Ciudad Perdida
El Centro de Espectáculos Esthercita
Su destino, en manos del gobierno de la ciudad
Incierta, la descentralización de la educación
La suerte que corra el edificio del ex convento de Santo Domingo está en manos del gobierno de Marcelo Ebrard. Es más, será propio de la voluntad política de Marcelo Ebrard, que seguramente ya tiene sobre su escritorio todos los datos y documentos para tomar la decisión.
Pero sobre Ebrard pesa también, como por encima de muchos políticos, la sombra de Elba Esther Gordillo, de quien dependerá, a su vez, la descentralización de la educación pública en el Distrito Federal.
Decimos esto porque en la Ley General de Educación existe un artículo transitorio que advierte que la descentralización sólo se podrá hacer con el aval del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, horror que fue diseñado y establecido como acuerdo entre Ernesto Zedillo y Elba Esther Gordillo, en 1992.
Como queda claro, Zedillo amarró las formas para que en el fondo se imposibilitara a la capital, y a las secciones sindicales disidentes del organismo magisterial, participar en el proceso de transferencia del quehacer educativo a la capital, y la descentralización fuera una decisión, única y exclusiva, de la dirigencia del sindicato de maestros, o para decirlo más claro, de la Gordillo.
En términos de la jerga política, lo anterior quiere decir que quien quiera que la educación sea manejada por las autoridades del gobierno de la ciudad tendrá, necesariamente, que acordar con Elba Esther o, mejor dicho, se verá en la necesidad de negociar algo para que la maestra ceda.
Y es en ese punto en donde todo se enreda. Elba Esther está bien encaramada en la SEP: su yerno, por tanto socio de la hija de la lideresa en el Centro de Espectáculos Esthercita, léase el ex convento de Santo Domingo, es subsecretario de Educación Básica y no quiere que ocurra la descentralización, y en la dependencia federal tampoco se ve con buenos ojos esa posibilidad.
Pero además están quienes aseguran que entre la Gordillo y Marcelo Ebrard existe una relación desde hace muchos años, desde la regencia de Manuel Camacho, que no ha afectado ni el tiempo ni las diferencias de visión política entre uno y otro, por lo que se apuesta que, cuando menos esta vez, en este sexenio, no habrá descentralización de la educación pública en el Distrito Federal.
Esas voces apoyan su presagio, en la cautela con que el gobierno capitalino ha llevado el asunto del ex convento, porque se afirma que hace cuando menos un mes, toda la información a este respecto debió haber sido enviada a la Oficialía Mayor del gobierno capitalino, vía el archivo en donde se siguen este tipo de asuntos, y por tanto debió estar a disposición del jefe de Gobierno.
De esa manera, para el gobierno de la ciudad, el ya afamado espacio de diversiones, que alguna vez pretendió ser biblioteca, no debió haber sido noticia el giro que había tomado el ex convento, pero nada se había dicho ni nada se había hecho al respecto.
Ayer, por fin, las autoridades de la ciudad pudieron traspasar el umbral prohibido de las escuelas primarias. Como si nada sucediera, el administrador general de los servicios educativos en el Distrito Federal, Luis Ignacio Sánchez, de quien salieron los escritos que ordenaban impedir el paso a los funcionarios capitalinos, estuvo junto a Ebrard en una ceremonia.
Ni uno ni otro recordaron las ofensas, y menos aún el caso del ex convento, y en el ambiente flotaba el mal olor a negociación oscura, muy poco soportable, así que si ya hubo negociación, no habrá descentralización, y todo quedará como al principio, la SEP y la Gordillo gobernarán el ámbito educativo de la ciudad y el Centro de Espectáculos Esthercita seguirá viento en popa. ¡Qué poca! ¿Verdad?