Usted está aquí: domingo 18 de marzo de 2007 Economía El nacionalismo petrolero de hoy

José Antonio Rojas Nieto

El nacionalismo petrolero de hoy

Hoy, una vez más, presenciaremos la tradicional liturgia del aniversario de la expropiación petrolera. Hoy -se los aseguro- una vez más y como lo han dicho de manera reiterada anteriores presidentes tanto del PRI como del PAN, Felipe Calderón pronunciará un discurso en el que -de nuevo- dirá que Petróleos Mexicanos no se privatiza...y que la riqueza petrolera mexicana tampoco. Tirios y troyanos lo señalan. Ya decía el Evangelio de Mateo a propósito del saludo a los amigos: "¿No hacen eso mismo también los gentiles?" Sí, Ernesto Zedillo, Vicente Fox aseguraron que Pemex no se privatizaría y no hicieron nada para fortalecer el control y -más que nada- la capacidad financiera y técnica de Pemex.

Es casi seguro que Felipe Calderón tampoco haga nada de particular, a pesar de que hoy asegure lo mismo: que Pemex no se privatizará. Ya respalda, por cierto y con el apoyo del PRI, el cambio de régimen legal de la paraestatal para convertirla en sociedad de interés público, en contra del espíritu original del 28 constitucional, que ordena la creación de organismos estatales para el manejo y control de las áreas reservadas y los sectores estratégicos señalados en el 27 constitucional. Y, sin embargo y pese al mandato constitucional, justo es recordar que nunca como ahora la dinámica esencial del financiamiento de Pemex depende de los privados, a través del cada vez más ominoso mecanismo de los Pidiregas. Y es que el 90 por ciento de la inversión realizada en la fase petrolera que podemos considerar como la más delicada de nuestra industria -producción y exploración primaria- fue de Pidiregas.

Y la inercia continúa. Como también continúa la regresiva inercia fiscal que en el año 2006 reunió poco más del 10 por ciento de ingresos gubernamentales no petroleros como proporción del producto interno bruto (PIB). La suma de 41 mil millones de dólares de impuesto sobre la renta (ISR con 4.89 por ciento del PIB), de poco menos de 35 mil millones de dólares de impuesto al valor agregado (IVA con 4.15 por ciento del PIB) y de 14 mil millones de dólares por otro conceptos (1.67 por ciento del PIB), sólo permitieron ingreso fiscales de 10.72 por ciento del PIB, una de las tasas fiscales más bajas del mundo.

Como contraparte -y contrasentido rentista y parasitario, alentado y permitido por los gobiernos- exclusivamente por concepto de renta petrolera, se reunieron 53 mil millones de dólares, equivalentes a 6.3 por ciento del PIB. Así, se confirma que en el sexenio anterior se acumularon 200 mil millones de dólares (actuales del 2007). Se trata del volumen de recursos provenientes de la bondad petrolera de la naturaleza, jamás reunido por gobierno alguno no sólo en México sino en prácticamente en todo el mundo, con excepción de algunos países del Pérsico. Sí, el soporte fiscal básico de este país se ha sustentado -por desgracia- en la valorización económica extraordinaria que se logra en Pemex Exploración y Producción (donde se concentran los Pidiregas), primordialmente en Cantarell.

Pero el debilitamiento de nuestro sobrexplotado gigante y la relativamente baja capacidad de Ku-Maloob-Zaap para compensar ese deterioro del gigante de nuestra amada mar, siempre ahí, nos introducen en una terrible espiral de deterioro que exige ser atendida en esos dos órdenes: el técnico petrolero y el fiscal. Sí, las previsiones más racionales señalan que Cantarell se podría deteriorar más rápido de lo pensado antes y que Ku-Maloob-Zaap sólo llegará a producir cerca de 800 mil barriles en el año 2008. Y, asimismo y a pesar del enorme esfuerzo que pudiera representar -a decir oficial cerca de 20 mil pozos y 20 mil millones de dólares de inversión- en Chicontepec se logrará una producción inferior a un millón de barriles diarios de crudo, cuando Cantarell llegó a producir casi 2 millones de barriles.

Sí hay poco que celebrar. La nacionalización ha dado mucho. Pero, sobre todo recientemente, ha sido utilizada como coartada para lo que podemos caracterizar como hurto fiscal permanente. En este país muchos que deben pagar impuestos no los pagan. O pagan mucho menos de lo que debieran pagar. Con la connivencia oficial, grandes grupos de poder financiero han vivido a costa del patrimonio nacional, en este caso de una renta petrolera que se irá diezmando de manera acelerada, tanto por la limitación de la capacidad productiva, como por la evolución irremediablemente ascendente de los costos y la moderación de los precios.

Hoy más que nunca necesitamos una ratificada pero renovada nacionalización de nuestros recurso petroleros. Los retos son más severos que nunca. Reservas maduras y en declinación. Costos crecientes. Déficit técnico y administrativo también creciente. Frente a esto, la única celebración posible exige un renovado programa de fortalecimiento serio y cuidadoso de Pemex, en el marco de un renovado nacionalismo, capaz de enfrentar los nuevos retos. No más. Pero tampoco menos. De veras.

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