Silvio Berlusconi y los gobernantes de la Europa central y oriental comenzarían a sentir frío en los pies. [...] En América Latina tendríamos que decir adiós al Area de Libre Comercio de las Américas. En cambio, Lula presionaría por reactivar el Mercado Común del Sur como estructura monetaria y comercial [...] Bush habría logrado en verdad un cambio de régimen... en Gran Bretaña, España y Estados Unidos".
Es algo de lo mucho que se escribió en ese entonces en estas páginas y en otras del mundo que ni Bush ni Blair ni Aznar -muy bien informados ellos- no quisieron o no pudieron leer. A ver si en esta primavera de cuatro años después se dan un tiempecito y descubren a toro pasado, en el remanso de alguna hemeroteca, el tamaño de su imbecilidad.