Usted está aquí: martes 13 de marzo de 2007 Espectáculos Atrapa el documental independiente a los jóvenes cineastas cubanos

De generación, ganadora en la Sexta Muestra Nacional de Nuevos Realizadores

Atrapa el documental independiente a los jóvenes cineastas cubanos

La policía de la isla borró parte del material de Buscándote Habana, de Alina Rodríguez

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Fotograma del documental De generación

LA HABANA, 9 DE MARZO. La más joven generación de cineastas cubanos trabaja en forma independiente y dirige la mirada hacia la realidad social de su país, con más interés por el documental que por la ficción, según pudo verse en la recién concluida Sexta Muestra Nacional de Nuevos Realizadores.

"Estéticamente, nos debemos a la tradición del documental cubano e internacional", dice a La Jornada Aram Vidal Alejandro, autor de la que fue considerada la mejor pieza de ese género en la muestra. "Lo nuevo es que ahora estamos trabajando sin que medie una productora o institución. Son materiales que hacemos con nuestros recursos, entre amigos, y así tenemos libertad temática".

De 33 obras seleccionadas para concursar, 23 fueron documentales, seis de ficción y cuatro animados. La mayor parte de sus creadores tiene más de 30 años de edad. "El documental cubano recomienza su despegue", escribió el crítico Joel del Río.

En De generación, Aram entrevista a jóvenes que, como él, llegaron a la adolescencia bajo el peso de la crisis económica de la década pasada; en la cinta cuestionan su entorno y conjeturan sobre su futuro.

Entre los demás premiados, Alina Rodríguez Abreu refleja en Buscándote Habana la vida de barrios marginales de la capital, levantados con viviendas improvisadas por emigrantes del oriente del país; Sandra Gómez Jiménez recoge en Las camas solas la tensión de los habitantes de un edificio ruinoso en el corazón de La Habana, ante la inminencia de un huracán, y Jeffrey Puente García reseña en 72 horas el esfuerzo laboral de algunos habitantes de Candelaria, en la provincia occidental de Pinar del Río, mientras resuena el carnaval del pueblo.

Alina y Jeffrey trabajaron con premios de concursos anteriores. Sandra, con apoyo de una empresa suiza y Aram con sus propios medios, aunque todos, en distinta medida, recurrieron a los amigos.

Antes de los noventa, la única productora en la isla era el Instituto Cubano de Artes e Industrias Cinematográficos (ICAIC). "Ahora existe una mayor diversidad. Siento que también hay otro tipo de materiales y mayor sinceridad a la hora de abordar temas. Esto es un fenómeno muy nuevo, de unos cuatro o cinco años para acá", dice Aram, egresado de comunicación social.

El realizador apunta que se lanzó a escuchar las opiniones de los jóvenes, "sin ánimo de destruir nada ni de crear conflicto, sino porque hay muchos temas de la realidad que se quedan fuera de los medios de comunicación".

A la muestra, que se realizó aquí en la Cinemateca, durante febrero, sigue este mes el Octavo Festival Internacional de Documentales, en la oriental Santiago de Cuba, que estará dedicado a la memoria de Santiago Alvarez, uno de los clásicos del género en la isla y director de buena parte del noticiario que hizo el ICAIC entre los años 60 y 80.

"De alguna forma estamos retomando la tradición de aquel noticiario", dice Alina, estudiante de dirección en el Instituto Superior de Arte.

Obstáculos en el camino

Cuenta que su trabajo sólo corresponde a cerca de un tercio del plan original, que resultó frustrado porque, mientras filmaba, la policía la detuvo junto con su equipo en tres ocasiones, a pesar de que tenía todos los permisos necesarios.

En la población de Songo la Maya, provincia de Santiago de Cuba, la policía le retuvo la cámara y le borró parte del trabajo. En el municipio de San Miguel del Padrón, en la capital, el gobierno local le dijo que ahí no podía rodar. En Regla, otra zona de La Habana, sólo pudo trabajar en parte y eso fue lo que salvó al documental.

"Perdí seis meses de investigación", recuerda Alina, pero "estoy satisfecha con lo que logramos, o sea, transmitir la sensación de lo que está pasando".

Sandra, graduada de fotógrafa-camarógrafa en la Escuela Internacional de Cine y Televisión, conocía el edificio desvencijado. Cuando se aproximaba el ciclón Iván, en septiembre de 2004, tomó una cámara mini-dvd y fue a registrar lo que pasaba.

Dice que La Habana "tiene una realidad que me da mucha tristeza. Sentía una necesidad muy fuerte de contarla, porque son temas que no se tocan en la televisión". Subraya que la inclusión de trabajos como éstos hacen de la muestra "un espacio muy abierto", tanto por la exhibición como por los debates paralelos que hubo en el centro cultural del ICAIC.

Jeffrey recuerda que la documentalística cubana tiene una fuerte trayectoria. "Lo que los jóvenes están haciendo ahora es lo que siente la gente: la necesidad de atrapar su realidad".

 
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